"¿Está justificado que Iñaqui Urdangarín en Estados Unidos tuviera que salir corriendo para evitar que sus hijos fueran fotografiados por la prensa?, ¿Y que la Infanta Cristina fuera acosada por una periodista con una cámara oculta?"
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Hasta hace unos meses el debate en la
Opinión Pública era si la Infanta debía ser imputada o no. Algunos argumentaban
que era mejor la imputación porque así se pondría punto y final al tema. Ahora
hemos pasado de la imputación al momento en que la Infanta se siente en el
banquillo de los acusados. Algunos vuelven a argumentar que es mejor que se
siente en el banquillo de los acusados porque así se pondrá punto y final al
tema. Pero no da la impresión de que para el Juez Castro éste sea el punto
final.
Si hacemos memoria vemos que los
Duques de Palma han sido sometidos a un auténtico linchamiento mediático desde
el principio. El secreto de sumario se levantó a mediados de diciembre del 2011
pero ya antes se habían producido numerosas filtraciones a la prensa. ¿No
pudieron ser evitadas por el Juez? En casa de herrero cuchillo de palo. Nunca
he entendido por qué se producen filtraciones en los Juzgados y tampoco he entendido
que no se exijan responsabilidades a los titulares de los Juzgados. ¡Cuatro
años ya de linchamiento mediático!
“¿Qué
necesidad tenía ese chico tan alto llamado Urdangarín de organizar los
“tejemanejes” que hizo”” dijo un tertuliano en un programa de
televisión en el que también intervino José Luis Corcuera. Todos estuvieron de
acuerdo en lamentar el “calvario” por el que habían pasado los Duques de Palma
durante los últimos años y que no deseaban a nadie. Hubiera añadido que la
necesidad que tuvo Urdangarín es la necesidad que tiene toda persona joven de
desarrollar un trabajo profesional. Por una parte se encontró con un activo
inmaterial que era su pertenencia a la casa real que le daba una posición de
representatividad para la que no tuvo criterios de actuación ni había leyes que
se los delimitasen; y por otra parte esa misma posición le impedía desarrollar
una carrera profesional como cualquier economista, abogado, médico….etc. El
resultado ha sido el que ha sido.
Volviendo al proceso de instrucción
judicial, ¿Qué explicación tiene que un juez que investiga con extremada
diligencia toda la trama internacional de las empresas y los movimientos de
fondos, no sea capaz de frenar las filtraciones a la prensa? ¿Y posteriormente
por qué se levantó tan pronto el secreto de sumario? ¿Necesitaba el juez Castro
el apoyo y el jaleo de la opinión pública para seguir adelante con su labor?
¿Está justificado que Iñaqui Urdangarín en Estados Unidos tuviera que salir
corriendo para evitar que sus hijos fueran fotografiados por la prensa?, ¿Y que
la Infanta Cristina fuera acosada por una periodista con una cámara oculta? ¿Y
que una cadena de televisión anunciara como si se tratase de una final de
futbol un programa con el título “Todo sobre el caso Iñaqui Urdangarín”? ¿No
debería impedirse que salgan a la luz pública los correos electrónicos
personales de Iñaqui Urdangarín? Me dieron pena algunos titulares de prensa que
parecían ir dirigidos al rompimiento de la familia. El secreto de sumario ¿no
está para evitar este tipo de situaciones?
Como decía Cervantes en boca de
Don quijote “Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras,
pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas
razones”.
Pero el secreto de sumario queda ya
lejos, y el daño ya está hecho. Ahora uno de los puntos del debate es la
igualdad ante la ley; y es un tema que se exhibe con frecuencia para dar cabida
y justificación a actuaciones muy diversas. Sí, todos somos iguales ante la Ley
pero no todos vivimos en las mismas circunstancias ni tenemos la misma
dignidad, ni la misma autoridad ni contribuimos de la misma manera al bien
común. Esta igualdad admite muchos matices. En el debate político de la
película Lincoln de Spielberg, se plasma muy acertadamente la importancia de
estos matices trasladándose el debate desde la igualdad en todas las cosas
hasta centrarlo únicamente en la igualdad jurídica: “Usted afirme que cree en la igualdad jurídica de todas
las razas, no en la igualdad racial, se lo suplico señor. Contemporice o lo
arriesga todo.” Es la recomendación que se da a uno de los diputados
del partido republicano para que no entorpezca y facilite el proceso de
aprobación de la decimotercera enmienda que aboliría la esclavitud.
El aforamiento de los diputados y
cargos públicos rompe la igualdad jurídica; y también la rompe la potestad de
indulto que recae en el gobierno. La igualdad jurídica se rompe sobre todo y
como ya hemos comentado, cuando desde un juzgado se producen filtraciones que
inician un proceso paralelo de enjuiciamiento en la prensa, que sólo se produce
en personajes de relevancia pública. Podríamos encontrar muchas otras
situaciones de hecho en que la igualdad jurídica se rompe en un sentido o en
otro.
En el caso de la Infanta, la pregunta
es si una persona que nace con una condición social, con un “para”, podemos
decir que nace en situación de igualdad al resto de los ciudadanos; o más bien
habríamos de afirmar que nace con una distinción, para bien o para mal. ¿Puede
la Infanta ejercer una profesión de médico, abogado, economista…etc. con la
misma normalidad que cualquier ciudadano, o su condición de Infanta hará que
todo lo que haga tenga una relevancia susceptible de tener una repercusión
mediática y ser enjuiciado por los medios?
De nuevo nos dice Cervantes en boca
de Don Quijote “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso
de la dádiva, sino con el de la misericordia”. Texto que evoca
aquel principio de Derecho que dice “In dubio pro reo”. En caso de duda hay que
estar a favor del acusado.
En la edición de El Mundo del pasado
22 de Diciembre se hablaba de
“La Rendija del abogado del Estado” y se
decía que “El escrito del representante del Estado
ha dejado la puerta abierta a la decisión de Castro”. (…) “No acusaba de delito
fiscal a la hermana del Rey pero omitía solicitar el sobreseimiento de la causa
respecto a ella. Esa relevante omisión ha podido facilitar que el instructor no
aplique el precepto de la Ley de Enjuiciamiento Criminal invocado por el fiscal
Pedro Horrach y la defensa de la Infanta para que ésta pudiera esquivar el
banquillo”. Por un descuido técnico y la obstinación del Juez Castro
la Infanta irá al banquillo de los acusados. Acudir al “Hacienda somos todos” es una argucia
populista que está en línea con el linchamiento mediático producido por las
filtraciones durante el secreto de sumario y por el levantamiento del secreto
de sumario. “No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros
que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será
a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda” dice Cervantes
en boca de Don Quijote.
El PSOE está muy preocupado por la
buena imagen de la institución monárquica e insta al Rey a que pida a la
Infanta que renuncie a sus derechos dinásticos. Tendría credibilidad si
se preocupara también por la buena imagen del Parlamento Español y pidiera al
Gobierno una Ley que elimine el aforamiento de los diputados, y le pidiera
también al Juez Castro que actúe con la misma objetividad que la juez Alaya.
La Infanta Cristina ha dado amplias
muestras de nobleza, no sólo de abolengo sino también de corazón. Las grandes
personas se curten en la adversidad, la rectificación de los propios errores
permite mejorar, y esperemos que el “pueblo” no sea tan cerril ni tan
corto de miras que se obstine en destruir el carisma de los duques de Palma.