domingo, 21 de febrero de 2016

BLASFEMIAS CONTRA EL PADRE NUESTRO


 



“Quién escupe al cielo, a la cara le cae” dice el refrán Español. Algunos se permiten ofender a Dios a quién no ven y de paso lanzan sus excrementos sobre los creyentes a los que sí ven.

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Deben pensar que Dios no existe, porque si existiera, no aguantaría sus bravuconadas. Y no se dan cuenta que gracias a personas como el Papa Francisco, que imploran la Misericordia de Dios, se salvan de la debacle.

 Cabe felicitar a Alberto Fernández Díaz por su valentía al abandonar el acto, que poco tiene de poesía y mucho de agresión. Agresión no física pero sí violenta contra lo más preciado que tenemos las personas que son nuestras creencias, nuestras convicciones más profundas. Agresión violenta que hay que combatir con el estado de derecho.

El Partido Popular es un partido en el que, a pesar de las traiciones y errores de Rajoy, de vez en cuando salen personajes ilustres que ponen el listón muy alto. Esperanza Oña lo hizo hace ahora un año, cuando nos tuvimos que quitar el sombrero por su defensa espontánea de la vida en el parlamento de Andalucía. Doce han sido los diputados del PP que no se han plegado a la disciplina de Voto, para no validar la ley del Aborto de Zapatero. Recientemente ha sido un concejal del Ayuntamiento de Madrid quien ha dejado al descubierto el sesgo político con el que Ahora Madrid quiere cambiar el nombre de 300 calles de la capital. También en otros partidos como en el PSOE nos encontramos personajes con altura de miras como Francisco Vázquez, y en Ciudadanos, Carlos Pracht, que no tuvo ningún reparo de afirmar que el aborto es una forma de violencia, arriesgándose a que Albert Ribera, a continuación le enmendara la plana, como así sucedió… etc.

Son frecuentes los comentarios de que no se atreven a blasfemar con el Islam, pero sí con la religión católica. Parece desprenderse de estas alusiones que el Islam es una religión de hombres fuertes, de vencedores y el cristianismo de débiles, de vencidos. Sin embargo nada más lejos de la realidad. Los actos terroristas de Paris no son sino eso, actos de terrorismo que también se convierten en blasfemos al utilizar el nombre de Dios para la violencia. Vencer la violencia con violencia es entrar en una espiral cuyo punto final es muerte y desolación. Sin embargo cuando la violencia se ataja con el derecho y la justicia que tienen raíces cristianas, el punto final acaba siendo la reconciliación.

La gran victoria del cristianismo se produce cuando te encuentras con que personas como el Dr. Bernard Nathanson, responsable de 500.000 abortos y conocido como el doctor muerte, se arrepiente y se convierte en defensor de la vida; cuando personas como Sara Winter con-fundadora de Femen en Brasil pide perdón, se arrepiente de haber abortado, y tras el nacimiento de un nuevo hijo recapacita y se vuelve férrea defensora de la vida.

Victoria del cristianismo cuando un grupo de hombres católicos rezan pacíficamente el Rosario para defender la Catedral de la ciudad de San Juan en Buenos Aires. Algunas mujeres, muchas con el torso desnudo, pintaron con spray las entrepiernas y rostros de estos hombres, dibujándoles swásticas sobre el pecho y la frente, y pintándoles con plumón bigotes que emulaban a Hitler. Realizaron actos obscenos y sexuales frente a ellos, frotándoles sus senos mientras gritaban “saquen sus rosarios de nuestros ovarios,”

Victoria del Cristianismo cuando te enteras de que Dolores Ibarruri antes de morir pidió ver a un sacerdote católico. Y victoria del cristianismo cuando te enteras de que Santiago Carrillo hizo otro tanto de lo mismo. Seguramente, tras su muerte, serían recibidos con honores, por todos aquellos que perdieron su vida en la contienda española, “gracias” a ellos.

Debería ser un poco más cuidadosa esta supuesta poetisa de Cataluña, su valedora y los moscardones que la secundan, porque en la segunda parte del Padre Nuestro pedimos a Dios que nos dé nuestro pan de cada día. La situación de muchas personas en Cataluña y en el resto de España es delicada y si no falta el pan es porque Cáritas lo provee, y no ellos, sus gobernantes, que mientras tanto construyen su Torre de Babel.