miércoles, 9 de julio de 2014

GORBACHEV, DERRIBE ESTE MURO; RAJOY, DEROGUE YA ESTA LEY.




“Secretario General Gorbachev, si busca la paz, si busca la prosperidad de la Unión Soviética y Europa oriental, si busca la liberalización, venga aquí a esta puerta y ábrala. Señor Gorbachev, derribe este muro”.  
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La muerte de Eduard Shevardnadze, ministro de exteriores de Mijail Gorvachev durante la Guerra Fría pone en primer plano algunos de los acontecimientos políticos más importantes ocurridos durante el siglo XX. Fue uno de los “ingenieros” de la perestroika, artífice de la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, de los acuerdos de desarme con EEUU, supervisor de la caída del muro de Berlín y del desmantelamiento  de la URSS y posteriormente presidente de su Georgia natal. Shevardnadze muere en el año en el que conmemoramos el veinticinco aniversario de los acontecimientos políticos positivos probablemente más importantes del siglo XX. Esperamos que este año 2014 sea también un año de grandes acontecimientos legislativos.

El 10 de Junio ha hecho 25 años de las protestas de la Plaza de Tian’anmen en Pekín en 1989 brutalmente reprimidas, y el 9 de noviembre, fecha elegida por la Generalitat de Cataluña para su consulta popular, hará 25 años de la caída del muro de Berlín también en 1989. Dos años antes de estos hechos, el 18 de Junio de 1987 se pronunciaron por Ronald Reagan frente a la puerta de Brandeburgo estas históricas palabras de las que hemos conmemorado recientemente el 27 aniversario:  “Secretario General Gorbachev, si busca la paz, si busca la prosperidad de la Unión Soviética y Europa oriental, si busca la liberalización, venga aquí a esta puerta y ábrala. Señor Gorbachev, derribe este muro”.  

Pese a que sus asesores se las desaconsejaron por las fuertes tensiones existentes con la Unión Soviética, Reagan fue más audaz que todos ellos y las incluyó en su discurso. Parafraseando a Reagan podríamos decir hoy a Mariano Rajoy que si le preocupa la libertad y la justicia social, si quiere sacar España adelante, cumpla su programa electoral, y derogue ya la Ley Aído 2/2010; antes de que las comunidades autónomas –Galicia, Cataluña, Andalucía- construyan bajo su amparo un desarrollo normativo a modo de “telón de acero” que sin debate y con la apariencia de no discriminación, están abriendo las puertas de los centros de enseñanza a colectivos externos de gays y lesbianas y con ellos a la ideología de género, mientras  amordazan a padres y profesores; y tachan de homófobos a todos los que protestan.

En el año 1982 Yuri Andropov sucedía a Leonid Brezhnev como presidente de la Unión Soviética que tras un largo mandato de 18 años había llevado a la URSS a una gran expansión militar. Un año antes, en 1981, había accedido a la Presidencia de los Estados Unidos Ronald Reagan quién para frenar el expansionismo soviético convirtió la “carrera armamentista en una pugna tecnológica, donde la propia capacidad industrial y científica desbarató los sueños moscovitas”. El proyecto de desarrollar un “paraguas nuclear” que fue llamado Guerra de las Galaxias, dejó claro a Andropov que poco tenían que hacer.

En el año 1984 fallece Andropov y empieza a “pasearse” por Europa un personaje desconcertante llamado Mijail Gorbachev, elegido como nuevo Presidente de la URSS, que “vendía” un producto llamado “Perestroika” para el que requería apoyo internacional, financiación y un sinfín de cosas más. Acompañado de su mujer, una elegante, pero nada caprichosa,  Raísa, que gustaba frecuentar las tiendas selectas de la todavía Comunidad Económica Europea (CEE); vestido con sombrero, aires de caballero, gentleman, y sonrisa de actor de cine; Gorbachev, primero confundió y después cautivó a la opinión pública europea. Nada que ver con el rostro duro y sombrío de Brezhnev o Andropov. Los que vivimos la época, a través de los medios de comunicación tuvimos la impresión de que se trataba simplemente de una maniobra para fortalecer a los decadentes partidos comunistas europeos.

La desconfianza inicial de Reagan se desvaneció en diciembre de 1984 cuando la dama de hierro, Margaret Thatcher, se reunió con Gorbachev en Londres y posteriormente comentó: Me gusta Mijail Gorbachev. Es un hombre con el que se puede hablar”. Se esperaba que fuera precisamente una mujer la que desenmascarase al “impostor”, pero no fue así; más bien pareció sucumbir a sus “encantos”. Pronto se vería claramente que Gorbachev era una figura excepcional y la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 no dejaría ninguna duda de ello.

Gorbachev  tuvo sus mayores dificultades y sus peores enemigos en su propia casa. Gran parte de sus debates en el Politburó consiguió saltearlos merced a los éxitos y apoyos cosechados en el exterior, en la política internacional. Gorbachev se echó a la espalda el politburó y la Unión Soviética, y aguantó todo tipo de golpes y puñaladas. Cuando emprendió el camino, no sabía a donde iba a llegar; en su agenda política figuraba la Perestroika, un programa de reformas, pero no el desmantelamiento de la estructura de la URSS y la liberación de los estados sometidos tras el telón de acero, que caería casi por su propio peso.

No es muy distinto lo que le espera a Ruiz Gallardón si quiere sacar adelante su proyecto de Ley de Protección del No Nacido. Tendrá que echarse el partido a las espaldas, con aciertos y desaciertos, los propios y los de todos, incluido Bárcenas y el caso Gürtel; tendrá que cargar con todas las voces acomodaticias y hasta con Mariano Rajoy que no parece decidido a nada. La industria del aborto se las ingeniará para que le revienten la calle, las de Femen financiadas por no se sabe quién, le montarán numeritos uno tras otro, las redes sociales “arderán” por los mismos de siempre, pero nunca le faltará la legitimidad que da un programa electoral aprobado con un mandato de mayoría absoluta y la certeza de navegar, contra corriente, pero en el sentido de la verdad de las cosas, de la justicia y de la libertad. Su proyecto habrá merecido la pena; y sólo un político con coraje y sentido del bien común, sólo un hombre de estado podrá llevarlo a cabo.

Los dos seminarios celebrados recientemente en la Cámara baja, uno a favor del aborto, y otro a favor de la vida y la maternidad, impulsado por la Acción Mundial de Parlamentarios por la Vida y la Familia de dieciséis países, presagian el “duro” debate que tendrá que afrontar este proyecto para cuya tramitación llevamos ya demasiado tiempo perdido.  Es un proyecto a corto, medio y largo plazo, pero un proyecto necesario. A corto porque hay que derogar la ley del aborto 2/2010, e impulsar decididamente más políticas de apoyo a la familia y a la mujer embarazada, que permitan sacar adelante la ley de protección del no nacido; a medio porque tendrá que “revalidar” mayorías y completar su proyecto de ley en la próxima legislatura con una reforma constitucional que abra todas las puertas a la cultura de la vida, apoyándolo desde ahora ya, sobre una política social efectiva  e ingeniosa, sin ideologías; con medidas audaces contra los desahucios, que rescaten a las economías domésticas, a los particulares; que den soluciones a aquellos que perdieron su vivienda y su trabajo, recuperen la justicia social perdida y dejen sin “bandera” a los que revientan la calle, aprovechando con ingenio las medidas de liquidez anunciadas por el BCE. A largo plazo porque España es el punto de inflexión para un retorno hacia la cultura de la vida; dinamitando complejos y actitudes apocadas ante Europa y el mundo anglosajón, porque es en España y en los países que mantienen sus raíces cristianas donde están los valores capaces de regenerar la sociedad.

El aborto desaparecerá, igual que desapareció la esclavitud, pero la prontitud con que lo haga dependerá del arrojo y coraje de unos pocos. Ahora toca ya ponerse manos a la obra.

- Dip. Hutton.: Yo también detesto la esclavitud, señor. Pero…en absoluto estamos preparados para la emancipación. Hay demasiadas incógnitas…

 -Pres. Lincoln.: Tampoco lo estamos para la paz. Cuando llegue nos va a plantear mayores interrogantes y peligros que los que hemos afrontado durante la guerra, por sangrienta que haya sido. Nos veremos obligados a improvisar y a experimentar con lo que eso supone  (...) Es un enigma. Tal vez me equivoque Sr. Hutton, pero preveo que todas las personas de color serán libres. Y cuando llegue el día será innegable que la valentía de su hermano y su muerte lo habrán hecho posible. Sólo usted puede decidir si eso tiene suficiente sentido o no. Mi más sincero pésame a su familia” De la película Lincoln de Spielberg

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