martes, 9 de diciembre de 2014

VIOLENCIA DE GÉNERO

Con cada suceso de violencia género se repite siempre el mismo discurso, las mismas frases, los mismos propósitos… pero el problema permanece. Hace poco se leía en televisión: “Cada día más mujeres maltratadas se atreven a llamar al 016...”.
Es de aquellos problemas en que el miedo se “mete en el cuerpo”; no solo el miedo de las personas que padecen la tal violencia que antes se llamaba doméstica, sino también el de las personas que discrepan sobre las raíces del problema y la forma de abordarlo. Hay mucho dolor acumulado, y también mucha ideología capaz de polarizar ese dolor y dirigirlo hacia los que opinen diferente, hacia los que opinen algo que no sea políticamente correcto. No existe un debate sosegado que permita buscar las raíces del problema, y no existe por miedo a discrepar y ser masacrado.
Como escribió un filósofo ilustre “el bien lo conoce mejor el que lo practica que el que no lo practica y, en cambio, el mal lo conoce mejor el que no lo practica que el que  lo practica”. Y como dijo Un Clásico “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Si el vínculo es así de fuerte, su ruptura siempre será problemática. Dicen los fabricantes de pegamentos y carpinteros que si la cola es de calidad, un mueble se romperá por cualquier sitio menos por dónde fue pegado. Son frases que algo tienen que ver con el problema que estamos tratando, pero a algunos les pueden resultar muy molestas. “Sólo recuerdo lo bueno, de lo malo nada” dice la genial canción “Retales de una vida” de Celtas Cortos. También nos puede ser de utilidad.
Hay que “desparasitar” de ideologías la legislación y en concreto la ley de violencia de género para empezar un debate sosegado. Una  reflexión profunda e inteligente nos llevaría a actuar preventivamente y potenciar la estabilidad del matrimonio y la familia. Sin embargo a partir del año 1981 en que se aprobó la primera ley de Divorcio, toda la legislación posterior, en concreto la del gobierno Zapatero, no sólo no ha promocionado el matrimonio como parte integrante del bien común sino que ha diluido su realidad creando un lenguaje equívoco que trata como iguales realidades diferentes, unas veces con el pretexto de superar antiguas discriminaciones y otras a impulsos de determinados grupos de presión. En Julio del 2005 la ley de divorcio exprés ha redefinido la figura jurídica del matrimonio y éste ha dejado de ser la institución del consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y a la procreación para convertirse en la institución de la convivencia afectiva entre dos personas, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses; desapareciendo a la vez los términos "marido" y "mujer", "esposo" y "esposa", "padre" y "madre" siendo sustituidos en los registros por "cónyuge A" o "cónyuge B. También en julio del 2005 se equipararon las uniones homosexuales al matrimonio con lo que el deterioro jurídico de esta institución que por su propia naturaleza busca la permanencia (una sola carne) ha sido constante.
En esta situación no es de extrañar que el número de víctimas de la mal llamada violencia de género esté fuera de control. Ya por los años 90 el psiquiatra Luis Rojas Marcos en un artículo Parejas rotas recogido por Covadonga Oshea en su libro La Armonía Vital, comentaba que “No existen divorcios amistosos. La ruptura del matrimonio es una de las experiencias más traumáticas que pueden sufrir los seres humanos. Aparte de sus implicaciones sociales, económicas y para muchos religiosas, es un proceso personal conflictivo y doloroso. Las personas en trance de disolver su compromiso atraviesan un largo túnel de miedo, de culpabilidad y de odio del que las dos partes salen con la moral consumida, las fuerzas gastadas y la autoestima dañada”.
Por su parte la ley de Violencia de género del 2004 no sólo no arregla nada sino que lo estropea más. Impregnada de ideología de género define la relación entre el hombre y la mujer como necesariamente conflictiva, con planteamientos importados de la lucha de clases marxista como la afirmación de su preámbulo de que “la violencia se dirige contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y que es consecuencia de la desigualdad histórica de la mujer en la sociedad”. Desde el momento en que en su título II define los Derechos de las mujeres víctimas de violencia de género ignorando por completo los derechos de los hombres introduce un nuevo elemento de injusticia.
Muchas cosas se deben cambiar para abordar el problema de la violencia de género y sobre todo hay que actuar de forma preventiva apoyando la estabilidad del matrimonio y la familia, y permitir que los que opinan diferente también puedan hacerlo.

Publicado en el Mundo Cantabria el 9 de Diciembre de 2014

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