En esta crisis económica que
tiene sus raíces en una profunda crisis de valores, algunos principios como el
Bien Común y el Principio de subsidiariedad del Estado frente a la iniciativa
privada han sido eliminados de la “cosa” pública y sustituidos por otros
principios como “El dinero público no es de nadie”.
Esta “desacertada frase”, pronunciada
el 29 de mayo de 2004 por la entonces Ministra de Cultura Calmen Calvo, refleja
con “acierto” la forma en que se ha gestionado el sector publico durante los
últimos años.
Junto a ellos podemos enunciar
también la regla: “el que paga manda”. Criterio muy claro que pretende
dar a quien paga la facultad de ejercer autoridad en la realización del gasto
que está pagando. Nos lo podemos encontrar con otros enunciados como “A
caballo regalado no le mires el diente” pero el contenido es similar, y nos
lo podemos encontrar en situaciones tan simples como cuando en Navidad algún
pariente próximo te regala una corbata horrible que te tienes que poner por
agradecimiento a quien te la regaló. Sin embargo la soberanía del consumidor,
el derecho que tiene el consumidor a elegir libremente aquello que consume se
sustenta en otra regla, que siendo prioritaria a la anterior tiene menos poder
coercitivo y a menudo es suplantada por ella y que podemos enunciar como “el
que consume manda”.
Cuando el que consume y el que
paga son la misma persona todo funciona correctamente. Sin embargo con
frecuencia el que consume no es el que paga y se abre una puerta por la que se
puede introducir la manipulación. Esto ocurre con más frecuencia de la que
sería de desear: cuando compramos un periódico, vemos la televisión, llevamos
nuestros hijos al colegio, vamos al hospital. Y también cuando el Estado
financia a los sindicatos, a los partidos políticos, cuando otorga subvenciones
y cuando contrata con proveedores saltándose los procedimientos con
subterfugios.
Las subvenciones del Estado a los
sindicatos han supuesto que estos se olviden de la defensa de los trabajadores,
de los que pierden su empleo y de los que ya lo han perdido; y se han entregado
a ideologías que interesaban también al gobierno y que les han permitido a
ambos disfrutar de sus privilegios.
La huelga general se ha vestido
con muchos slogans y los sindicatos de la enseñanza ha emprendido toda una
campaña contra los recortes en general como muro de contención para evitar esos
otros recortes en su financiación propia que es dónde les duele y dónde está el
caballo de Troya. No se trata de que los sindicatos caigan como dice Esperanza
Aguirre –o quizá sí- ni tampoco de meter a todos los sindicatos en el mismo
saco: en la enseñanza mientras USO tiene un reconocido prestigio, STEC es
correa de transmisión de ideologías como la ideología de género. Se trata
de que recuperen su función.
Tanto para los sindicatos, como
para los partidos políticos y en general en la concesión de subvenciones el
sistema de marcar la X en la declaración de renta garantiza la soberanía del
ciudadano. Se verán obligados a estar al servicio de los ciudadanos y no al
de los intereses de sus dirigentes. Durante unos años deberán establecerse
complementos en forma de financiación directa como se hizo con la Iglesia para
después ajustar los porcentajes y eliminar definitivamente la subvención
directa. Este sistema es una garantía de libertad, de soberanía del ciudadano y
devuelve los sindicatos a la función que le es debida. Con este sistema los
sindicatos también ganan, es más son los que más se benefician; los que
pierdan, los únicos que pierden son sus dirigentes.
En la aprobación de los
presupuestos el gobierno ha desaprovechado una buena oportunidad para abordar
el problema en la que hubiera contado además con la presión de Bruselas.
Oportunidades las habrá y la batalla se ha de ganar entre todos porque la
resistencia a perder privilegios es fuerte.