jueves, 8 de enero de 2015

ALTEZA REAL





"¿Está justificado que Iñaqui Urdangarín en Estados Unidos tuviera que salir corriendo para evitar que sus hijos fueran fotografiados por la prensa?, ¿Y que la Infanta Cristina fuera acosada por una periodista con una cámara oculta?"
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Hasta hace unos meses el debate en la Opinión Pública era si la Infanta debía ser imputada o no. Algunos argumentaban que era mejor la imputación porque así se pondría punto y final al tema. Ahora hemos pasado de la imputación al momento en que la Infanta se siente en el banquillo de los acusados. Algunos vuelven a argumentar que es mejor que se siente en el banquillo de los acusados porque así se pondrá punto y final al tema. Pero no da la impresión de que para el Juez Castro éste sea el punto final.

Si hacemos memoria vemos que los Duques de Palma han sido sometidos a un auténtico linchamiento mediático desde el principio. El secreto de sumario se levantó a mediados de diciembre del 2011 pero ya antes se habían producido numerosas filtraciones a la prensa. ¿No pudieron ser evitadas por el Juez? En casa de herrero cuchillo de palo. Nunca he entendido por qué se producen filtraciones en los Juzgados y tampoco he entendido que no se exijan responsabilidades a los titulares de los Juzgados. ¡Cuatro años ya de linchamiento mediático!

“¿Qué necesidad tenía ese chico tan alto llamado Urdangarín de organizar los “tejemanejes” que hizo”” dijo un tertuliano en un programa de televisión en el que también intervino José Luis Corcuera. Todos estuvieron de acuerdo en lamentar el “calvario” por el que habían pasado los Duques de Palma durante los últimos años y que no deseaban a nadie. Hubiera añadido que la necesidad que tuvo Urdangarín es la necesidad que tiene toda persona joven de desarrollar un trabajo profesional. Por una parte se encontró con un activo inmaterial que era su pertenencia a la casa real que le daba una posición de representatividad para la que no tuvo criterios de actuación ni había leyes que se los delimitasen; y por otra parte esa misma posición le impedía desarrollar una carrera profesional como cualquier economista, abogado, médico….etc. El resultado ha sido el que ha sido.

Volviendo al proceso de instrucción judicial, ¿Qué explicación tiene que un juez que investiga con extremada diligencia toda la trama internacional de las empresas y los movimientos de fondos, no sea capaz de frenar las filtraciones a la prensa? ¿Y posteriormente por qué se levantó tan pronto el secreto de sumario? ¿Necesitaba el juez Castro el apoyo y el jaleo de la opinión pública para seguir adelante con su labor? ¿Está justificado que Iñaqui Urdangarín en Estados Unidos tuviera que salir corriendo para evitar que sus hijos fueran fotografiados por la prensa?, ¿Y que la Infanta Cristina fuera acosada por una periodista con una cámara oculta? ¿Y que una cadena de televisión anunciara como si se tratase de una final de  futbol un programa con el título “Todo sobre el caso Iñaqui Urdangarín”? ¿No debería impedirse que salgan a la luz pública los correos electrónicos personales de Iñaqui Urdangarín? Me dieron pena algunos titulares de prensa que parecían ir dirigidos al rompimiento de la familia. El secreto de sumario ¿no está para evitar este tipo de situaciones?

Como decía Cervantes  en boca de Don quijote “Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”.

Pero el secreto de sumario queda ya lejos, y el daño ya está hecho. Ahora uno de los puntos del debate es la igualdad ante la ley; y es un tema que se exhibe con frecuencia para dar cabida y justificación a actuaciones muy diversas. Sí, todos somos iguales ante la Ley pero no todos vivimos en las mismas circunstancias ni tenemos la misma dignidad, ni la misma autoridad ni contribuimos de la misma manera al bien común.  Esta igualdad admite muchos matices. En el debate político de la película Lincoln de Spielberg, se plasma muy acertadamente la importancia de estos matices trasladándose el debate desde la igualdad en todas las cosas hasta centrarlo únicamente en la igualdad jurídica: Usted afirme que cree en la igualdad jurídica de todas las razas, no en la igualdad racial, se lo suplico señor. Contemporice o lo arriesga todo.” Es la recomendación que se da a uno de los diputados del partido republicano para que no entorpezca y facilite el proceso de aprobación de la decimotercera enmienda que aboliría la esclavitud.

El aforamiento de los diputados y cargos públicos rompe la igualdad jurídica; y también la rompe la potestad de indulto que recae en el gobierno. La igualdad jurídica se rompe sobre todo y como ya hemos comentado, cuando desde un juzgado se producen filtraciones que inician un proceso paralelo de enjuiciamiento en la prensa, que sólo se produce en personajes de relevancia pública. Podríamos encontrar muchas otras situaciones de hecho en que la igualdad jurídica se rompe en un sentido o en otro.

En el caso de la Infanta, la pregunta es si una persona que nace con una condición social, con un “para”, podemos decir que nace en situación de igualdad al resto de los ciudadanos; o más bien habríamos de afirmar que nace con una distinción, para bien o para mal. ¿Puede la Infanta ejercer una profesión de médico, abogado, economista…etc. con la misma normalidad que cualquier ciudadano, o su condición de Infanta hará que todo lo que haga tenga una relevancia susceptible de tener una repercusión mediática y ser enjuiciado por los medios?

De nuevo nos dice Cervantes en boca de Don Quijote “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia”. Texto que evoca aquel principio de Derecho que dice “In dubio pro reo”. En caso de duda hay que estar a favor del acusado.

En la edición de El Mundo del pasado 22 de Diciembre se hablaba de  “La Rendija del abogado del Estado” y se decía que “El escrito del representante del Estado ha dejado la puerta abierta a la decisión de Castro”. (…) “No acusaba de delito fiscal a la hermana del Rey pero omitía solicitar el sobreseimiento de la causa respecto a ella. Esa relevante omisión ha podido facilitar que el instructor no aplique el precepto de la Ley de Enjuiciamiento Criminal invocado por el fiscal Pedro Horrach y la defensa de la Infanta para que ésta pudiera esquivar el banquillo”. Por un descuido técnico y la obstinación del Juez Castro la Infanta irá al banquillo de los acusados. Acudir al “Hacienda somos todos” es una argucia populista que está en línea con el linchamiento mediático producido por las filtraciones durante el secreto de sumario y por el levantamiento del secreto de sumario. “No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda” dice Cervantes en boca de Don Quijote.

El PSOE está muy preocupado por la buena imagen de la institución monárquica e insta al Rey a que pida a la Infanta que renuncie a sus derechos dinásticos.  Tendría credibilidad si se preocupara también por la buena imagen del Parlamento Español y pidiera al Gobierno una Ley que elimine el aforamiento de los diputados, y le pidiera también al Juez Castro que actúe con la misma objetividad que la juez Alaya.

La Infanta Cristina ha dado amplias muestras de nobleza, no sólo de abolengo sino también de corazón. Las grandes personas se curten en la adversidad, la rectificación de los propios errores permite mejorar,  y esperemos que el “pueblo” no sea tan cerril ni tan corto de miras que se obstine en destruir el carisma de los duques de Palma.