La prensa destaca estos días que EEUU inyectará miles de millones en su
economía para reactivarla mediante la compra de Bonos por parte de la Reserva
Federal y mantendrá los tipos de interés casi a cero. Se teme que esto
provoque una mayor depreciación del dólar y acentúe la guerra de divisas sobre
todo con la moneda china, el renminbi “RMB”. El euro se apreciará y nuestras
exportaciones se verán afectadas pudiendo contraerse el comercio internacional
como ocurrió en el crack del 29.
El motivo de estas medidas es que
la economía no despega. El gasto público y las medidas presupuestarias
adoptadas no consiguen que la demanda privada se recupere por el fuerte endeudamiento de las economías
domésticas y el empobrecimiento que nos ha dejado la caída del sector
inmobiliario con el consiguiente bloqueo del crédito bancario que pierde su
sistema de garantías.
Hasta ahora se ha venido actuando
mediante políticas presupuestarias y actuaciones en el sector financiero, dentro
de un contexto monetario de bajos tipos de interés; pero nos encontramos que el
gasto público está teniendo en muchos países altas dosis de despilfarro, sobre
todo en España, por la fuerte crisis de valores en la sociedad y en las
instituciones; y la banca vá a la “suya” y utiliza los recursos únicamente para
sanear sus balances cumpliéndose con frecuencia aquello de que cuando necesitas
un crédito la banca no te lo da porque no eres solvente y cuando te lo ofrece
porque eres solvente entonces no lo necesitas.
La Reserva Federal y el Banco
Central Europeo deberían buscar medidas
que incidieran más directamente en la economía productiva y en las economías
domésticas.
Cuando estalló la burbuja
inmobiliaria se podría haber hecho, y
todavía se puede hacer, una vinculación, de forma opcional, de las hipotecas
con los activos que las garantizan congelando sus vencimientos y acumulando los
intereses, de forma que sólo en una
transmisión tuviera que cancelarse la hipoteca. Estos préstamos deberían
garantizarse por los Bancos Centrales a la Banca Privada. Se hubiera evitado la caída de la demanda y sólo hubiera quedado por “digerir”
el traspaso de recursos humanos del sector inmobiliario a otros sectores. Puede
parecer demasiado “pretensioso” y mientras no lo digo algún Nobel de Economía
nadie lo va a escuchar, pero es algo similar a lo que se ha hecho con la banca
pero en este caso directamente con las economías productivas y economías
domésticas.
La demanda privada no va crecer
por más malabarismos que hagan los bancos centrales con los tipos de interés mientras no se descargue a las economías
domésticas de la losa que las oprime, ante la cual con frecuencia han sido
víctimas más que causa. Conviene también mencionar que la utilización de
los tipos de interés como herramienta de política monetaria no es inocua.
Detrás de ella hay un problema de equidad y de justicia entre el ahorrador y el
emprendedor y ha habido muchos intentos de determinar cuál es el tipo de
interés óptimo para la Economía como la Regla de Taylor. La aparición de
“burbujas” en los activos es el peligro más inminente en la situación actual.
El slogan de los sindicatos de que los
que nos han metido en la crisis no nos van a sacar de ella tiene su fondo
de razón si bien no es óbice para que no se acometa la reforma del mercado
laboral que nos ha otorgado otra ración adicional de crisis en forma del doble
de paro que en cualquier otro país del mundo occidental.
En un contexto de baja inflación, cuando no deflación, y con una moneda
propia que todos parecen querer devaluar, medidas como la propuesta son
perfectamente aplicables. Tendrían un efecto similar al que produce la
reducción de impuestos o el seguro de desempleo que impide el desplome de la
demanda privada y la caída del PIB.
En cada Estado se han de
acompañar con las reformas estructurales necesarias. En España lo que se está
haciendo, congelar las pensiones y
reducir el sueldo de los funcionarios permitirá reducir el déficit a corto
plazo pero es justo lo que no había que hacer; porque es pan para hoy y
hambre para mañana, ya que incide negativamente en la demanda privada y no
permitirá que crezca el PIB.