Si se rescata a las economías domésticas se evita tener que rescatar posteriormente al sistema financiero. A las economías domésticas se las rescata creando empleo como dice Rajoy pero también protegiendo la vivienda familiar.
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Las medidas tomadas hasta ahora
por el nuevo gobierno de Rajoy se han dirigido principalmente a solucionar su
propio problema, el problema del déficit de las administraciones del Estado y
de la Deuda Pública y para ello nos han apretado también “el cinturón” a las
economías domésticas -los particulares- en mayor proporción que al sector
público. Cabría decirle al gobierno que mientras no se deciden a “rescatar”
a la economía doméstica “que cada palo aguante su vela”.
Recientemente en este Diario se
han publicado las cifras de los activos que acumula la banca entre pisos,
solares y promociones en marcha por un importe de 73750 millones de euros con
unas provisiones realizadas de 21700 millones. Sean cuales sean las provisiones
realizadas está claro que el sistema financiero tiene 73750 millones de fondos
bloqueados en viviendas para vender. La falta de liquidez “es la que es” y de
una manera o de otra habrá que reponerla para que la banca ejerza su labor
financiera. Las provisiones lo único que hacen es darnos a conocer la “cruda”
realidad reflejando la adecuación del valor de los inmuebles a los precios del
mercado; pero estos precios se hundirán todavía más por el efecto de la oferta
superior a una demanda que además precisa de préstamos bancarios para
materializar la compra, préstamos que a su vez precisan de garantías
inmobiliarias para ser concedidos, garantías que se desmoronan con el paso del
tiempo por la caída de precios.
En definitiva la cifra de 73750
millones es la falta de liquidez actual de la banca por este concepto.
Podríamos concluir que desde que empezó la crisis en el 2007 los bancos han
transformado “préstamos hipotecarios por cobrar” en “viviendas por vender” por
este importe pero no han solucionado su problema de falta de liquidez. La
otra cara de la moneda es que gran parte de esos inmuebles son viviendas
familiares, garantizadas por la constitución, que los particulares han perdido
mediante desahucios quedándose en la calle o socorridos por otros miembros
de la familia, los que tienen la suerte de tenerla.
Se propone con estos inmuebles
crear un “banco malo” por importe de 73000 millones de euros -posteriormente se han barajado cifras de
50000 millones- y obligar a la banca a hacer saneamientos y
capitalizarse pero la situación actual no es definitiva todavía.
En los tres primeros trimestres
del año 2011 se han registrado en España 42879 desahucios, cifra muy superior a
la del mismo periodo del 2010 que fue de 34459 y se espera que en el 2012 se
batirán nuevas marcas. En los procedimientos concursales los administradores
concursales se dan por satisfechos si consiguen que las Entidades Financieras
se queden los inmuebles y den por cancelada su deuda hipotecaria renunciando a
posteriores reclamaciones. Los bancos
prefieren un inmueble a un préstamo hipotecario porque las obligaciones de
realizar provisiones son superiores en los préstamos que en los inmuebles, pero
lo que está claro y me repito de nuevo es que la falta de liquidez “es la que
es” por más provisiones que se hagan.
El grifo todavía no se ha cerrado y el flujo de desahucios continúa y vá
destrozando la sociedad. Las expectativas de “recesión” económica para el nuevo
año lo pintan todavía más negro. El “banco malo” -o la cuantía total de falta
de liquidez en la banca- no se puede organizar sólo por el valor de los
inmuebles en poder de la banca, ni siquiera añadiendo a éstos los préstamos que
ya tienen cuotas impagadas sino considerando también todos los préstamos
susceptibles de convertirse en morosos en el futuro. El límite final está en el
volumen de endeudamiento del sector privado que tiene cifras muy altas,
bastante más altas que el sector público.
El fuerte endeudamiento hipotecario del sector privado se va trasladando
a la banca cuando las economías domésticas no pagan sus cuotas hipotecarias.
Si se rescata a las economías domésticas se evita tener que rescatar
posteriormente al sistema financiero. A las economías domésticas se las
rescata creando empleo como dice Rajoy pero también protegiendo la vivienda
familiar.
Recordemos que en España la crisis económica ha tenido dos vertientes,
una internacional generada por la pésima configuración del euro, los
bajos tipos de interés que propiciaron la burbuja inmobiliaria, los “instrumentos
financieros derivados” sin control de los bancos centrales que fomentaron el
incremento irracional de precios; y una vertiente nacional generada por nuestro
mercado laboral que nos ha propiciado el doble de tasa de paro que en el resto
de Europa. Hay una doble responsabilidad. La primera imputable a
Bruselas y al Banco Central Europeo y la segunda a los agentes económicos
internos, léase mercado laboral, sindicatos y la negligencia del anterior
gobierno que nunca debió llegar a gobernar. Alguien dirá también que a nadie se
obligó a hipotecarse para comprar una vivienda. Ciertamente es así pero el
mercado Inmobiliario durante los años 2000 a 2006 ha sido una especie de
ratonera en la que muchos han quedado atrapados.
Al Banco Central Europeo se le
ha de exigir que asuma su responsabilidad por la crisis financiera. La solución es más simple de lo que parece y
está en la línea de acumular, opcionalmente y durante un plazo de tiempo –al
menos mientras se recupera la economía-, los capitales vencidos de los
préstamos y los intereses devengados, en la escritura de propiedad de la
vivienda de forma que sólo tengan que ser satisfechos obligatoriamente si se
produce la venta de la vivienda. Estos préstamos con cuotas e intereses sin
pagar acumulados deben redirigirse hacia un “banco malo” y ser financiados con
la garantía del Banco Central Europeo. Sin
la financiación del Banco Central Europeo no podemos hacer nada de nada.
Parece que dado nuestro nivel de Deuda Pública ahora no sea el momento de
enfrentarse a Bruselas, pero se evitaría la caída de precios del mercado
inmobiliario provocada por la mayor oferta, una caída mayor del consumo y se
recuperaría el sistema de garantías del mercado de crédito. Para los que
ya han sido desahuciados deben arbitrarse medidas que les permitan recuperar su
vivienda.
Fabricar bienes y servicios
supone realizar todo un complicado proceso productivo y organizar
eficientemente unos recursos pero inyectar
dinero en la economía es tan simple como darle a un botón; llamémoslo como
queramos: eurobonos, compra de Deuda Soberana, préstamos a bajo tipo de
interés… etc.; pero sólo se puede hacer desde la Unión Europea y desde el Banco
Central Europeo y lógicamente sólo se debe hacer cuando se ha tocado el “fin de
fiesta” y esto parece que ya ha ocurrido en España, Italia y Grecia. Ahora que
en España ya no gobiernan aquellos que nunca debieron haber gobernado, estamos
en condiciones de negociar este tema en Bruselas con un poco de “mala leche” si
hace falta por la parte de responsabilidad que les toca.
Algunos ayuntamientos como el de
Torrelavega han creado una comisión de Desahucios y han iniciado rondas de
encuentros con todas las entidades
bancarias, entre ellas el BBVA, a las que pedirán que adopten medidas para
prevenir los desalojos de viviendas por falta de pago. Iniciativa loable pero
que cuenta con unos medios muy limitados. Es el Gobierno de la Nación el que
debe abordar el problema cuanto antes y para ello se necesita temple y
coraje, el mismo que se tuvo cuando se diseñó el Plan Marshall. En el debate de
investidura, Cayo Lara, se ha llenado la boca hablando de los desahucios de
viviendas pero la Izquierda radical ha demostrado una y otra vez que nunca
soluciona nada sino que para ellos los problemas son bandera para introducir
ideologías. No hacer nada supondrá dejar que se incube un grave problema social
que alguien, el Rubalcaba de turno, se encargará de cocinar y tarde o temprano
explotará en la calle.