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Fue en el año 1984 cuando
Wolfgang Petersen estrenó la genial película La Historia Interminable. Una
película de niños hecha para adultos. La letra, la música y toda la película
transmiten ilusión y esperanza. Su argumento y sus diálogos son sencillos pero
imaginativos, profundos y de gran calado. Parece como si Petersen
hubiera entrevisto lo que sería la sociedad actual, 30 años más tarde donde la
ideología de Género y el aborto, tomando el relevo a la ideología marxista,
asumiendo sus postulados de lucha de clases e introduciéndolos en el
corazón de la sociedad –la familia- extienden por el mundo un reguero de tristeza
y desesperanza, similar a la Nada de su Interminable Historia.
“”-At: ¿Quién eres? -Gm: Soy
Gmork. Y tú, quién quiera que seas vas a tener el honor de ser mi próxima
víctima.
-At: No moriré sin pelear, soy un guerrero. -Gm: Valiente guerrero, ¡lucha contra la Nada!
-At: No puedo. No sé traspasar las fronteras de Fantasía. -Gm: Ja, ja, ja…
-At: ¿Qué es lo que te parece tan gracioso? -Gm: Fantasía no tiene fronteras.
-At: Eso no es cierto. ¡Mientes!. -Gm: Pequeño necio,… ¿qué sabes tú del país de Fantasía?
Es el mundo de la fantasía humana. Cada parte de su reino, cada criatura suya
no es más que un trozo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por lo
tanto…no tiene fronteras.
-At: ¿Por qué se está muriendo Fantasía entonces? -Gm: Por qué los hombres han empezado a perder sus
esperanzas y a olvidar sus sueños. Por eso la Nada avanza cada día más.
-At: ¿Qué es la Nada? -Gm:
El vacío que queda…como una ciega desesperación que destruye este mundo. Yo lo
odio y por eso ayudo a la Nada.
-At: ¿por qué? -Gm: Porque
las personas que no tienen ninguna esperanza son fáciles de dominar. Y quien
tiene el dominio tiene el poder.
-At: ¿quién eres en realidad? -Gm:
soy el servidor… del poder que surge tras la Nada. Me encargaron eliminar al
único que podía haberla detenido. Pero perdí su rastro en el Pantano de la
Tristeza. Se llama Atreyu.
-At:
Si de todas formas vamos a morir, prefiero morir
luchando. Ven por mí Gmork, yo soy Atreyu. “”
Gmork se lanza sobre Atreyu y
éste le clava su espada en el corazón. Atreyu consigue llegar a la Torre de
Marfil y hacer que Bastian, el niño que lee el libro de la historia
interminable, entre en la historia convirtiéndose en el héroe que da
nombre a la emperatriz infantil y consigue que Fantasía nazca de nuevo en cada
ser humano.
El día Internacional de la vida
nos lleva también a reflexionar profundamente sobre la situación en que se
encuentra en estos momentos la cultura de la vida frente a la cultura de la
muerte. El filósofo Julián Marías afirmó hace algunas décadas que “la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave
que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final”. Por desgracia a la aceptación social del aborto le
ha acompañado el desarrollo de toda una industria abortista, que mueve
cantidades ingentes de dinero y no está dispuesta a dejar que le quiten su
negocio y moviliza sus recursos.
El debate del aborto hace tiempo
que dejó de ser un debate científico. En otras palabras, el debate científico
serio está ganado desde el momento en que se ha demostrado que el óvulo
fecundado tiene un código genético propio. Ninguna feminista, ninguna clínica
abortista ha hecho una demostración de cómo se ejercita el derecho al aborto
grabando la forma en que se hace y mostrando el supuesto apéndice extirpado.
Más bien su preocupación es precisamente la contraria, la ocultación del
procedimiento y de los cuerpos de los fetos. Juan A. Herrero Brasas en un
magnífico artículo publicado en El Mundo el 18 de marzo hace una descripción de
la evolución de los argumentos abortistas desde el año 1973 en EEUU y cuenta
como Norma McCorvey, que fue la litigante que consiguió la famosa sentencia que
liberalizó el aborto en 1973, cuando posteriormente trabajaba en una clínica
abortista, comentó que “mirando una fotografía que mostraba el desarrollo de un
feto de 10 semanas me quedé sin aliento, con la vista puesta en ese feto… Son
niños que están siendo matados en el vientre de su madre”. En 2005, un nuevo
litigio, iniciado por McCorvey llegaba otra vez al Tribunal Supremo de EEUU
solicitando que anulara la sentencia que ella misma había ganado 33 años
antes.”
Tampoco es un debate racional el
debate del aborto y la ideología de género. Quienes lo propagan, lo imponen
manipulando encuestas –léase al Doctor Bernad Nathanson-, con medias verdades,
sin respetar la libertad y utilizando los resortes del Estado; dejan de lado la
razón y el razonamiento y la suplantan con sensaciones, slogan y técnicas de
spots publicitarios.
Las mujeres no
abortan porque desconozcan que lo que tienen en su vientre es una vida humana.
La Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) hizo una encuesta en la que
participaron casi dos mil mujeres que habían abortado y el 87% de ellas
afirmaba que la causa principal por la que abortaron fue la falta de apoyo o el
abandono de su pareja. Son los hombres los que dejan embarazadas a las mujeres,
y detrás del slogan Derecho a decidir se puede entrever un “Apáñatelas como
puedas”. El hombre, ante la vida que empieza, debe asumir sus responsabilidades
y recuperar sus derechos.
La sociedad de
consumo y el Estado del bienestar dejan de lado la cultura del esfuerzo,
prometen más de lo que pueden dar e incitan a desear de forma ilimitada no sólo
la posesión de bienes, sino también la satisfacción de instintos que conducen a
situaciones dónde algunos han de ser eliminados. Y posteriormente, como dice
Gmork en la historia interminable “las personas
que no tienen ninguna esperanza son fáciles de dominar. Y quien tiene el
dominio tiene el poder”.
La manifestación por la vida
celebrada el domingo en Madrid desde la Plaza de Cibeles hasta la Puerta del
Sol convocada por unas 500 organizaciones y con unos cien mil asistentes –según
los organizadores- ha sido una marcha multitudinaria, pero no nos engañemos, lo
que ahora necesitábamos era una concentración masiva como en la JMJ. Dicho de
otra manera, el problema no es que Rubalcaba o Elena Valenciano digan de vez en
cuando algún despropósito, porque eso da pie a “razonar” sobre el tema y el
debate racional está ganado. El auténtico problema es el “silencio de los
hombres buenos”. El silencio de los ocho años de la legislatura de Aznar y los
dos años de silencio que ya llevamos con Rajoy. No podemos pretender que
Ruiz Gallardón se enfrente a todas las feministas radicales que le montan shows
y resuelva él sólo el problema, mientras el resto vemos cómodamente por
televisión el debate parlamentario. No obstante, el respaldo de cien mil
personas en la ciudad de Madrid, es una cifra considerable que permite pedir al
gobierno políticas activas y eficaces de protección a la maternidad y a la
familia", y un apoyo "real" a la mujer embarazada que se
extienda a las políticas públicas y al modelo de relaciones laborales. Estas
políticas son el complemento necesario para que el Anteproyecto de Ley Orgánica
de Ruiz Gallardón llegue a buen puerto y pueda conseguir, como ocurrió en
Polonia, que se pase de cifras de más de cien mil abortos a cifras de menos de
mil.