"les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un avanzado liberalismo y sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados con encuestas inventadas y las publicamos en los medios"
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-P.Colfax.: Tiene la palabra el melifluo
diputado de Kentucky, el Sr. George Yeaman. -G.Yeman.: Gracias, presidente Colfax.
Aunque me repugna la esclavitud, comparezco en este triste y solemne día para
anunciar que me opongo a la enmienda. Tengamos en cuenta ¿qué pasará con la
población de color si esos cuatro millones, en cuestión de un instante, son
libres?. -Diputado: Que serán libres, George, eso es lo que pasará. (En voz
baja:) –W.Bilbo.: Que magnífico sería que convenciéramos al Sr.
Yeaman…-Diputado: Ha hecho pública su oposición. Ya no podrá cambiarla.
–W.Bilbo.: Desde luego no por un trabajucho miserable. (ponente) -G.Yeman.: Y
nos veremos obligados a conceder el voto a la raza negra, porque sería inhumano
no hacerlo. ¿Quién de los presentes está preparado para dar el voto a los
negros? A continuación ¿qué propondremos? ¿El sufragio universal tal vez? ¿El
voto para la mujer?
Si bien el Lincoln de Spielberg rechazo desde el primer momento
comprar votos con dinero, no tuvo reparo en ofrecer trabajos del estado y en
implicarse personalmente con dotes persuasivas cuando fue necesario. Finalmente
el diputado demócrata George Yeaman voto sí a la décimo tercera enmienda y con
él arrastró a un grupo de indecisos permitiendo que la enmienda se aprobara con
una diferencia de dos votos y la esclavitud quedara definitivamente
abolida.
Siguiendo el hilo conductor de la película de Spielberg hemos tenido
ocasión de comparar la abolición de la esclavitud con la abolición del aborto y
dar forma a la enmienda que aboliría el aborto en la constitución Española así
como a la Ley Orgánica que la desarrollase; hemos valorado también las
declaraciones de Gallardón del pasado septiembre como un punto de inflexión
importante pero lejos de nuestro objetivo y hemos hablado del día después del
aborto y sus secuelas. En estos momentos y con el recuerdo reciente del show
montado en el Congreso por los partidarios del aborto, procede recordar la
forma fraudulenta como se introdujo en EEUU y posteriormente en el resto de
países hasta conseguir su aceptación social y jurídica.
Son
muy pocos los partidarios de aborto “per se”, salvo aquellos que lo han
convertido en un negocio, pero su aceptación social es uno de los mayores
dramas de nuestra sociedad. A los que defienden la prioridad de la elección de
la madre ante un embarazo inesperado, hay que decirles que si a la madre se le
dieran opciones, raramente elegiría abortar y la respuesta correcta es pedir
políticas de apoyo a la mujer embarazada con dificultades. Que sean los grupos
próvida los únicos que piden estas políticas es indicativo de que la industria
del aborto que mueve mucho dinero no se está quedando de brazos cruzados.
José
María Aznar en su brillante discurso en San Sebastián el pasado día 15 ha
afirmado que si “alguna normalización hay
pendiente es la de los valores: el valor de la vida; de la libertad; de la ley;
de la solidaridad y de la convivencia cívica”.
Esa normalización del valor de la vida requiere plantearse también ¿cuándo
empieza la vida humana? y exige incluir al no nacido, el gran olvidado de la
clase política española. En otro momento sostiene que “Algunos han querido crear, primero, la mentira de que no
existían las víctimas. Luego, la ficción de que las víctimas existen, pero que
no lo han sido de nadie, o si acaso de una circunstancia o de un conflicto. Y
eso es una falsificación aberrante”. De ficciones y mentiras está llena
la forma en que se ha introducido también el aborto en la sociedad hasta
conseguir su aceptación social y jurídica y que vamos a narrar más adelante. Se
hace necesario que algún Lincoln elabore un discurso similar en defensa de las
víctimas del aborto.
El
Doctor Bernad Nathanson, responsable de 75.000 abortos fue uno de los artífices
de la introducción del aborto en EEUU. Después se hizo próvida y se convirtió
al catolicismo. Falleció el 21 de febrero de 2011. Su testimonio se puede
encontrar en Internet.
Nos
cuenta que se actuó en varios frentes, primero en los medios de comunicación
con encuestas manipuladas sobre opinión pública favorable al aborto, número de
abortos ilegales, número de mujeres que morían por abortos ilegales y continuas
afirmaciones de que sólo se trataba de convertir en legales abortos ilegales
pero sin incrementar su número:
“les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un avanzado liberalismo y
sabiendo que en encuestas veraces seríamos derrotados, amañamos los resultados
con encuestas inventadas y las publicamos en los medios; según ellas el 60% de
los norteamericanos era favorable a la implantación de leyes permisivas de
aborto. Fue la táctica de exaltar la propia mentira y así conseguimos un apoyo
suficiente, basado en números falsos sobre los abortos ilegales que se
producían anualmente en USA. Esta cifra era de 100.000 (cien mil)
aproximadamente, pero la que reiteradamente dimos a los medios de comunicación
fue de 1.000.000 (un millón). Y una mentira suficientemente reiterada es
asumida como verdad por la opinión pública. El número de mujeres que morían
anualmente por abortos ilegales oscilaba entre 200 y 250, pero la cifra que
continuamente repetían los medios era 10.000 (diez mil), y a pesar de su
falsedad fue admitida por muchos norteamericanas convenciéndoles de la
necesidad de cambiar las leyes sobre el aborto. Otro mito que extendimos entre
el público, es que el cambio de las leyes solamente implicaría que los abortos
que se practicaban ilegalmente, pasarían a ser legales. Pero la verdad es que
actualmente, el aborto es el principal medio para controlar la natalidad en
USA. Y el número de anual de abortos se ha incrementado en un 1500%, 15 veces
más.
También
con falsas encuestas se atacó a la Jerarquía católica mientras se afirmaba que
el pueblo católico era partidario del aborto: “Vilipendiamos sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus
ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del
"malvado" principal entre los opositores al aborto permisivo. Lo
resaltamos incesantemente. Los medios reiteraban que la oposición al aborto
procedía de dichas Jerarquías, no del pueblo católico; y una vez más, falsas
encuestas "probaban" reiteradamente que la mayoría de los católicos
deseaban la reforma de las leyes antiaborto. Y los tambores de los medios
persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su
origen en la Jerarquía Católica y que los católicos pro-aborto eran los
inteligentes y progresistas. El hecho de que grupos cristianos no católicos, y
aún ateos, se declarasen pro-vida, fue constantemente silenciado.
Y
por último se silenció cualquier evidencia científica de que la vida comienza
con la concepción: “Frecuentemente me preguntan qué es
lo que me hizo cambiar. ¿Cómo pasé de ser un destacado abortista a un
abogado pro-vida? En 1973 llegué a ser Director de Obstetricia en un gran
Hospital de la ciudad de Nueva York, y tuve que iniciar una unidad de
investigación perinatal; era el comienzo de una nueva tecnología que ahora
utilizamos diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Un típico
argumento pro aborto es aducir la imposibilidad de definir cuándo comienza el
principio de la vida, afirmando que es un problema teológico o filosófico, no
científico. Pero la fetología demuestra la evidencia de que la vida comienza en
la concepción y requiere toda la protección de que gozamos cualquiera de
nosotros. Ud. podría preguntar: ¿Entonces, por qué algunos doctores,
conocedores de la fetología, se desacreditan practicando abortos? Cuestión de
aritmética: a 300 dólares cada uno, un millón quinientos cincuenta mil
(1.550.000) abortos en los Estados Unidos, implican una industria que produce
500 millones de dólares anualmente. De los cuales, la mayor parte van a los
bolsillos de los doctores que practican el aborto.
Bernad
Nathanson fue tajante al afirmar que la vida humana comienza
en la concepción y que el aborto destruye vidas humanas: “Es un hecho claro que el aborto voluntario es una
premeditada destrucción de vidas humanas. Es un acto de mortífera violencia. Debe de reconocerse
que un embarazo inesperado plantea graves y difíciles problemas. Pero acudir
para solucionarlo a un deliberado acto de destrucción supone podar la capacidad
de recursos de los seres humanos; y, en el orden social, subordinar el bien
público a una respuesta utilitarista. Como científico sé y conozco que la vida
humana comienza en la concepción. Y aunque no soy de una religión determinada
creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para
siempre este infinitamente triste y vergonzoso crimen contra la humanidad”.
Podemos terminar con el Himno del Lincoln de Spielberg una
vez aprobada la decimotercera enmienda “Acudimos
a la llamada de los leales, fieles y valientes, con el grito de guerra por la
libertad. Y llenaremos nuestras filas con un millón de hombres más...”.
Publicado en El Mundo Cantabria el 26 de octubre de 2013
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