Hoy 2 de abril conmemoramos el aniversario de la muerte, y ahora ya podemos
también afirmar el aniversario de la marcha al cielo del Beato Juan Pablo II.
Muchas facetas desempeñó Juan Pablo II durante su pontificado y durante toda su
vida. Una de ellas fue la de defensor incansable de la Vida Humana. Su
encíclica Evangelium Vitae es de lectura obligatoria para cualquier gobernante
que se precie.
Muchas otras voces también se están levantando últimamente en defensa de la
vida. Jaime Mayor Oreja ha presentado esta semana una iniciativa europea
para recoger firmas en contra del aborto en la UE que encabezará junto con
el eurodiputado popular italiano Carlo Casino. Por su parte Alberto Ruiz
Gallardón no deja de sorprendernos una y otra vez. Lo hizo hace algunas
semanas cuando dijo que iba a reformar la regulación de la protección del
derecho a la vida, modificando una ley de la interrupción voluntaria del
embarazo que fue aprobada sin consenso, y que va a retomar la doctrina del
Tribunal Constitucional. Lo ha vuelto a hacer recientemente poniéndose en
primera fila “cum laude” al afirmar que lo progresista es el derecho a la
maternidad.
El pasado fin de semana, con motivo del día internacional de la Vida fueron
convocadas manifestaciones en toda España. Manifestaciones cuya principal
característica es su ambiente festivo, jovial y alegre. Nada que ver con otras
manifestaciones más recientes. Y manifestaciones que fueron encabezadas en
Madrid por personas de primera fila del mundo de la canción como Nena Daconte,
Irene Villa víctima de atentado terrorista, presentadores como Alejandra Prats
y Miguel Ángel Tobías
Muchas
cosas se podrían decir desde el punto de vista jurídico y de ley natural sobre
el derecho a la vida y la maldad del aborto, y en el fondo todas ellas se
fundamentan en dos preguntas: ¿Cuándo empieza la vida humana? y ¿qué
valor tiene la vida humana?. Sin embargo en la práctica, la aceptación
social del aborto es uno de los mayores dramas de nuestra sociedad, drama que
se ha multiplicado exponencialmente con la píldora abortiva del día después, y
requiere que el problema se aborde desde muchos ámbitos.
Son
muy pocos los partidarios de aborto “per se”, salvo aquellos que lo han
convertido en un negocio. Algunos defienden la prioridad de la elección de la
madre ante un embarazo inesperado, pero hoy día no cabe duda de que si la madre
eligiera libremente raramente elegiría abortar. La evidencia de que nuestra
sociedad está envejecida se impone y reclama del Estado con urgencia políticas
de apoyo a la mujer embarazada con dificultades, como las promovidas por
REDMADRE. “Defender la vida con la madre no contra la madre”, es la frase de
Juan Pablo II que sería el punto de unión, la mano abierta de los que defienden
la vida a los que defienden la elección de la madre.
En
esta la “batalla por la vida” se necesitan también testimonios como el de
Esperanza Puente que abortó y ha vivido el drama en su propia piel, o el de
personas que han sobrevivido a un aborto como Giana Gessen; otros como el de
Abby Hohnson que pasó de directora de centro abortista a defensora de la vida o
el llamado Doctor Muerte, el Doctor Bernad Nathanson uno de los artífices de la
introducción del aborto en EEUU y que después se hizo próvida y se convirtió al
catolicismo. Leyes como las del estado de tejas de 2010 que exige a las mujeres
que quieren abortar escuchar el sonido del feto y su descripción detallada por
parte del médico; u otras que busquen acorralar jurídicamente a aquellos que
han hecho del aborto una fuente de enriquecimiento.
El
aborto desaparecerá del mundo igual que desapareció la esclavitud y sólo
quedará el recuerdo de lo que fue capaz de hacer una sociedad que rechazó a
Dios e idolatró al hombre. Que esto ocurra antes o después dependerá del empeño
de cada uno de nosotros.
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