"Cerrar las puertas a las terapias
de curación y a la investigación científica es una injustificada huida hacia
adelante que la sociedad nunca debe permitir y ha de poner los medios jurídicos
para evitarlo"
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Si no conocemos los factores que inciden
en la psicología humana y la forma de abordarlos, nos puede sorprender su
fragilidad hasta crearnos un cierto pesimismo y llevarnos a dar carta de
normalidad a la disfunción.
La desestructuración familiar que se
extiende en nuestra sociedad está llevando cada vez más a situaciones donde los
niños son privados de uno de los referentes que necesitan para su desarrollo
personal, en concreto el referente paterno. Con frecuencia la madre asume, o no
le queda más remedio que asumir, sobre sí, toda la carga familiar en
solitario y a cambio obtiene una especie de derecho de propiedad sobre
los hijos del que es excluido, o se ha autoexcluido el padre.
Los hijos no son inmunes a esta situación,
porque necesitamos saber lo que somos para desarrollarnos como tales, estar a
bien con nosotros mismos y madurar en nuestro potencial como personas. El
desconocimiento de nuestra identidad y por tanto de nuestra forma de
comportarnos es una fuente de frustración y sufrimiento.
Pero en este proceso de identificación
necesitamos referentes. Los referentes nos permiten saber lo que somos. Sin
referentes sólo sabremos lo que no somos, pero difícilmente llegaremos a
saber lo que somos y cómo comportarnos.
En el proceso psicológico de descubrir
su identidad, el niño primero descubre su identidad como persona, como ser
humano. Y lo hace con un referente, lo hace de la mano de su madre, de su padre
o de ambos. En este proceso se percibe distinto de los animales, de las plantas
y de las cosas, pero sobre todo se percibe igual a su padre y a su madre, se
percibe como persona. Un niño-tarzán criado entre animales es un niño sin
identidad, un niño que no sabe cómo ha de comportarse, un niño que sólo sabe “lo
que no es” y “lo que no puede hacer” y eso le frustra.
El siguiente paso en el proceso de
identificación es descubrir su identidad como varón o como mujer; identidad que
ya está escrita en la cadena de cromosomas del ADN de cada una de las células de
su cuerpo, pero el niño sólo descubrirá lo que eso significa cuando tenga
referentes. El niño varón descubre su identidad como varón de la mano de su
padre y con el acercamiento a su padre se integra en el mundo varonil y
descubre cómo comportarse, se siente uno más entre los niños varones, sabe “lo
que es” y “cómo comportarse”: es un varón; y no sufre ni se siente
frustrado por “lo que no es”: no es una niña.
Una vez descubierta su identidad y su
forma de comportarse, e integrado con sus iguales, cuando su desarrollo
biológico esté a punto, se encontrará con la atracción por el otro sexo, la
atracción por las niñas. Si cuando empieza este desarrollo el niño todavía no
ha cerrado etapas tendrá un deseo latente de integrarse en el mundo de “sus
iguales” y de asumir su identidad como varón. Este anhelo profundo que subyace
en su psicología puede acaparar el objeto de la sexualidad de su cuerpo y
disputar el lugar que correspondería a la atracción por el sexo opuesto. Si
llegados a este punto incidimos con una fuerte carga mediática acompañada de
argumentación intelectual coherente pero errónea, el conflicto tiene muchas
probabilidades de aparecer. Posteriormente las terapias de curación tendrán que
reabrir etapas anteriores y cerrarlas adecuadamente. La figura paterna será
fundamental para ello.
Cerrar las puertas a las terapias de
curación y a la investigación científica es una injustificada huida hacia
adelante que la sociedad nunca debe permitir y ha de poner los medios jurídicos
para evitarlo.
La sabiduría popular del cuento del pato
feo
escrito por Hans Christian Andersen en 1843, que algunos pretenden interpretar
justamente al revés, nos muestra como éste es un desgraciado porque se ve
distinto a los demás patos. Sabe “lo que no es”; sabe que no es como los
demás patos y se siente frustrado porque “no sabe comportarse” como “lo
que no es”; pero todo cambia cuando descubre “lo que es”;
cuando descubre que es un cisne; y cuando se integra en el mundo de los
cisnes aprende a “comportarse como un cisne”. De la misma manera el niño varón
necesita descubrir que es un varón y necesita integrarse y ser aceptado entre
sus iguales, en el mundo de los niños varones; y esto lo hará con normalidad
cuando tiene un referente que es su padre, lo hará de la mano de su padre.
En la película “Volando a casa” de
Carroll Ballard podemos encontrar algunas claves para entender. Amy vuela hacia
el Sur en un ultraligero y muestra a unos gansos, que vuelan tras ella,
el camino para su migración anual. La película se rueda sobre hechos reales que
muestran cómo los gansos identifican a Amy con su madre y la siguen a todas
partes porque Amy incubó artificialmente los huevos de ganso y al nacer los
gansos, Amy es el primer ser vivo con el que han contactado de una forma amable
y protectora.
Amy necesita mostrar a los gansos algo que aprenden de su madre: el camino para
su migración anual.
Tan injusto es que la mujer se vea
obligada a abordar la maternidad en solitario como que el padre sea excluido de
su paternidad y el niño sea privado del referente paterno. Y lo que el niño
necesita es percibir ambos referentes juntos en un clima de cariño y todavía
mejor si lo hace acompañado de hermanos y hermanas.
Rafael Ruiz.
y como solucionamos el problema en los casos en los que ese referente paterno no es adecuado? que hacemos si va a introducir al niño en comportamientos inmorales,sigue siendo positivo tal referente? y sino que hacemos con el niño varón para que sepa quién es? Ya sabemos que la conclusión es lo ideal, mama y papa, pero si ese ideal no puede darse no ofrece muchas soluciones.
ResponderEliminarCiertamente la casuística es muy variada. Habrá que buscar otras figuras masculinas que suplan esa carencia. Los tíos pueden ser una buena ayuda. También pueden servir amigos de la familia. Es importante que el niño tenga una buena comunicación con un varón que le quiera y le dedique tiempo. Un libro muy interesante que trata sobre todos estos temas es La alteridad Sexual de María Calvo Charro. Rafael Ruiz
ResponderEliminarHay también páginas webs muy interesantes. Si me pone un mensaje en la cuenta de twitter le puedo recomendar algunas.
ResponderEliminarY como solucionamos el problema en los casos que el referente materno no es adecuado y no es positivo tal referente y sin embargo introducen al hijo siempre con ese referente materno sin dar opción al referente Paterno aunque sea bueno para el hijo.
ResponderEliminarDisculpe el retraso en contestar.
ResponderEliminarEl niño necesita el referente materno y el paterno. Por el embarazo, la vinculación materna es mucho más fuerte, y el referente paterno es el que necesita ser introducido y apoyado.
Un primer paso es que el padre y la madre se conciencien de esta realidad, y de que los egoísmos a quién más perjudican es al hijo. A partir de ahí habrá que suplir las carencias. Cualquier familiar, varón o mujer, que les quiera con amor de padre o de madre puede suplir estas carencias.
Hay veces en que para los niños y los jóvenes el problema no son los malos ejemplos, sino el no haber convivido nunca con hombres o mujeres ejemplares. Todas las personas de buena voluntad pueden considerarse ejemplares a estos efectos.
Prevenir la influencia negativa de la ideología de género también es importante. Y si se observa confusión en el niño, se ha de acudir a un psicólogo con buena reputación. Lo normal es que todo salga bien.
En la medida de lo posible, es importante que el niño oiga hablar bien de su padre y de su madre. No se trata de decir cosas que no sean verdad sino de fijarse en lo positivo y comentarlo.
Muchas gracias.
Muchea felicitaciones, es un muy buen articulo.
ResponderEliminarMe alegro de que le haya gustado. Gracias por su felicitación.
ResponderEliminarMuy interesante artículo. Muchas gracias.
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