sábado, 23 de octubre de 2010

SOLUCIONES A LA CRISIS


La prensa destaca estos días que EEUU inyectará miles de millones en su economía para reactivarla mediante la compra de Bonos por parte de la Reserva Federal y mantendrá los tipos de interés casi a cero. Se teme que esto provoque una mayor depreciación del dólar y acentúe la guerra de divisas sobre todo con la moneda china, el renminbi “RMB”. El euro se apreciará y nuestras exportaciones se verán afectadas pudiendo contraerse el comercio internacional como ocurrió en el crack del 29.

El motivo de estas medidas es que la economía no despega.  El gasto público y las medidas presupuestarias adoptadas no consiguen que la demanda privada se recupere por el fuerte endeudamiento de las economías domésticas y el empobrecimiento que nos ha dejado la caída del sector inmobiliario con el consiguiente bloqueo del crédito bancario que pierde su sistema de garantías.

Hasta ahora se ha venido actuando mediante políticas presupuestarias y actuaciones en el sector financiero, dentro de un contexto monetario de bajos tipos de interés; pero nos encontramos que el gasto público está teniendo en muchos países altas dosis de despilfarro, sobre todo en España, por la fuerte crisis de valores en la sociedad y en las instituciones; y la banca vá a la “suya” y utiliza los recursos únicamente para sanear sus balances cumpliéndose con frecuencia aquello de que cuando necesitas un crédito la banca no te lo da porque no eres solvente y cuando te lo ofrece porque eres solvente entonces no lo necesitas.

La Reserva Federal y el Banco Central Europeo deberían buscar medidas que incidieran más directamente en la economía productiva y en las economías domésticas.

Cuando estalló la burbuja inmobiliaria se podría haber hecho, y todavía se puede hacer, una vinculación, de forma opcional, de las hipotecas con los activos que las garantizan congelando sus vencimientos y acumulando los intereses, de forma que  sólo en una transmisión tuviera que cancelarse la hipoteca. Estos préstamos deberían garantizarse por los Bancos Centrales a la Banca Privada. Se hubiera evitado la caída de la demanda y sólo hubiera quedado por “digerir” el traspaso de recursos humanos del sector inmobiliario a otros sectores. Puede parecer demasiado “pretensioso” y mientras no lo digo algún Nobel de Economía nadie lo va a escuchar, pero es algo similar a lo que se ha hecho con la banca pero en este caso directamente con las economías productivas y economías domésticas.

La demanda privada no va crecer por más malabarismos que hagan los bancos centrales con los tipos de interés mientras no se descargue a las economías domésticas de la losa que las oprime, ante la cual con frecuencia han sido víctimas más que causa. Conviene también mencionar que la utilización de los tipos de interés como herramienta de política monetaria no es inocua. Detrás de ella hay un problema de equidad y de justicia entre el ahorrador y el emprendedor y ha habido muchos intentos de determinar cuál es el tipo de interés óptimo para la Economía como la Regla de Taylor. La aparición de “burbujas” en los activos es el peligro más inminente en la situación actual. El slogan de los sindicatos de que los que nos han metido en la crisis no nos van a sacar de ella tiene su fondo de razón si bien no es óbice para que no se acometa la reforma del mercado laboral que nos ha otorgado otra ración adicional de crisis en forma del doble de paro que en cualquier otro país del mundo occidental.

En un contexto de baja inflación, cuando no deflación, y con una moneda propia que todos parecen querer devaluar, medidas como la propuesta son perfectamente aplicables. Tendrían un efecto similar al que produce la reducción de impuestos o el seguro de desempleo que impide el desplome de la demanda privada y la caída del PIB.

En cada Estado se han de acompañar con las reformas estructurales necesarias. En España lo que se está haciendo, congelar las pensiones y reducir el sueldo de los funcionarios permitirá reducir el déficit a corto plazo pero es justo lo que no había que hacer; porque es pan para hoy y hambre para mañana, ya que incide negativamente en la demanda privada y no permitirá que crezca el PIB. 

Esperemos que se tomen medidas adecuadas para que no acabemos en la misma situación que Japón que lleva 20 años en recesión y no hay atisbos de cambio.