jueves, 4 de agosto de 2011

¿QUIÉN RESCATA A LAS ECONOMÍAS DOMÉSTICAS DE LOS DESAHUCIOS?



 
 
Si el dinero invertido en el Plan-E se hubiese dirigido a garantizar la propiedad de las primeras viviendas en cada economía doméstica, en estos momentos no tendríamos los desahucios que se están produciendo, ni los problemas derivados de la falta de garantías crediticias.
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Que las administraciones locales y autonómicas no pueden hacer frente puntualmente al pago de la deuda de sus proveedores es una realidad que ya está presente. Que como contrapartida los proveedores han aplicado o están aplicando la “prima de riesgo” que les “dá la gana” sobre sus precios es otra realidad muy probable y verificable. Que estas administraciones en  un futuro próximo no podrán hacer frente al pago de sus gastos ordinarios entre ellos las nóminas de los funcionarios es una realidad posible y que está por llegar. Que el gobierno Central no podrá hacer frente al pago de los vencimientos de su deuda en los mercados financieros internacionales y tendrá que ser rescatado es otra realidad probable y que también está por llegar. Y que cuando llegue el plan de rescate nos harán un plan de subida de impuestos para que usted y yo seamos los verdaderos rescatadores, es otra realidad con la que tendremos que “apechugar”. Pero, mientras tanto ¿quién rescata a las economías domésticas de los desahucios a los que no pueden hacer frente?

La burbuja inmobiliaria que degeneró en la actual crisis económica tiene unas connotaciones que no ha tenido ninguna de las crisis anteriores. Recientemente los titulares de Cantabria El Mundo han destacado que la crisis se ha cobrado en medio año 144 desahucios. Es un dato que clama justicia, sobre todo cuando la Constitución Española establece en su artículo 47 que: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho,..”

Ciertamente el que se ha endeudado para comprar su vivienda lo ha hecho libremente y a nadie se ha obligado a pedir un préstamo hipotecario, pero las circunstancias del mercado inmobiliario han planteado para muchas familias situaciones en que lo “razonable” era asumir un riesgo y endeudarse con la esperanza de poder pagarlo a su vencimiento y en caso contrario se obtendría una plusvalía con su venta. La explosión de la burbuja dio al traste con esta plusvalía y la crisis posterior dio al traste con la posibilidad de pagar los vencimientos de la deuda hipotecaria. Si a esto añadimos la experiencia de burbujas anteriores, la actual crisis tiene connotaciones que eran imprevisibles para las economías domésticas.

En el año 1989 se inició una burbuja inmobiliaria con incrementos importantes de la vivienda que no cesaron hasta la crisis económica de 1992. El efecto sobre el sector inmobiliario fue que los precios de las viviendas se mantuvieron prácticamente estables durante siete años, pero en ningún momento bajaron ni inutilizaron el mercado inmobiliario ni el sistema de garantías crediticias.

En el año 1998 se inició una burbuja de las empresas tecnológicas que se mantuvo hasta el año 2000 con la crisis de las punto.com y la caída de la bolsa. El resultado fue que unos inversores se enriquecieron y otros –los últimos en llegar- se empobrecieron, pero nada más.

Posteriormente se inició en el año 1999 y 2000 la última burbuja inmobiliaria que se mantuvo ininterrumpidamente hasta el año 2007 gracias a los bajos tipos de interés. Si bien como hemos dicho antes nadie fue obligado a pedir su hipoteca, la nefasta configuración de la Unión Monetaria Europea, del Euro y del Banco Central Europeo, y la irresponsabilidad de la Reserva Federal que propició la crisis de las subprime han desencadenado la crisis económica actual en los países europeos periféricos entre los que está España. Y si a esto añadimos que en España por los problemas estructurales del mercado sindical y laboral, que tienen nombres y apellidos, tenemos una ración doble de crisis con el doble de paro que en el resto de los países de la Zona Euro, se comprende la insostenible situación en la que estamos. Y es que la vivienda además de ser un bien de inversión la mayor parte de las veces es sobre todo un bien de primera necesidad y la explosión de la burbuja en estos casos se dirige directamente sobre la economía doméstica destrozándola. Es evidente que el Estado no puede desentenderse de este problema salvo que quiera que el movimiento de indignados degenere en un terrorismo de baja intensidad.

Soluciones las había y las hay todavía, aunque para los que ya han sufrido un desahucio sean más difíciles de instrumentar. Y las soluciones están en la línea de acumular opcionalmente los capitales vencidos de los préstamos y los intereses devengados en la escritura de propiedad de la vivienda. Si el dinero invertido en el Plan-E se hubiese dirigido a garantizar la propiedad de las primeras viviendas en cada economía doméstica, en estos momentos no tendríamos los desahucios que se están produciendo, ni los problemas derivados de la falta de garantías crediticias. Conviene no olvidar tampoco qué el Tipo de Cambio del Euro está fuerte respecto al Dólar, el renminbi chino (RMB) muy devaluado, y la inflación está controlada en la Zona Euro; y que el “dinero” en última instancia se fabrica, es decir hay una “maquinita” por la que por un lado se introduce papel, tinta y otros materiales y por otro lado salen billetes de cinco, cien, quinientos euros. Cuando la economía funcionaba con el sistema de patrón oro, los galeones españoles venían de América cargados de lingotes e inundaban los mercados financieros de moneda. Ahora lo tenemos más fácil porque no hay que ir a las Américas a buscar moneda. El problema de fondo es ¿quién paga los platos rotos?: los ciudadanos de países periféricos mediante subidas de impuestos, los ciudadanos de la zona euro mediante un incremento de la inflación o bien los países acreedores como China y Sudeste Asiático que, como no tienen la llave de la Caja -los dólares los genera la Reserva Federal y los Euros el Banco Central Europeo- se les paga con moneda recién emitida y todavía caliente.

También hay que tener presente algunas circunstancias que hacen que el mercado inmobiliario español en el futuro sea especialmente atractivo para países como Francia, Alemania y Gran Bretaña como son la menor densidad de población española –con diferencia-, el clima más favorable...etc. Cuando se apruebe la Constitución Europea, si un día llega, y sea posible votar en cualquier capital, para el ciudadano francés y alemán jubilado será especialmente atractivo una tercera residencia en España dónde pasar el invierno.

El Partido Popular debería afrontar este problema de los desahucios y buscar soluciones porque ahí está el futuro de muchas familias españolas; y nunca dejar que se lo apropien en exclusiva los partidos radicales de izquierdas porque en estos temas nunca solucionan nada sino qué simplemente lo utilizan de bandera como una forma de introducir ideologías.

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