sábado, 27 de enero de 2018

APADRINA A UN DIPUTADO








APADRINA A UN DIPUTADO


Si eres un tío o una tía que reza, apadrina a un diputado. Te lo digo en serio, apadrina a un diputado. Nuestros diputados están expuestos a la Ideología de Género.

Muchas leyes que, por desgracia, se tramitan en el Congreso tienen un alto contenido en Ideología de Género. Aunque no siempre se las leen, o más bien casi nunca, tienen que votarlas; y votar a favor de una ley de Ideología de Género, parece que imprime carácter.

Algunos hacen estudios de impacto de género, y los pagan a precio de jamón de bellota, pero lo que realmente impacta es la exposición a la Ideología de Género. La exposición  a Ideología de género es peor que la exposición a RAYOS X. El cerebro se arruga, se encoge, y con el tiempo se llega a reducir al tamaño de una bellota, con menos inteligencia que una lagartija. Y si quieres una prueba, escúchalos cuando hablan en televisión; olvidaron mil cosas buenas por una que salió mala. Andan como don Quijote con las Novelas de Caballerías, “desfaciendo entuertos y ensartando molinos de viento” “Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. De esta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el agasajo y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero”.

No podemos abandonarles a su suerte. Por eso, te lo digo muy en serio, si eres persona que reza, apadrina a un diputado.

Puedes encontrar la lista en el siguiente enlace:


 “Dícenme que en ese lugar hay bellotas gordas: envíeme hasta dos docenas, que las estimaré en mucho, por ser de su mano, y escríbame largo, avisándome de su salud y de su bienestar; y si hubiere menester alguna cosa, no tiene que hacer más que boquear: que su boca será medida, y Dios me la guarde. Deste lugar. Su amiga, que bien la quiere,
La Duquesa.
(…)
Y dioles las cartas. Leyólas el cura de modo que las oyó Sansón Carrasco, y Sansón y el cura se miraron el uno al otro, como admirados de lo que habían leído; y preguntó el bachiller quién había traído aquellas cartas. Respondió Teresa que se viniesen con ella a su casa y verían el mensajero, que era un mancebo como un pino de oro, y que le traía otro presente que valía más de tanto.

Quitóle el cura los corales del cuello, y mirólos y remirólos, y, certificándose que eran finos, tornó a admirarse de nuevo, y dijo:

–Por el hábito que tengo, que no sé qué me diga ni qué me piense de estas cartas y destos presentes: por una parte, veo y toco la fineza de estos corales, y por otra, leo que una duquesa envía a pedir dos docenas de bellotas.

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