DEMOCRACIA CERO
Las obediencias masónicas, disciplina de voto, listas
cerradas, perpetuación en los cargos, y el dedo del líder del partido, con la
connivencia de los medios de comunicación subvencionados y controlados, han
llevado a una situación de democracia cero.
Democracia cero quiere decir que la democracia representativa
ya no representa, que las leyes no sólo se elaboran al margen de los intereses
de los ciudadanos, sino que ni siquiera se elaboran en los parlamentos, y los
diputados poco o nada aportan e incluso desconocen por completo su contenido.
La proposición de Ley LGTBI de Podemos que puede ser aprobada
en septiembre con el apoyo del PP y todos los grupos, es una muestra de ello.
Es una ley que responde al mismo patrón que han seguido estas leyes en todas
las comunidades autónomas, cada vez dando una vuelta de tuerca más.
Aparentemente se hace con la colaboración del colectivo LGTBI, quién no cabe
duda hace importantes aportaciones, pero esta es la excusa que permite
introducir leyes desde fuera del parlamento y que sean las logias de
determinadas Obediencias del Nuevo Orden Mundial las que determinen el qué,
cómo, cuándo y cuánto de la ley.
Es una proposición de Ley que en una votación secreta sería
rechazada por los diputados, y en un referéndum lo sería por los ciudadanos, al
igual que fue rechazada en votación secreta la petición de retirada del
Proyecto de Protección del concebido no Nacido de Gallardón; aunque después lo
retiro Rajoy de forma inexplicable o explicable por sus hipotecas ideológicas y
sus Obediencias.
Mientras que el diputado es un simple peón al que poco o nada
se le deja decir o aportar, los que dirigen los partidos se mueven entre la
zanahoria y el palo. La zanahoria del jaleo y apoyo de los medios y organismos
nacionales e internacionales, y el palo de la corrupción de su partido contrastada
y documentada. Corrupción que puede aparecer en los medios de comunicación
cuando sea necesario para mostrar al líder la senda que ha de seguir, las leyes
que ha de aprobar, las que no debe tocar y lo que le puede ocurrir en caso
contrario.
En una sociedad de consumo la corrupción económica se penaliza con
dureza, aunque los fondos públicos defraudados se recuperan con facilidad
cuando la economía se pone a funcionar a buen ritmo. Sin embargo, el deterioro
de las personas es de difícil recuperación. Y toda persona tiene derecho a no
ser juzgada dos veces: una en los juzgados y otra en la prensa. No podemos
convertirnos en una España justiciera porque entre otras cosas, se hace el
juego a los que mueven los hilos.
¿Hay alguna relación entre la asistencia de Albert Ribera a
la última reunión del Bilderberg Group y su empecinamiento en la Ley de
Vientres de Alquiler o Gestación Subrogada? ¿Hay alguna relación entre la
asistencia de Ana Patricia Botín a la misma reunión y el regalo unos días más
tarde del Banco Popular?
Con el tiempo se conocerán estos trapos sucios, igual que la
autoría del atentado del 11M de Madrid. Por ahora percibimos el “olor a
podrido” pero no podemos afirmar con rotundidad qué es lo que lo produce.
Los intereses de los ciudadanos están siendo ignorados, y
también moldeados, manipulados y creados por los medios, hasta llegar a este
punto en el que estamos de Democracia Cero.
El secretismo en el que vive la masonería y las maldiciones
que el iniciado lanza sobre sí mismo en los ritos de entrada y progreso en la Obediencia,
producen un efecto de temor que cierra bocas y puertas. Temor al más allá y al
más acá, porque como dice César Vidal en su libro, Los Masones, siempre hay
alguien capaz de hacer que las maldiciones se cumplan. Hoy que todo se graba y
todo se publica, los secretos de la masonería permanecen ahí ocultos, casi en
su totalidad, sino fuera por la labor de hormiguita de determinados
periodistas, investigadores y estudiosos que van atando cabos.
Secretismo que tiene el efecto en convertir la fraternidad en
tráfico de influencias, los consensos en acuerdos conspiratorios, y las
instituciones en terminales que cuecen panes que ya vienen pre-cocidos, y que no
representan a nadie.
El secretismo y la falta de transparencia de las Obediencias
Masónicas es la mayor lacra que tienen las Democracias Actuales.