“El gobierno, a estas alturas de
la legislatura, debería hacer una
exposición de su programa electoral detallando lo que se ha hecho y lo que no
se ha hecho”
“Que poco cuesta financiar a grupos minoritarios para que consigan en
la calle y en las redes sociales lo que no pueden conseguir en las urnas”
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Causa tristeza e
indignación oír que la “ley del aborto pueda acabar sin ver la luz” por falta de
consenso, y porque los estudios sociológicos de Arriola consideran que la
Reforma Gallardón ha perjudicado electoralmente. Rajoy y Arriola, deberían leerse todas las encuestas fraudulentas que
hicieron posible la introducción del aborto en EEUU. Lo cuenta en la red,
en muchos documentos, el Doctor Bernad Nathanson uno de los artífices de
la introducción fraudulenta del aborto en EEUU y responsable de 75000 abortos,
posteriormente convertido en pro-vida y al catolicismo.
Yo voté al programa del Partido Popular y mucha gente como yo votó
también el programa del Partido Popular; y para ello tuve que elegir la
papeleta del Partido Popular y descarté la del PSOE y la de muchos otros
partidos minoritarios por su programa electoral. No pude elegir a los candidatos
porque la lista ya estaba hecha, pero el programa del Partido Popular merecía
la pena.
En su discurso en Sotomayor a
finales de Agosto, Rajoy dijo que “España
es una gran nación. Es la nación más antigua de Europa. Es la nación que lleva
más años en su unidad. La soberanía nacional radica en el conjunto del pueblo
español. Y lo que sea España, se decide entre todos.”. El programa
electoral del Partido Popular fue decidido entre todos cuando una gran mayoría
absoluta votó al Partido Popular. Es el programa electoral en último término lo
que hace que se vote a uno u otro partido. La clave de la mayoría absoluta del
Partido Popular está en su programa electoral.
El gobierno, a estas alturas de
la legislatura, debería hacer una
exposición de su programa electoral detallando lo que se ha hecho y lo que no
se ha hecho; y lo que se va hacer en el tiempo que queda. Es lo que hace
cualquier autónomo, emprendedor o empresario para evitar ir a “salto de mata”.
Si bien el Partido Popular no
votó la ley del Aborto 2/2010 (Ley Aído), han transcurrido ya tres años desde
que llegó al poder sin haberla derogado y sin ninguna justificación para no
haberlo hecho ya. Tres años de complicidad con una ley que no sólo no
contribuye a resolver el problema social del aborto sino que lo agranda a gran
velocidad. Si el Partido Popular termina su legislatura sin derogar la
Ley Aído pasará a ser cómplice de la misma adquiriendo la misma responsabilidad
que todos aquellos que la votaron; con el agravante de que habrá tenido en sus
manos la mayoría absoluta necesaria para hacerlo y un programa electoral claro
que le autorizaba. Rajoy debería
reflexionar profundamente sobre la responsabilidad en que puede incurrir por
omisión. Cada día mueren en España más de 300 niños no nacidos víctimas del
aborto; unos 120.000 al año. Demasiada sangre derramada.
El programa electoral del Partido Popular dedica el apartado 3.1 a la
Familia, que define como primera sociedad del bienestar. Después de hacer
un diagnóstico acertado y establecer unos objetivos claros se establecen doce
medidas para alcanzarlos. La medida número seis dice textualmente “La
maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección de la maternidad con
medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se
encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la
maternidad. Cambiaremos el modelo de la
actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la
vida, así como de las menores.”
El Proyecto de ‘Ley Orgánica para la protección de la vida del
concebido y de los derechos de la mujer’, aprobado por el gobierno en el
mes de diciembre estaba en línea con su programa electoral y creó muy buenas
expectativas, pero la inexplicable
demora en que estaba incurriendo en sacarlo adelante y el acercamiento al
último año de su mandato llevaban a temer que Mariano Rajoy se plegara ante las
dificultades y parece que así puede suceder.
Cuando Zapatero llegó al poder, con una mayoría muy simple, lo
primero que hizo fue derogar la ley de Educación del Partido Popular y el Plan
Hidrológico; sin miramientos, a la vez que alardeaba de talante, diálogo y
consenso. A modo de “trágala”, nos metió toda una agenda política de Ideología
de género que culminó en la Ley Aído. El Partido Popular debería haber derogado
la Ley del Aborto de Zapatero (Aído) nada más iniciar la legislatura.
Gallardón ha entendido la
oportunidad histórica que tiene el gobierno y que nunca se volverá a
repetir. Ciertamente el aborto y su aceptación social como afirmó Julián Marías
es lo más grave que ha acontecido en el siglo XX, pero con la ley Aído se está
consolidando toda una industria abortista, que mueve cantidades ingentes de
dinero y que no está dispuesta a dejar que le quiten su negocio. Cuando toda
una industria crece y se desarrolla, es muy difícil dar marcha atrás. Que poco cuesta financiar a grupos
minoritarios para que consigan en la calle y en las redes sociales lo que no
pueden conseguir en las urnas. En estos tres años de gobierno del Partido
Popular ha habido además un acostumbramiento al aborto como derecho que
anestesia a la población.
¿Con qué argumentos nos va a pedir el voto, Rajoy, en las próximas
elecciones? ¿Nos va a decir que España va bien porque tiene un 2% de
crecimiento, cuando tenemos un 24% de paro, una corrupción galopante, una
juventud sin futuro y la población desesperanzada, que no sabe qué le deparará
el futuro en los próximos tres meses? ¿Piensa resolver sólo todos los
problemas que tiene encima de la mesa? ¿Con “arte taurino” piensa lidiar el
toro del independentismo o frenar el avance de Podemos y otros partidos
minoritarios? Demasiados problemas para estar dejado de la mano de Dios. Dios
también existe y es más fácil creer en Dios que creer en los estudios sociológicos
de Arriola.
Es acertado que el Foro de la
Familia le haya dado un plazo al gobierno para que saque adelante la reforma
antes de iniciar una campaña pidiendo que no se vote al partido popular. El
voto pro-vida ya no es un voto cautivo. Si bien en las Elecciones Europeas no
convenía entorpecer el proyecto Gallardón, en las próximas elecciones generales
no habrá ninguna razón para votar al Partido Popular y el arte taurino ya no
dará resultados.
Ruiz Gallardón debe hacer ver a
Mariano Rajoy que este Proyecto de Ley, supone una gran apuesta por el Bien
Común y es la mejor, y probablemente la única baza que tiene el Gobierno de
renovar mayorías. Es una oportunidad histórica como nunca la ha habido, con los
medios necesarios para ello. La ley Aído 2/2010
que introduce la ideología de género en la enseñanza y en el sistema sanitario
y reconoce el aborto como un derecho es una ley perversa que trasciende el
espacio y el tiempo y que ya debería haber sido derogada. No es una ley que se
circunscriba únicamente al momento actual, de la España actual. Ninguna otra
ley en toda la historia de la humanidad ha llegado a este nivel de iniquidad.
En estos momentos de crisis, con
una corrupción galopante que produce náuseas porque tiene forma de tela de
araña, el proyecto de Gallardón, es la única manera de darle la vuelta al
calcetín y hacer algo que merezca la pena.
Se entiende que Mariano Rajoy se
resista a abordar su tarea, porque no hay ninguna duda de que sacar adelante este Proyecto de Ley será
una “pelea” encarnizada; un tema de vida o muerte que requiere
protagonistas con coraje, porque el proyecto trasciende el espacio y el tiempo.
El coraje y empeño que se pongan en esta labor desinflarán muchos globos como
el del independentismo.
La XIII enmienda a la
Constitución de EEUU que abolió la esclavitud, fue adoptada y aprobada el 31 de
Enero de 1865. Lincoln tenía muy clara a oportunidad histórica que estaba
viviendo y supo combinar la finalización de la guerra con la abolición de la
esclavitud. Unos meses más tarde, el 15 de abril, Abraham Lincoln fue
asesinado. Si le hubieran preguntado en sus últimos momentos, habría dicho que ha
merecido la pena.
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