“Secretario General Gorbachev, si busca la paz, si busca la prosperidad de la Unión Soviética y Europa oriental, si busca la liberalización, venga aquí a esta puerta y ábrala. Señor Gorbachev, derribe este muro”.
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La muerte de Eduard Shevardnadze, ministro de exteriores de Mijail
Gorvachev durante la Guerra Fría pone en primer plano algunos de los
acontecimientos políticos más importantes ocurridos durante el siglo XX. Fue
uno de los “ingenieros” de la perestroika, artífice de la retirada de las
tropas soviéticas de Afganistán, de los acuerdos de desarme con EEUU,
supervisor de la caída del muro de Berlín y del desmantelamiento de la
URSS y posteriormente presidente de su Georgia natal. Shevardnadze muere en el año en el que conmemoramos el
veinticinco aniversario de los acontecimientos políticos positivos
probablemente más importantes del siglo XX. Esperamos que este año 2014 sea
también un año de grandes acontecimientos legislativos.
El 10 de Junio ha hecho 25 años
de las protestas de la Plaza de Tian’anmen en Pekín en 1989 brutalmente
reprimidas, y el 9 de noviembre, fecha elegida por la Generalitat de Cataluña
para su consulta popular, hará 25 años de la caída del muro de Berlín también
en 1989. Dos años antes de estos hechos, el 18 de Junio de 1987 se pronunciaron
por Ronald Reagan frente a la puerta de Brandeburgo estas
históricas palabras de las que hemos conmemorado recientemente el 27
aniversario: “Secretario General
Gorbachev, si busca la paz, si busca la prosperidad de la Unión Soviética y
Europa oriental, si busca la liberalización, venga aquí a esta puerta y ábrala.
Señor Gorbachev, derribe este muro”.
Pese a que sus asesores se las
desaconsejaron por las fuertes tensiones existentes con la Unión Soviética,
Reagan fue más audaz que todos ellos y las incluyó en su discurso. Parafraseando a Reagan podríamos decir hoy
a Mariano Rajoy que si le preocupa la libertad y la justicia social, si
quiere sacar España adelante, cumpla su
programa electoral, y derogue ya la Ley Aído 2/2010; antes de que las
comunidades autónomas –Galicia, Cataluña, Andalucía- construyan bajo su amparo
un desarrollo normativo a modo de “telón de acero” que sin debate y con la
apariencia de no discriminación, están abriendo las puertas de los centros de
enseñanza a colectivos externos de gays y lesbianas y con ellos a la ideología
de género, mientras amordazan a padres y profesores; y tachan de
homófobos a todos los que protestan.
En el año 1982 Yuri Andropov
sucedía a Leonid Brezhnev como presidente de la Unión Soviética que tras un
largo mandato de 18 años había llevado a la URSS a una gran expansión militar.
Un año antes, en 1981, había accedido a la Presidencia de los Estados Unidos
Ronald Reagan quién para frenar el expansionismo soviético convirtió la “carrera armamentista en una pugna tecnológica, donde la
propia capacidad industrial y científica desbarató los sueños moscovitas”.
El proyecto de desarrollar un “paraguas nuclear” que fue llamado Guerra de las
Galaxias, dejó claro a Andropov que poco tenían que hacer.
En el año 1984 fallece Andropov y
empieza a “pasearse” por Europa un
personaje desconcertante llamado Mijail Gorbachev, elegido como nuevo
Presidente de la URSS, que “vendía” un
producto llamado “Perestroika” para el que requería apoyo internacional,
financiación y un sinfín de cosas más. Acompañado de su mujer, una elegante,
pero nada caprichosa, Raísa, que gustaba frecuentar las tiendas selectas
de la todavía Comunidad Económica Europea (CEE); vestido con sombrero, aires de
caballero, gentleman, y sonrisa de actor de cine; Gorbachev, primero confundió y después cautivó a la opinión pública
europea. Nada que ver con el rostro duro y sombrío de Brezhnev o Andropov.
Los que vivimos la época, a través de los medios de comunicación tuvimos la
impresión de que se trataba simplemente de una maniobra para fortalecer a los
decadentes partidos comunistas europeos.
La desconfianza inicial de Reagan
se desvaneció en diciembre de 1984 cuando la dama de hierro, Margaret Thatcher,
se reunió con Gorbachev en Londres y posteriormente comentó: “Me gusta
Mijail Gorbachev. Es un hombre con el que se puede hablar”. Se
esperaba que fuera precisamente una mujer la que desenmascarase al “impostor”,
pero no fue así; más bien pareció sucumbir a sus “encantos”. Pronto se
vería claramente que Gorbachev era una figura excepcional y la caída del muro
de Berlín el 9 de noviembre de 1989 no dejaría ninguna duda de ello.
Gorbachev tuvo sus mayores
dificultades y sus peores enemigos en su propia casa. Gran parte de sus debates
en el Politburó consiguió saltearlos merced a los éxitos y apoyos cosechados en
el exterior, en la política internacional. Gorbachev
se echó a la espalda el politburó y la Unión Soviética, y aguantó todo tipo de
golpes y puñaladas. Cuando emprendió el camino, no sabía a donde iba a
llegar; en su agenda política figuraba la Perestroika, un programa de reformas,
pero no el desmantelamiento de la estructura de la URSS y la liberación de los
estados sometidos tras el telón de acero, que caería casi por su propio peso.
No es muy distinto lo que le espera a Ruiz Gallardón si quiere sacar
adelante su proyecto de Ley de Protección del No Nacido. Tendrá que echarse
el partido a las espaldas, con aciertos y desaciertos, los propios y los de
todos, incluido Bárcenas y el caso Gürtel; tendrá que cargar con todas las
voces acomodaticias y hasta con Mariano Rajoy que no parece decidido a nada. La industria del aborto se las ingeniará
para que le revienten la calle, las de Femen financiadas por no se sabe quién,
le montarán numeritos uno tras otro, las redes sociales “arderán” por los mismos
de siempre, pero nunca le faltará la legitimidad que da un programa
electoral aprobado con un mandato de mayoría absoluta y la certeza de navegar, contra corriente,
pero en el sentido de la verdad de las cosas, de la justicia y de la libertad.
Su proyecto habrá merecido la pena; y sólo un político con coraje y sentido del
bien común, sólo un hombre de estado podrá llevarlo a cabo.
Los dos seminarios celebrados
recientemente en la Cámara baja, uno a favor del aborto, y otro a favor de la
vida y la maternidad, impulsado por la Acción Mundial de Parlamentarios por la
Vida y la Familia de dieciséis países, presagian el “duro” debate que tendrá
que afrontar este proyecto para cuya tramitación llevamos ya demasiado tiempo
perdido. Es un proyecto a corto, medio y largo plazo, pero un proyecto
necesario. A corto porque hay que derogar la ley del aborto 2/2010, e impulsar
decididamente más políticas de apoyo a la familia y a la mujer embarazada, que
permitan sacar adelante la ley de protección del no nacido; a medio porque
tendrá que “revalidar” mayorías y completar su proyecto de ley en la próxima
legislatura con una reforma constitucional que abra todas las puertas a la
cultura de la vida, apoyándolo desde ahora ya, sobre una política social
efectiva e ingeniosa, sin ideologías; con medidas audaces contra los desahucios, que
rescaten a las economías domésticas, a los particulares; que den soluciones a
aquellos que perdieron su vivienda y su trabajo, recuperen la justicia social
perdida y dejen sin “bandera” a los que revientan la calle, aprovechando con
ingenio las medidas de liquidez anunciadas por el BCE. A largo plazo porque
España es el punto de inflexión para un retorno hacia la cultura de la vida;
dinamitando complejos y actitudes apocadas ante Europa y el mundo anglosajón,
porque es en España y en los países que mantienen sus raíces cristianas donde
están los valores capaces de regenerar la sociedad.
El aborto desaparecerá, igual que
desapareció la esclavitud, pero la prontitud con que lo haga dependerá del
arrojo y coraje de unos pocos. Ahora toca ya ponerse manos a la obra.
- Dip. Hutton.: Yo también detesto la
esclavitud, señor. Pero…en absoluto estamos preparados para la emancipación.
Hay demasiadas incógnitas…
-Pres.
Lincoln.: Tampoco lo estamos para la paz. Cuando llegue nos va a plantear
mayores interrogantes y peligros que los que hemos afrontado durante la guerra,
por sangrienta que haya sido. Nos veremos obligados a improvisar y a
experimentar con lo que eso supone (...) Es un enigma. Tal vez me
equivoque Sr. Hutton, pero preveo que todas las personas de color serán libres.
Y cuando llegue el día será innegable que la valentía de su hermano y su muerte
lo habrán hecho posible. Sólo usted puede decidir si eso tiene suficiente
sentido o no. Mi más sincero pésame a su familia” De la película
Lincoln de Spielberg