
En el video del humorista Leo Harlem encontré la clave para entender.
Para algunos, en su obstinación, diferenciar es discriminar
por cojones, y nunca mejor dicho. Puedes argumentar, razonar, ir al fondo de la
cuestión. Lo mismo les da.
“No serán constitutivas de discriminación la creación o el mantenimiento de sistemas o establecimientos de enseñanza separados para los alumnos de sexo masculino y para los de sexo femenino, siempre que estos sistemas o establecimientos ofrezcan facilidades equivalentes de acceso a la enseñanza, dispongan de un personal docente igualmente calificado, así como de locales escolares y de un equipo de igual calidad y permitan seguir los mismos programas de estudio o programas equivalentes”. Es claro este párrafo de la UNESCO cuando define qué no es discriminación.
Como
casi todos los de mi generación he estudiado en un colegio de chicos, y mis
hijos han estudiado en colegios de educación diferenciada. Por más que me
esfuerzo no consigo ver dónde he sufrido la discriminación. Tampoco nos ha
visitado ninguno de estos salvadores para interesarse por nuestra
discriminación, ni siquiera por el hecho de haber pagado dos veces la
enseñanza, una con impuestos y otra con el recibo del colegio.
Ahora,
en estos momentos, con la espada de Damocles de las Elecciones Generales, la
educación diferencia, vuelve a ser vilipendiada, y no sólo la educación
diferenciada sino también la concertada. Y vuelve a serlo porque lo que
preocupa a algunos no es tanto la calidad de la enseñanza como el
adoctrinamiento ideológico de las nuevas generaciones. Si algo está claro en
los ataques que ha recibido la educación diferenciada en estos últimos años es
que estamos inmersos en una “guerra” ideológica dónde, hoy por hoy, se combate
con argumentos. Unos son verdaderos y otros erróneos; unos contienen medias
verdades, otros medias mentiras y otros mentiras completas. Se utilizan como
escudo y como arma arrojadiza, para “tapar bocas” y para alcanzar objetivos,
sin importar si son verdaderos y justos, si son buenos y respetuosos con
la libertad de los demás. Acoso y derribo, ya inventado por Felipe González y
Alfonso Guerra y puesto en práctica cuando gobernaba Adolfo Suárez.
A
la enseñanza diferenciada se le ha colgado el sambenito de que es
discriminatoria y paradójicamente con esto se pasa a discriminar a los padres
que optan por ella haciéndoles pagar dos veces para que desistan; y para
los que no desistan queda el calificativo de “escuela de ricos”. Y todo ello
por razones ideológicas, cuando no por envidia, que es el más común de los
sentimientos que atenazan al ser humano.
Cuando
se está convencido de la bondad de una ideología, o incluso de la propia Fe
Religiosa que se practica, se ha de transmitir a los demás con el uso de la
palabra y con el ejemplo, convenciendo y persuadiendo; y siempre respetando la
libertad, pero nunca utilizando los resortes del Estado, o de la
administración, y menos reventando la calle para imponer aquello que no se
consigue en las urnas.
La
Constitución Española dice textualmente en su Artículo 14. “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda
prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
La
LOE, Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, se hacía eco del
artículo 14 de la Constitución y en su Artículo 84.3 venía a decir con un
redactado prácticamente idéntico que “En ningún
caso habrá discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
Para
que no haya lugar a dudas, el artículo 84.3 de dicha ley 2/2006 ha quedado
ampliado por la Ley Orgánica 8/2013 a propuesta de UPN, para la mejora de la
calidad educativa y dice así:
“En ningún caso habrá discriminación por razón de nacimiento,
raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social.
No constituye discriminación la admisión de
alumnos y alumnas o la organización de la enseñanza diferenciadas por sexos,
siempre que la enseñanza que impartan se desarrolle conforme a lo dispuesto en
el artículo 2 de la Convención relativa a la lucha contra las discriminaciones
en la esfera de la enseñanza, aprobada por la Conferencia General de la UNESCO
el 14 de diciembre de 1960.
En ningún caso la elección de la educación
diferenciada por sexos podrá implicar para las familias, alumnos y alumnas y
centros correspondientes un trato menos favorable, ni una desventaja, a la hora
de suscribir conciertos con las Administraciones educativas o en cualquier otro
aspecto. A estos efectos, los centros deberán exponer en su proyecto educativo
las razones educativas de la elección de dicho sistema, así como las medidas
académicas que desarrollan para favorecer la igualdad.»
Y
la UNESCO, como hemos visto, deja más claro que el agua qué es y qué no es
discriminación.
Pero
fue mi sobrina, natural de Calatayud, aragonesa de pura cepa, baturra como ella
sola, ¡ocho apellidos maños!; fue ella la que me envío, orgullosa, el video del
humorista Leo Harlem donde encontré la clave para entender el problema. Harlem
afirma con sentido del humor: “Carácter, en la
gente de Zaragoza hay caantidad, porque hay un error de concepto con Zaragoza.
Todo el mundo dice es que los maños son testarudos, son cabezotas, son erre que
erre,… Yo digo, no hombre no. Lo que pasa es que tienen razón. Y si no tienen
razón se la tienes que dar porque te pueden poner la cabeza como un bombo. Son
gente que para decir No, dicen Sí por los cojones.”
Pues,
para algunos, en su obstinación, diferenciar es discriminar por cojones, y
nunca mejor dicho. Puedes argumentar, razonar, ir al fondo de la cuestión. Lo
mismo les da. Esas supuestas personas, que según ellos están discriminadas,
nunca han sido objeto de su atención ni de su preocupación y menos de su
ocupación.
Después
de las elecciones, estos salvadores de la patria, probablemente querrán que el
artículo 84.3 tenga el siguiente redactado “En
ningún caso habrá discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,
opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. La
educación diferenciada discrimina por cojones.”
En
fin que la “guerra” continuará, pero como decía Labordeta, que por cierto
también era maño, “habrá un día en que todos al
levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad”.
”.