sábado, 26 de octubre de 2013

UN LINCOLN PARA ABOLIR EL ABORTO. SU INTRODUCCIÓN FRAUDULENTA







"les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios"

_____________________________


-P.Colfax.: Tiene la palabra el melifluo diputado de Kentucky, el Sr. George Yeaman. -G.Yeman.: Gracias, presidente Colfax. Aunque me repugna la esclavitud, comparezco en este triste y solemne día para anunciar que me opongo a la enmienda. Tengamos en cuenta ¿qué pasará con la población de color si esos cuatro millones, en cuestión de un instante, son libres?. -Diputado: Que serán libres, George, eso es lo que pasará. (En voz baja:) –W.Bilbo.: Que magnífico sería que convenciéramos al Sr. Yeaman…-Diputado: Ha hecho pública su oposición. Ya no podrá cambiarla. –W.Bilbo.: Desde luego no por un trabajucho miserable. (ponente) -G.Yeman.: Y nos veremos obligados a conceder el voto a la raza negra, porque sería inhumano no hacerlo. ¿Quién de los presentes está preparado para dar el voto a los negros? A continuación ¿qué propondremos? ¿El sufragio universal tal vez? ¿El voto para la mujer?

Si bien el Lincoln de Spielberg rechazo desde el primer momento comprar votos con dinero, no tuvo reparo en ofrecer trabajos del estado y en implicarse personalmente con dotes persuasivas cuando fue necesario. Finalmente el diputado demócrata George Yeaman voto sí a la décimo tercera enmienda y con él arrastró a un grupo de indecisos permitiendo que la enmienda se aprobara con una diferencia de dos votos y la esclavitud quedara definitivamente abolida. 

 

Siguiendo el hilo conductor de la película de Spielberg hemos tenido ocasión de comparar la abolición de la esclavitud con la abolición del aborto y dar forma a la enmienda que aboliría el aborto en la constitución Española así como a la Ley Orgánica que la desarrollase; hemos valorado también las declaraciones de Gallardón del pasado septiembre como un punto de inflexión importante pero lejos de nuestro objetivo y hemos hablado del día después del aborto y sus secuelas. En estos momentos y con el recuerdo reciente del show montado en el Congreso por los partidarios del aborto, procede recordar la forma fraudulenta como se introdujo en EEUU y posteriormente en el resto de países hasta conseguir su aceptación social y jurídica.

Son muy pocos los partidarios de aborto “per se”, salvo aquellos que lo han convertido en un negocio, pero su aceptación social es uno de los mayores dramas de nuestra sociedad. A los que defienden la prioridad de la elección de la madre ante un embarazo inesperado, hay que decirles que si a la madre se le dieran opciones, raramente elegiría abortar y la respuesta correcta es pedir políticas de apoyo a la mujer embarazada con dificultades. Que sean los grupos próvida los únicos que piden estas políticas es indicativo de que la industria del aborto que mueve mucho dinero no se está quedando de brazos cruzados.

José María Aznar en su brillante discurso en San Sebastián el pasado día 15 ha afirmado que si “alguna normalización hay pendiente es la de los valores: el valor de la vida; de la libertad; de la ley; de la solidaridad y de la convivencia cívica”. Esa normalización del valor de la vida requiere plantearse también ¿cuándo empieza la vida humana? y exige incluir al no nacido, el gran olvidado de la clase política española. En otro momento sostiene que “Algunos han querido crear, primero, la mentira de que no existían las víctimas. Luego, la ficción de que las víctimas existen, pero que no lo han sido de nadie, o si acaso de una circunstancia o de un conflicto. Y eso es una falsificación aberrante”. De ficciones y mentiras está llena la forma en que se ha introducido también el aborto en la sociedad hasta conseguir su aceptación social y jurídica y que vamos a narrar más adelante. Se hace necesario que algún Lincoln elabore un discurso similar en defensa de las víctimas del aborto.

El Doctor Bernad Nathanson, responsable de 75.000 abortos fue uno de los artífices de la introducción del aborto en EEUU. Después se hizo próvida y se convirtió al catolicismo. Falleció el 21 de febrero de 2011. Su testimonio se puede encontrar en Internet.

Nos cuenta que se actuó en varios frentes, primero en los medios de comunicación con encuestas manipuladas sobre opinión pública favorable al aborto, número de abortos ilegales, número de mujeres que morían por abortos ilegales y continuas afirmaciones de que sólo se trataba de convertir en legales abortos ilegales pero sin incrementar su número: “les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil) aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación fue de 1.000.000 (un millón). Y una mentira suficientemente reiterada es asumida como verdad por la opinión pública. El número de mujeres que morían anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250, pero la cifra que continuamente repetían los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar de su falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciéndoles de la necesidad de cambiar las leyes sobre el aborto. Otro mito que extendimos entre el público, es que el cambio de las leyes solamente implicaría que los abortos que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero la verdad es que actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en USA. Y el número de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces más.

También con falsas encuestas se atacó a la Jerarquía católica mientras se afirmaba que el pueblo católico era partidario del aborto: “Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del "malvado" principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposición al aborto procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo católico; y una vez más, falsas encuestas "probaban" reiteradamente que la mayoría de los católicos deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de los medios persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos pro-aborto eran los inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y aún ateos, se declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.

Y por último se silenció cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción: “Frecuentemente me preguntan qué es lo que me hizo cambiar. ¿Cómo pasé de ser un destacado abortista a un abogado pro-vida? En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia en un gran Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora utilizamos diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Un típico argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuándo comienza el principio de la vida, afirmando que es un problema teológico o filosófico, no científico. Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en la concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de nosotros. Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos doctores, conocedores de la fetología, se desacreditan practicando abortos? Cuestión de aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil (1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce 500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los bolsillos de los doctores que practican el aborto.

Bernad Nathanson fue tajante al afirmar que la vida humana comienza en la concepción y que el aborto destruye vidas humanas: “Es un hecho claro que el aborto voluntario es una premeditada destrucción de vidas humanas. Es un acto de mortífera violencia. Debe de reconocerse que un embarazo inesperado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir para solucionarlo a un deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad de recursos de los seres humanos; y, en el orden social, subordinar el bien público a una respuesta utilitarista. Como científico sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción. Y aunque no soy de una religión determinada creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.

Podemos terminar con el Himno del Lincoln de Spielberg una vez aprobada la decimotercera enmienda “Acudimos a la llamada de los leales, fieles y valientes, con el grito de guerra por la libertad. Y llenaremos nuestras filas con un millón de hombres más...”.
Publicado en El Mundo Cantabria el 26 de octubre de 2013

lunes, 7 de octubre de 2013

UN LINCOLN PARA ABOLIR EL ABORTO. EL DÍA DESPUÉS







Acuden al templo muchas mujeres jóvenes y mayores, con el deseo de liberarse por medio de la oración del fuerte trauma psíquico y del desgarrón interior que supone haber tomado la decisión de abortar.

________________________________________


Ante el anuncio de Reforma de Ruiz Gallardón ya han aparecido las primeras voces oponiéndose. Esta vez provienen de la Plataforma “Decidir Nos hace  Libres” que supuestamente agrupa a “trescientas” organizaciones y afirman que la reforma Gallardón llevará en el 2014 a 100.000 abortos clandestinos. Se argumenta que “pasar de 120.000 abortos legales a 13.000 no se puede hacer por arte de magia”. Aunque discrepo en que se vayan a producir abortos clandestinos y más en las cifras que manejan, si realmente es esta su preocupación, si lo que buscan no es que la mujer aborte si o si, sino que la mujer pueda decidir también seguir adelante con su embarazo, la solución para evitarlo está muy clara y consiste en políticas de apoyo a la mujer embarazada para que no se vea abocada a abortar.  Ahí podemos hacer un frente común si hay buena fe por parte de la Plataforma “Decidir Nos hace Libres”. El problema es que en el contexto actual la mujer no es libre para decidir seguir adelante con su embarazo y el fondo de la cuestión está en que cada día mueren en España más de 300 niños no nacidos víctimas del aborto sin que ninguna ley se pregunte ¿cuándo empieza la vida humana? y ¿qué valor tiene la vida humana? Como afirma el Lincoln de Spielberg “-A.L.-Si aceptamos someternos a las leyes,  si estamos dispuestos a perder libertades, la libertad de oprimir, por ejemplo, descubriremos otras libertades anteriormente desconocidas.

 

¿Y cómo financiar estas políticas de apoyo a la mujer embarazada que reducirían el número de abortos sin generar abortos clandestinos? Decía un santo español  que “se gasta lo que se deba aunque se deba lo que se gaste”. Me atrevería a decir que estas son las raíces cristianas de las teorías de Keynes. El dinero no es una dificultad insuperable  en estos temas. Pensemos en la cantidad de riqueza y tesorería que se podría generar si fuéramos capaces de poner a trabajar a los 6 millones de parados que tenemos; y la que se obtendría si se vendieran los setecientos y pico mil pisos vacíos que tenemos en España a jubilados alemanes, franceses, ingleses y japoneses. Y a nivel mundial, si fuésemos capaz de poner 100 euros en el bolsillo de cada familia de los países del tercer mundo para que pudieran importar la producción de los países desarrollados. Los comerciales de nuestras empresas buscan clientes como locos. Nuestro problema no es producir si no vender nuestra producción. Si no somos capaces de hacer todo esto es por la crisis de valores, la corrupción y por el tema que nos ocupa, que “obnubila” las mentes de los que nos gobiernan y las nuestras también por las omisiones en que incurrimos. La economía en sí es simple, son reglas de tres. Si es compleja es porque la hacemos compleja o la hacen compleja cuando la convierten en un campo de intereses cruzados o de minas. Pero si damos un paso firme a favor de la vida “descubriremos otras opciones anteriormente desconocidas”.

Siguiendo el hilo conductor de la magistral película Lincoln de Steven Spielberg publicamos una primera parte en Julio haciendo referencia a las declaraciones de Alberto Ruiz Gallardón que comparaban la reforma del aborto con la abolición de la esclavitud, afirmando que no hay nada más progresista que defender al concebido no nacido. En la segunda parte, apoyándonos en relatos de la película, dimos forma al texto de lo que sería la enmienda que aboliría la esclavitud en la Constitución Española y resumimos los principios inspiradores que tendría que tener la Ley Orgánica que la desarrollase. Posteriormente hemos valorado las declaraciones del Ministro de Justicia del día 3 de septiembre y su calendario de reforma establecido para octubre como un punto de inflexión muy importante, pero lejos todavía de nuestro objetivo.  Ahora es el momento de hablar del día después de un aborto y conocer sus secuelas.  

“-G.- A juzgar por la apariencia diría que tiene 10 años más que hace un año. -A.L. Cierta fatiga ha calado bien en mis huesos. Nunca había visto nada parecido a lo que he visto hoy. Nunca había visto nada igual. -G- Usted siempre supo que esto iba a ser visceral y desagradable. Necesitaría verlo de cerca si decidió venir hasta aquí.”

Shoji Tetishi, un médico pediatra que dirige una pequeña clínica en Kioto, nos cuenta en el libro Los Cerezos en Flor que “existe una hipocresía social, bastante extendida, que lleva a silenciar las consecuencias del aborto en las mujeres, y a no querer ver esa realidad, escuchando únicamente las explicaciones “políticamente correctas”. Es “una historia jamás contada” de angustia y de sufrimiento interior, que desgraciadamente los pediatras conocemos bien y que representan plásticamente las estatuillas de los niños de las aguas que se encuentran en diversos templos budistas de Japón”… El síndrome post-aborto, que llena a la mujer de culpabilidad y vergüenza, no es “el fruto de la educación católica occidental”, como pretenden algunos… Todos los hombres –todos, sin excepción- llevamos impreso en nuestra conciencia el precepto: “no matarás”.

Nuestra legislación se ocupa solo de proteger el cuerpo de la madre y hay mujeres que abortan porque se encuentran en un estado de gran turbación y acaban creyéndose las falsedades que le dicen algunos colegas: “no se preocupe; le voy a quitar un simple bulto, un pequeño amasijo de carne y en pocos días se habrá olvidado de todo”. Y algunas de ellas, sin nadie que las oriente y las ayude, toman esta tristísima decisión, en contra de su hijo y de sí mismas.

Cerca de mí clínica, en la ladera de una montaña, hay un templo budista, en el que hay una especie de jardín donde se venera a una diosa rodeada de cientos de imágenes pequeñitas. Estas estatuillas representan a “los niños de las aguas”; es decir, los niños que fueron arrancados violentamente del seno materno por medio de aborto.  Según las creencias budistas, estos niños vagan desorientados junto a las orillas del río que separa la tierra de los vivos de la de los muertos, esperando a que alguien les ayude a atravesarlo.

Acuden al templo muchas mujeres jóvenes y mayores, con el deseo de liberarse por medio de la oración del fuerte trauma psíquico y del desgarrón interior que supone haber tomado la decisión de abortar. En la entrada hay un cartel budista que les recuerda que deben pedir perdón y orar por esos niños a los que negaron la posibilidad de vivir…. las mujeres inscriben sus nombres en las estatuillas, las visten con ropas de bebé y les llevan juguetes y dulces para intentar aliviar sus sufrimientos.

A las que acuden a mi consulta intento ayudarlas, como aconseja la Iglesia, poniendo “aceite sobre las heridas”, pero no resulta fácil, porque ignoran que Dios es un padre amoroso que está siempre dispuesto a perdonarlas. No tienen a su alcance el sacramento de la Reconciliación como los católicos, no conocen la Comunión de los Santos por la cual, después de recibir el perdón de Dios, pueden llegar a establecer una relación espiritual con esa criatura que no llegó a nacer.

Podemos acabar proclamando con Lincoln: “que aquí acordemos sin reservas que estos muertos no hayan caído en vano, que esta nación bajo el amparo de Dios, tenga un nuevo despertar en libertad”.

Publicado en El Mundo Cantabria el 7 de octubre de 2013