miércoles, 6 de agosto de 2014

ANTÍDOTO DE INDEPENDENTISMO


 
 
 
"Este país está sembrado de guerras de costa a costa, leyes humanas, no divinas, si te las saltaras, y eres muy capaz de hacerlo Roper ¿crees  de veras que podrías resistir impasiblemente los vientos que se levantarían?  Sí. Yo concedería al Diablo el beneficio de la ley por mi propia seguridad. “
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Tomás Moro fue amigo de Enrique VIII y a la vez un personaje incómodo al que finalmente Enrique VIII acusó de alta traición y le decapitó el  6 de julio de 1535.  Por esas mismas razones sería canonizado cuatrocientos años más tarde por la Iglesia Católica y considerado un mártir de la Reforma Protestante por la Iglesia Anglicana incluyéndolo en 1980 en su lista de santos y héroes cristianos. Tomás Moro fue un eminente abogado que entendía muy bien la importancia de las leyes y el valor de las palabras de un juramento. Su prestigio era un “bofetón” para las pretensiones de Enrique VIII que quería a toda costa el divorcio con la reina Catalina de Aragón para poder contraer matrimonio con Ana Bolena y dar un heredero varón a la corona, y para ello no dudo en exigir un juramento antipapista que propició el surgimiento de la Iglesia Anglicana.

En la película “Un Hombre para la Eternidad” dirigida por Fred Zinnemann, estrenada en 1966 y galardonada con seis óscars, Paul Scofield hace una excelente representación del personaje recreando la “persecución iniciada contra un hombre bueno e intachable, fiel a sus ideales, que no da su brazo a torcer en materia de Estado, aún a costa de su vida”. El sentido jurídico y la importancia del respeto a la legalidad de Tomás Moro quedan reflejados con maestría cuando se manifiesta a favor de conceder al diablo el beneficio de la ley si hiciera falta. Roper, el yerno de tomas Moro, le exige que arreste a Richard Rich, un turbio personaje, que más tarde se convertirá, con perjurio, en su principal acusador.

“-Roper: Hazle arrestar / -Tomas Moro: ¿Por qué? / -Roper: Es peligroso

-Margaret: Por libelo y espía. Padre ese hombre es malo / -Tomas Moro: No hay ley alguna contra eso / -Roper: Está la ley de Dios / -Tomas Moro: Que lo arreste Dios. Sería libre de irse aunque fuera el diablo en persona, hasta que violara la ley. / -Roper: Vaya con que daríais al Diablo el beneficio de la ley 7 -Tomas Moro: Sí ¿tú qué harías? Dar un rodeo alrededor de la ley para coger al diablo / -Roper: Sí. Me saltaría todas las leyes de Inglaterra para hacerlo. / -Tomas Moro: Ya y cuando te hubieras saltado la última ley y el diablo se volviera contra ti ¿dónde te esconderías, Roper, sin leyes de por medio? Este país está sembrado de guerras de costa a costa, leyes humanas, no divinas, si te las saltaras, y eres muy capaz de hacerlo Roper ¿crees  de veras que podrías resistir impasiblemente los vientos que se levantarían?  Sí. Yo concedería al Diablo el beneficio de la ley por mi propia seguridad.

Pilar Urbano, cuenta también en su libro La Gran Desmemoria como el Rey D. Juan Carlos tenía claro antes de empezar a reinar “que había que cancelar la dictadura y pasar a una democracia plena, pero de un modo pacífico y legal”. Franco había dejado todo atado y bien atado pero “las Leyes Fundamentales no sólo eran modificables sino derogables. Bastaba tirar de un extremo del hilo con el que todo había quedado atado y bien atado. Reformar desde dentro, sin rupturas, yendo de la ley a la ley. Pero sólo las viejas Cortes franquistas podían dar el salvoconducto a una ley reformadora, que fuese refrendada por el pueblo. Por tanto, no convenía enfrentarse a las Cortes, sino conquistarlas. Y la ley reformadora que aprobasen no debía ser una apostilla, ni un simple decreto ley, sino una nueva Ley Fundamental capaz de derogarlas a todas por la vía suave, la demolición desde dentro”. Finalmente el 8 de diciembre de 1978 se aprobó la Constitución actual que devuelve la soberanía al pueblo.

Jorge de Esteban en un artículo “De la Constitución a la Constitución” publicado en El Mundo el 22 de Abril pasado se lamenta de las escasas reformas que ha tenido la Constitución máxime cuando fue una Constitución inacabada cuyo título VIII era necesario reformar. Comenta que aquí la Constitución se concibe como un fin en sí mismo y no como un medio para organizar la convivencia que conviene ir reformando según sean las necesidades de los tiempos y por esta razón, o bien  no se incluyen procedimientos de reforma en nuestras constituciones o se incluyen procedimientos rígidos como en la actual de 1978: “nunca unas Cortes se suicidarán para aprobar una reforma que según el artículo 168 exige la disolución de las mismas, la convocatoria de nuevas Cortes y la aprobación por ellas de la reforma, confirmada después por referéndum nacional”. Jorge de Esteban expone una serie de razones por las cuales se ha de reformar la constitución para lo cual ve necesario el acuerdo de PP, PSOE con los nacionalistas moderados vascos y catalanes.

El pasado 7 de abril el Congreso de los Diputados negó la petición de la Generalitat de Cataluña de que se le ceda la competencia para autorizar, convocar y celebrar un referéndum sobre el futuro político de Cataluña. Los argumentos de Rajoy fueron claros y contundentes: “No me pidan ustedes que, como presidente del Gobierno, me salte la soberanía nacional y no cumpla la ley”. A la vez que desmontó el argumentario nacionalista, ofreció el camino de la reforma de la Constitución y con “arte taurino” pidió imaginación a los nacionalistas.

Desde aquel famoso “aprobaré todo lo que salga del parlament de Cataluña” pronunciado por Zapatero, la Generalitat de Cataluña se ha dedicado a crear un sentimiento independentista utilizando técnicas de spot publicitario, con el apoyo de los medios de comunicación de Cataluña controlados mediante la financiación de su déficit. El independentismo es un enfermo imaginario cuya cura se realiza con un medicamento llamado principio de legalidad; es un problema creado artificialmente por el afán de poder de algunos, cuya argumentación no ha salido de las premisas: votar es democrático, el pueblo catalán es un pueblo democrático, el pueblo catalán quiere votar; mientras ignoraban cualquier consideración relativa al respeto a la legalidad vigente y a los inconvenientes de romper España y de salir de la Unión Europea. Quinientos años integrados en un todo son demasiados años como para que el todo no opine ante las pretensiones de una parte. No respetar la legalidad vigente supone iniciar una espiral que no se sabe dónde acabará. Como dice Tomás Moro a su cuñado Roper: “cuando te hubieras saltado la última ley y el diablo se volviera contra ti ¿dónde te esconderías, Roper, sin leyes de por medio? Este país está sembrado de guerras de costa a costa, leyes humanas, no divinas, si te las saltaras, y eres muy capaz de hacerlo Roper ¿crees  de veras que podrías resistir impasiblemente los vientos que se levantarían?  Sí. Yo concedería al Diablo el beneficio de la ley por mi propia seguridad. “.

El pasado 30 de Julio, Rajoy ha vuelto a ser claro con Arthur Mas: la consulta “es ilegal y, por tanto, ni se puede celebrar ni se va a celebrar”. La reforma de la constitución Española es el único cauce que se puede ofrecer a Arthur Mas para que salga del embrollo en que se ha metido. Muchos partidos se han apuntado a este eufemismo de reformar la Constitución como forma de “nadar y guardar la ropa” para no enturbiar el abultado sentimiento nacionalista separatista, y salir perjudicados en el “vaivén” del sentido de voto que mece las aguas de su electorado. Pero ¿cómo contentar a los que nunca serán contentados? ¿Merece la pena “abrir el melón” de la Constitución para solucionar un problema creado artificialmente y cuyos líderes empiezan a ser investigados por una escandalosa y burlesca corrupción que ya se intuía?

Finalmente parece que serán los artificieros de la prensa y la policía judicial y tributaria los que acaben pinchando globos y poniendo a cada uno en su sitio.

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