lunes, 23 de enero de 2017

EL PAPEL DEL PADRE EN LA IDENTIDAD SEXUAL DE LOS HIJOS


EL PAPEL DEL PADRE EN LA IDENTIDAD SEXUAL DE LOS HIJOS

 

En ocasiones anteriores hemos hablado del Feminismo, que si bien en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.

Hemos visto también como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.

Y hemos visto como en la otra cara de la moneda, el varón padece en mayor medida los efectos del feminismo de género. Hemos insistido en la importancia de la función paterna que no puede ser eliminada, ni desvalorizada, ni ignorada, ni tergiversada, sin consecuencias graves.

También hemos hablado en otra ocasión de la Identidad del niño varón y la importancia de los referentes. Ahora lo vamos a hacer de la mano de Maria Calvo Charro que en su libro Alteridad Sexual. Razones frente a la ideología de Género 2014, y lo vamos a hacer en tres pates

El papel del padre en la identidad sexual de los hijos

El padre, modelo de masculinidad

El padre, primera imagen de Dios para los hijos

 

EL PAPEL DEL PADRE EN LA IDENTIDAD SEXUAL DE LOS HIJOS

Como escribió el poeta estadounidense Robert Bly: «Solamente una mujer puede convertir un embrión en niño, pero solamente un hombre puede convertir a un niño en hombre».

La diferencia de sexos encarnada por el padre juega un papel de revelación y confirmación de la identidad sexuada. La masculinidad no se puede aprender en los libros, es algo que los padres pasan a los hijos sin percibirlo apenas. «La mujer es, el hombre debe ser hecho», afirma con rotundidad Guy Corneau (1989).

Tanto la chica como el chico tienen tendencia, al comienzo de su vida, a identificarse con el sexo de la madre. Como afirmaba Chesterton, a cualquier niño «la carne y el espíritu de la femineidad le rodean desde el principio de sus orígenes como las cuatro paredes de una casa». Sin embargo, es el padre, en la medida en que es reconocido por la madre, el que va a permitir al hijo situarse sexualmente. «Solo frente al padre el chico será confirmado en su masculinidad y la chica podrá feminizarse» (Anatrella, 2008, p. 224). La sola existencia del padre al lado de la madre proporciona alimento psíquico al niño para distinguirse y acceder a la autonomía. Es a través de la intermediación del padre que se realiza de la mejor manera el proceso de sexualización y la interiorización de la identidad sexual del niño.

El psicoanalista Stoller ha demostrado que el niño, sea del sexo femenino o masculino, vive una identificación primera con su madre y, por lo tanto, con la sexualidad femenina. El chico comprometido en esta identificación primitiva conoce un itinerario más difícil que la chica para liberarse de su madre y afirmar su virilidad.

A este propósito, señala el Dr. Liaño que todo hace pensar que la condición básica del fenotipo sexual es femenina y a ella tiende de forma espontánea el nuevo ser; ha de haber un esfuerzo añadido para que se quiebre esa tendencia a la feminidad y aparezca el ser masculino. Como afirmó Alfred Host: «Llegar a ser macho es una aventura larga, difícil y arriesgada. Es una especie de lucha contra la inherente tendencia a la feminidad ». El acompañamiento que el padre realiza en el proceso en el que el niño construye su propia identidad es insustituible (Liaño, 2008, p. 22).

Por su parte, Kirkpatrick sostiene que: «La identidad de los chicos (...) comienza con la identidad femenina, pero la fuerza biológica los impulsa hacia una identidad masculina diferente y más frágil que la identidad femenina de las mujeres» (Gurian, 2004, p. 196).

Asimismo, la psicóloga A. Horner explica: «Una vez establecido el curso de la identidad femenina de la chica, es relativamente interrumpido. La identidad femenina esencial se origina en las primeras relaciones con la matriz. Mientras que la identidad sexual del chico depende de su capacidad de diferenciarse de la matriz» (Gurian, 2004, p. 196).

En el próximo artículo veremos al Padre como modelo de masculinidad.