Afirmaría
que fue Juan Pablo II el primero que dijo que había que “defender la vida con la madre, no contra la madre”.
Con este planteamiento se dio un giro al enfoque de la defensa de la vida.
Fue un conceder sin ceder. Frente a los que defienden el derecho a la vida del
niño y los que hablan del derecho a decidir de la mujer, hay que admitir que la
naturaleza ha otorgado a la mujer el papel de ”guardiana” de la vida “naciente”
y urge que lo desempeñe con libertad y justicia. Si no ejerce adecuadamente el
papel que le ha sido otorgado es la propia naturaleza la que se ensaña con ella
con crueldad y la convierte en una víctima más del aborto. Pero la mujer no
puede estar sola en esta labor porque la vida que nace es cosa de dos. Y una
sociedad envejecida ha de dar a la familia, y más en concreto a la mujer, la
ayuda que necesita.
El
debate intelectual del aborto es un debate ganado científicamente desde el
momento en que se descubrió que el ADN contiene toda la información genética
necesaria para dirigir el desarrollo del nuevo ser y para identificarlo como
distinto de la madre. Los partidarios del aborto no suelen utilizar argumentos
científicos, ni filosóficos sino slogans y afirmaciones casi siempre sin
demostrar. Raramente se preguntan cuándo empieza la vida humana ni qué valor
tiene cada vida humana.
Entonces
cabe hacerse la pregunta ¿por qué se aborta? y
responderla si queremos solucionar este problema que
lacra nuestra sociedad.
Santiago
Mata comenta que “una mujer no decide abortar, o
es empujada por otros a hacerlo, porque suponga que lo que tiene dentro no es
un ser humano. Más bien al contrario: sabe que lleva dentro un ser humano y en
eso consiste el problema". El problema es que muchas personas consideran que no
pueden tener, al menos en ese momento, un hijo. Y ante un mundo
que se les viene encima, consideran el aborto como solución. El escaso tiempo
de vida, el tamaño del embrión pueden influir en la decisión de abortar: mientras ese ser es pequeño, no sufre, y pocas personas
se enterarán.
A
modo de justificación, puede surgir entonces el argumento de que “aún no era humano” y “caerse en el error de definir la humanidad por alguna de
sus características”. Pero
esa justificación no es el auténtico motivo por el que se obra sino que la verdadera razón es, como hemos dicho, el rechazo que
se experimenta por un ser que ya existe y que nos complica la vida.
Por eso el apoyo de la sociedad y del Estado tiene una importancia
crucial. Santiago Mata afirma que “la
paradoja es que cuando se abandona el mero “hecho de vivir” como
fundamento de la existencia de una persona humana, es imposible encontrar un
fundamento sólido en que apoyarla. No hay hechos clave, sino datos que no
modifican el ser y así llegamos al extremo de no poder estar seguros de la
humanidad de un hombre que duerme. (…) En
último término, la pregunta no es científica, sino ética. La duda no está en si
sabemos cuándo comienza la vida humana, sino en si estamos dispuestos a
respetarla. ”.
La
Asociación de Víctimas del Aborto (AVA) hizo una encuesta en la que
participaron casi dos mil mujeres que habían abortado y el 87% de ellas
afirmaba que “la causa principal por la
que abortaron fue la falta de apoyo o el abandono de su pareja”. Son los hombres los que dejan embarazadas a las
mujeres, y detrás del slogan “Derecho a decidir” se puede entrever un
“Apáñatelas como puedas”. El hombre, ante la vida que empieza, debe asumir sus
responsabilidades y recuperar sus derechos
Comenzamos
una nueva legislatura y muchos políticos están anestesiados ante este grave
problema que tiene nuestra sociedad, y sobre el que está cayendo una cortina de
silencio, mientras que el legado de Zapatero, validado por Rajoy, va haciendo
su labor destructora lentamente. Es necesario una acción conjunta, tanto por
parte de los que defienden la vida –pro-life-, como por parte de los que
defienden que la mujer ha de decidir –pro-choice-, entendiendo que la mujer es
la guardiana de la vida naciente, y sin que en esta posición se enmascaren
posturas pro-aborto.
El
día de los Santos Inocentes es un buen día para romper esta cortina de silencio
que se está tendiendo en España.
“El tribuno caminaba despacio. Tenía, como casi todos los hombres dela VII Gemina, callos y sabañones en los dos pies después de la larga marcha desde Hispania. Se permitió una sonrisa. Pronto se correría la voz al norte de las empalizadas del limes de que Marco Ulpio Trajano, El Guardián del Rin, había vuelto” Del libro Los asesinos del emperador de Santiago Posteguillo