domingo, 24 de marzo de 2013

PRUEBAS PERICIALES DE LA MUERTE DE CRISTO







"Su aparición en escena como prueba pericial no se produce hasta el descubrimiento de la fotografía"
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El análisis y estudio de las pruebas periciales es un punto importante en todo proceso judicial que trate de reconstruir hechos e identificar autores. El desarrollo de la ciencia ha permitido grandes avances en este trabajo y las series de televisión se hacen eco de ello.

La Muerte y Resurrección de Cristo ocurrida hace dos milenios también ha dejado pruebas periciales que estaban ocultas y la ciencia se ha encargado de desvelarlas. La más importante es la Sábana Santa de Turín descrita en Wikipedia como “una tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión”. Su aparición en escena como prueba pericial no se produce hasta el descubrimiento de la fotografía. Las manchas de la Sábana Santa se convirtieron en la imagen de una persona en los negativos de las primeras fotos que se hicieron a la Síndone. En España tenemos más pruebas y reliquias de la muerte de Cristo como el Lignum Crucis de Santo Toribio de Liébana, el Santo Sudario de la Catedral de Oviedo, el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, pero a diferencia de todas podemos afirmar que la Sábana Santa es también una prueba pericial de la Resurrección de Cristo.

Los estudios de la Sábana Santa como prueba pericial realizados desde la segunda mitad del siglo XX han pasado por numerosas vicisitudes y dificultades. La afirmación de que Dios nunca obliga a creer a nadie y siempre deja una puerta abierta para que el que no quiera creer no crea, es el telón de fondo con el que hay que abordar estos temas, pero en el caso de la Sábana Santa esta puerta abierta se ha ido reduciendo a medida que con el tiempo se ha ido avanzando en los estudios científicos y se han ido incorporando  científicos con rigor. Ahora mismo esa puerta puede ser una pequeña trampilla pero no le quepa duda al lector agnóstico de que si profundiza en el conocimiento de la Sábana Santa en algún momento se encontrará ante esta disyuntiva “creer o escapar por la puerta de atrás” y tendrá que decidir qué hacer.

España se viste de Semana Santa estos días y cada cofradía, cada paso, cada imagen llevará tras sí una larga tradición que refleja la devoción y gratitud de todo un pueblo a su Redentor, pero no cabe duda de que con el Cristo Sindónico de la Hermandad Universitaria de Córdoba realizado por el escultor Juan Manuel Miñarro se ha subido un peldaño. Como se explica en el Power Point que se puede encontrar en Internet, “este Cristo es el resultado del trabajo del grupo de científicos pluridisciplinar de investigación de la Síndone. Es el único Cristo sindónico del mundo y refleja hasta el mínimo detalle los politraumatismos del cadáver reflejado en la Sábana Santa de Turín.

Se explica también que “La  imagen representa un cuerpo de 1,80 metros de alto, según los estudios de la Síndone de las universidades de Bolonia y Pavía. Los brazos y la cruz forman un ángulo de 65º. En él se reproduce con total exactitud las heridas del HOMBRE de la  Sábana Santa”[.

En la cabeza, la corona de espinas, a modo de casco que cubre todo el cráneo, está hecha con “ziziphus jujuba”, una especie de espinas que no se doblan, y son con las que se cree que se hizo la de Cristo.

La piel presenta el aspecto exacto de una persona muerta hace una hora. El vientre, con la crucifixión, se hincha. El brazo derecho dislocado al apoyarse el crucificado en él, durante el proceso de asfixia, en busca de aire. El pulgar de las manos está hacia dentro de la palma. Como reacción de un nervio cuando un objeto atraviesa la muñeca.

Hay dos tipos de sangre en la talla, la previa a la muerte y la que sale postmorten. También se ha reflejado el plasma de la herida del costado. Lo han supervisado hematólogos. La piel de las rodillas está desollada por las caídas y la tortura. Hay granos de tierra incrustados en la carne, traída desde Jerusalén.

Las heridas reflejan la huella que dejan los látigos romanos de castigo, con bolas de metal astilladas en la punta para rasgar la carne. No hay zonas vitales con latigazos, ya que los verdugos guardaban estas áreas para que el reo no muriera en la tortura.

El lado derecho del rostro está hinchado y amoratado tras la rotura del pómulo. La corona de espinas es de la misma especie vegetal palestina que los botánicos señalan. La lengua y los dedos del pie presentan un tono azulado, propios del fallo cardíaco.

Ninguna imagen o escultura anterior soporta un riguroso examen forense. Obras de arte como el Cristo de Velázquez reflejan sobre todo la piedad del pueblo y la universalidad y genialidad del pintor pero no el rigor de los hechos porque la ciencia todavía no permitía reconstruirlos. Una de las  características de la Sábana Santa es que no hay contradicción ni con un examen forense ni con la descripción de los Evangelios. Pero la Sábana Santa es también una prueba de la resurrección de Cristo porque se desconoce la naturaleza de las manchas que reflejan el Cuerpo de Cristo producidas por la radiación que se produjo en el momento de la Resurrección. Es una prueba de la Pasión y Resurrección de Cristo y por tanto de su doctrina, doctrina que supone una bofetada para el laicismo dominante, políticamente correcto, y su forma de vida. Es locura para unos y necedad para otros.

La Sábana Santa plantea a la ciencia el mismo enigma que los ojos de la Virgen del lienzo de Guadalupe. Los estudios del ingeniero José Aste Tönsmann del Centro de Estudios Guadalupanos de México han constatado que, aunque sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente.