LA IDENTIDAD DE LA NIÑA
Nacemos varón o mujer y no hay más posibilidades. El ADN
de cada célula de nuestro organismo lo atestigua. No existe el gen gay, sí
existe el síndrome de Down como trastorno genético; todo lo demás son
minusvalías y disfunciones.
La desestructuración familiar que se extiende en
nuestra sociedad está llevando cada vez más a situaciones donde los niños son
privados de uno de los referentes que necesitan para su desarrollo personal, en
concreto el referente paterno.
En un artículo anterior http://gritandolibertadhoy.blogspot.com.es/2013/07/la-identidad-del-nino-varon.html hemos hablado de la importancia de los referentes para
el descubrimiento de nuestra identidad; de
la importancia de saber lo que somos, de estar a bien con nosotros mismos y
madurar en nuestro potencial como personas; y hemos visto que el
desconocimiento de nuestra identidad y de nuestra forma de comportarnos es una
profunda contradicción interior que genera frustración y sufrimiento.
Para adquirir nuestra identidad no es suficiente con
saber lo que no somos, sino también y sobre todo, necesitamos saber lo que
somos.
En una primera fase, el niño y la niña, a través de
sus padres, se perciben como personas,
distintos de las cosas y de las plantas, y también de los animales. Se perciben
igual a sus padres con un comportamiento inteligente distinto del
comportamiento de los animales.
La vinculación con su madre en el embarazo, y
posteriormente en los primeros meses de su vida, permite a la niña adquirir su
identidad de forma positiva, se percibe igual a su madre.
El niño sin embargo, después de captar su identidad
como persona, percibe lo que no es, no es como su madre, no es una niña y
necesita adquirir cuanto antes su identidad positiva, saber lo que es, es un
varón, y necesita sentirse varón en el mundo de los varones.
A través del padre el niño adquiere su identidad
positiva, se percibe como varón, y la niña, que se percibía igual a su madre,
completa su identidad sabiendo lo que no es, no es un varón.
Es la figura paterna la que permite que, tanto la niña
como el niño, adquieran una percepción completa de su identidad, de lo que son
y de lo que no son. Y al percibir lo que no son, ambos perciben también el
papel que desempeña lo que no son, respecto a lo que son y viceversa. Pero esta
percepción no será plena hasta que llegue la pubertad.
Cuando aparece la atracción por el otro sexo, es cuando,
tanto el niño como la niña, perciben con toda su plenitud qué es ser varón y
qué es ser mujer, y que es el varón respecto a la mujer y viceversa. Captan la
relación y complementariedad entre ambos sexos, que ya han visto en sus padres.
La ausencia de la figura paterna, no sólo tiene
repercusiones en el niño varón, como ya hemos comentado en el artículo anterior
a este, sino que también la niña se ve privada de la percepción de su identidad
como mujer, distinta del varón.
Si cuando llega la pubertad no se han cerrado etapas
anteriores, tanto en la niña como en el niño subyace un profundo deseo de completar
su identidad y de integrarse en el mundo de sus iguales. Este anhelo profundo que subyace en
su psicología puede acaparar el objeto de la sexualidad de su cuerpo y disputar
el lugar que correspondería a la atracción por el sexo opuesto. Si además se
incide con una fuerte carga mediática mediante razonamientos coherentes pero
erróneos, pronunciados por adultos con autoridad, como un profesor o similar,
el conflicto puede aparecer. Después, para solucionarlo, las terapias de curación
tendrán que abrir etapas anteriores y cerrarlas adecuadamente. La figura
paterna jugará un papel fundamental.
Cerrar las puertas a las terapias de curación y a la
investigación científica es una injustificada huida hacia adelante que la
sociedad nunca debe permitir y ha de poner los medios jurídicos para evitarlo.
En el artículo “La identidad del niño varón” hemos
completado la exposición con el cuento del pato feo de Hans Christian
Andersen y la película “volando a casa”
de Carroll Ballard rodada sobre hechos reales.
En la película “Volando a casa”, Amy vuela hacia el
Sur en un ultraligero y muestra a unos gansos, que vuelan tras ella, el
camino para su migración anual. La película se rueda sobre hechos reales que
muestran cómo los gansos identifican a Amy con su madre y la siguen a todas
partes porque Amy incubó artificialmente los huevos de ganso y al nacer los
gansos, Amy es el primer ser vivo con el que han contactado de una forma amable
y protectora. Pero Amy necesita mostrar a los gansos algo que aprenden de su
madre: el camino para su migración anual.
Por su parte El documental “Nómadas del Viento”, una
maravilla de colorido y naturaleza, muestra los vuelos migratorios de las aves
y ha sido elaborado gracias a experimentos de incubación artificial que,
afectando la sicología de las aves, permite que las cámaras se integren en sus
vuelos como un ave más o como el ave dominante.
Cuando alteramos la naturaleza y la psicología de los
seres vivos, difícilmente vamos a ser capaces de cubrir todas las necesidades
de estos y transmitirles aquello que aprenden de sus progenitores de manera
natural. Corremos el riesgo de convertirlos en pájaros de jaula.
Concluimos afirmando, al igual que en el artículo
anterior, que tan injusto es que la mujer se vea obligada a abordar la
maternidad en solitario como que el padre sea excluido de su paternidad y el
niño o la niña sean privados del referente paterno. Y lo que el niño y la niña
necesitan es percibir ambos referentes juntos en un clima de cariño y todavía
mejor si lo hace acompañados de hermanos y hermanas”.