"Enrique Fuentes Quintana en su Manual de Hacienda Pública del año 1993 mencionaba que entre las distintas teorías y principios impositivos sobre los que podía estructurarse la fiscalidad de un Estado, los dos impuestos que mejor se amoldan al principio de equidad impositiva son el impuesto sobre el IVA y el impuesto sobre el patrimonio."
___________________________________
Claro y acertado ha estado Mario
Draghi en su discurso en la reunión de banqueros centrales en Jackson Hole el
pasado 22 de agosto. Para combatir el desempleo, llega un punto en que la
política monetaria poco más puede hacer, y ha de pasar el testigo a los
gobiernos nacionales y a la Unión Europea, que han de proseguir con políticas
fiscales y reformas estructurales. Sobre las rigideces laborales de España,
admite que en parte han sido eliminadas, pero todavía queda recorrido. Draghi se
aventuró a decir para España que “Sería
posible una menor carga fiscal sin que tenga efectos presupuestarios y la
fórmula para lograrlo es reducir las cotizaciones sociales y los impuestos
directos a cambio de una subida del IVA y otros tributos especiales. En
estas palabras está la receta que España tiene todavía que aplicar juntamente
con las reformas estructurales que racionalicen la administración pública y
autonómica, y la concesión de subvenciones.
El 26 de Julio de 2012 Draghi
afirmó que "Bajo nuestro mandato el BCE
hará todo lo que esté en su mano por proteger al euro. Y créanme, será
suficiente (…) ningún país saldrá de la zona euro. Si la prima soberana daña el
funcionamiento de los canales de transmisión de la política monetaria, entonces
entra en nuestro mandato", Fueron palabras mágicas que
des-tensionaron los mercados financieros e hicieron caer aceleradamente la
prima de riesgo y subir el Ibex 35. Aquellas palabras de Draghi incidieron de
lleno sobre las negras expectativas que había creado la mala configuración del
BCE que tiene como único objetivo controlar la inflación, a diferencia de la
Reserva Federal de EEUU que además tiene como objetivo el crecimiento económico. Posteriormente
Draghi supo encontrar la forma de hacerlas realidad e inyectar liquidez en el
sistema mediante los programas OMT (Outright Monetary Transactions) que compraban
deuda de los estados en los mercados secundarios comprometiéndose a la vez a
“esterilizarlos” para que no incidieran en la inflación, precedido de una
solicitud formal de los estados al fondo de rescate de la zona euro. Como era
de esperar el Presidente del Bundesbank, Jens Weidmann se opuso e interpuso una
demanda ante el tribunal Constitucional Alemán que fue desestimada el pasado
mes de febrero. El programa de OMT nunca ha sido activado y solamente con su
anunció fue suficiente porque supuso hacer ver que se había encontrado la forma
de romper la “rigidez germánica” que aprisiona al BCE con un único
objetivo. En Junio pasado Draghi anunció medidas similares para este
otoño en las que se inyectará 400.000 millones de euros en la economía con determinadas
condiciones.
Reactivar la economía y reducir
la tasa de desempleo guarda un cierto paralelismo con encender un buen fuego en
una buena chimenea. Si no tienes experiencia y los medios adecuados, es posible
que termines combatiendo el frio con un buen jersey de lana gorda. La inyección
de liquidez en el sistema es como las ramas y hojarasca; levantan la llama y el
humo, y suben la temperatura, pero al cabo de unos minutos se han consumido; y
los gruesos troncos de roble y encina apenas han quedado tiznados y
ennegrecidos, con pocas brasas y lejos de querer arder. Si lo intentas con
“alcohol de quemar”, te lo pasarás en grande pero no está claro que lo consigas
y corres el riesgo de hacer algún destrozo. El papel y hojas de revista pueden
ser útiles puntualmente, pero la ceniza que dejan se deposita sobre los troncos
y ahoga las pocas brasas conseguidas. Hay que trocear algún tronco, y si se
puede hacer astillas; colocarlos adecuadamente, como la experiencia indica,
para que el fuego prenda, y la chimenea tire y continúe ardiendo sola. El uso
del fuelle y la oxigenación de las llamas es clave en todo el proceso. Después
se trata de ir añadiendo algún tronco de vez en cuando y vigilar que el fuego
no decaiga.
La política monetaria ha de ir
combinada con una política fiscal adecuada y las reformas estructurales
necesarias. Un exceso de liquidez puede incitar al gasto suntuoso, alimentar
los desequilibrios presupuestarios y generar un aumento de deuda que después
habrá que devolver. El exceso de liquidez genera burbujas y las burbujas tienen
muchas modalidades; no solamente la inmobiliaria, de la que ya conocemos sus
efectos nocivos.
Enrique Fuentes Quintana en su
Manual de Hacienda Pública del año 1993 mencionaba que entre las distintas
teorías y principios impositivos sobre los que podía estructurarse la
fiscalidad de un Estado, los dos impuestos que mejor se amoldan al principio de
equidad impositiva son el impuesto sobre el IVA y el impuesto sobre el patrimonio.
El impuesto sobre el IVA porque grava el consumo y el Impuesto sobre el
patrimonio por que grava el “consumo” de los bienes de inversión, es decir su
uso.
Según este enfoque, lo que se
trata de gravar no es la renta cuando es obtenida como hace el IRPF y las
cotizaciones sociales, sino la renta cuando es gastada como hace el IVA.
Parece de sentido común que haya que gravar el consumo de la renta y no su
obtención, precisamente porque gravar la renta obtenida pero que se destina a
inversión, a crear riqueza y puestos de trabajo, es contraproducente e ilógico.
Se ha objetado que el IVA de los bienes de primera necesidad es injusto con los
grupos más desfavorecidos y rompe el principio de equidad, pero la solución es
reducir el tipo de estos bienes como se está haciendo. El debate sería qué
bienes y qué tipos.
Las recomendaciones de Draghi van
en esta línea, cambiar imposición sobre la obtención de la renta (IRPF y
cotizaciones sociales) por imposición sobre el consumo (IVA). Un trabajador que
cotiza a la seguridad social con un sueldo de 1000 puede acabar percibiendo 850
por las retenciones de IRPF y seguridad social a cargo del trabajador y para la
empresa supone un coste de 1300 por el coste de seguridad social a cargo de la
empresa. Por cada euro que la empresa paga al trabajador, paga a la vez 53
céntimos a las distintas administraciones. Esto es una penalización brutal a la
contratación, y a la creación de puestos de trabajo. Estas cifras han sido
modificadas en parte en la última reforma laboral, pero las cotizaciones
sociales de la contratación siguen siendo todavía una “losa” para la pequeña
empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario