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lunes, 28 de abril de 2014

GRACIAS JUAN PABLO II


 

Desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. ... Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo.”
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Es el mensaje de Juan Pablo II el 9 de noviembre de 1982 que ahora, en la coyuntura actual, vuelve a estar de rabiosa actualidad. Juan Pablo II dejó de estar con nosotros el 2 de Abril de 2005 a las 21:37 hace ya 9 años. Algunas de sus últimas palabras estaban dirigidas a los jóvenes: “...os he buscado. Ahora habéis venido a mí. Os lo agradezco”. Juan Pablo II era un hombre que hablaba a las naciones, era un ciudadano del mundo. Decía el periodista americano George Weigel que cuando estaba ante el Presidente de los EEUU Jimmy Carter, tenía la impresión de estar ante un líder religioso pero con Juan Pablo II su impresión era la de estar ante un hombre de Estado. No podemos cometer el error de aceptar la objeción de quienes dicen que era un líder religioso y con este pretexto rechazan cualquier cita a su legado.

El retraso del anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la embarazada de Ruiz Gallardón hasta después de las elecciones europeas del 25 de Mayo ha permitido que un mes antes, se produzca la canonización de Juan Pablo II con una asistencia masiva de personas de todo el mundo en Roma. La Evangelium Vitae y todos sus escritos sobre la cultura de la vida y la cultura de la muerte están ahora en el “candelero” y van a ocupar los titulares de la prensa. Nos ha indicado que “entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso….” y se ha dirigido a las mujeres que han abortado “… podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida”, llegando a decirles que “…seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre”. No es muy difícil encontrar en Internet  textos y cartas de agradecimiento de mujeres que han abortado y que se han sentido profundamente removidas y confortadas ante estas palabras. En concreto podemos encontrar un testimonio conmovedor en: “Carta abierta de una madre que abortó” de Marina Dainese Milán, Italia, en el enlace:


Juan Pablo II ha pedido con urgencia  “una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción más firme y activa por todos los cristianos; nueva, para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos”.

En la Evangelium Vitae Juan Pablo II se dirige a los responsables de la vida pública recordándoles la necesidad de tomar decisiones valientes: “Llamados a servir al hombre y al bien común, tienen el deber de tomar decisiones valientes en favor de la vida, especialmente en el campo de las disposiciones legislativas. En un régimen democrático, donde las leyes y decisiones se adoptan sobre la base del consenso de muchos, puede atenuarse el sentido de la responsabilidad personal en la conciencia de los individuos investidos de autoridad. Pero nadie puede abdicar jamás de esta responsabilidad, sobre todo cuando se tiene un mandato legislativo o ejecutivo, que llama a responder ante Dios, ante la propia conciencia y ante la sociedad entera de decisiones eventualmente contrarias al verdadero bien común.”
Les recuerda también la importancia de las leyes en la formación de las costumbres y en definitiva en la aceptación social del aborto: “las leyes no son el único instrumento para defender la vida humana, sin embargo desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres. …Una norma que viola el derecho natural a la vida de un inocente es injusta y, como tal, no puede tener valor de ley. Y les hace una apremiante llamada a eliminar las leyes inicuas y las causas que favorecen los atentados contra la vida, y a promover iniciativas en pro de una cultura de la vida:para que no promulguen leyes que, ignorando la dignidad de la persona, minen las raíces de la misma convivencia ciudadana… En el contexto de las democracias pluralistas, es difícil realizar una eficaz defensa legal de la vida por la presencia de fuertes corrientes culturales de diversa orientación. Sin embargo, movido por la certeza de que la verdad moral encuentra un eco en la intimidad de cada conciencia, animo a los políticos, comenzando por los cristianos, a no resignarse y a adoptar aquellas decisiones que, teniendo en cuenta las posibilidades concretas, lleven a restablecer un orden justo en la afirmación y promoción del valor de la vida. En esta perspectiva, es necesario poner de relieve que no basta con eliminar las leyes inicuas. Hay que eliminar las causas que favorecen los atentados contra la vida, asegurando sobre todo el apoyo debido a la familia y a la maternidad: la política familiar debe ser eje y motor de todas las políticas sociales. Por tanto, es necesario promover iniciativas sociales y legislativas capaces de garantizar condiciones de auténtica libertad en la decisión sobre la paternidad y la maternidad; además, es necesario replantear las políticas laborales, urbanísticas, de vivienda y de servicios para que se puedan conciliar entre sí los horarios de trabajo y los de la familia, y sea efectivamente posible la atención a los niños y a los ancianos”.

Juan Pablo II sembró con gran abundancia, hasta consumirse físicamente en sus últimos años. En uno de los últimos mensajes del Ángelus no pudo articular palabra. Nos habló de una primavera espiritual cuya realidad pudimos entrever en la JMJ de Madrid en el 2011 con Benedicto XVI y ahora con el Papa Francisco en Río de Janeiro. Algo dice que su canonización va a marcar un punto de inflexión y la Cultura de la Vida brotará con fuerza volviendo a ocupar el lugar preferente que le corresponde y que ahora le es usurpado.

¡Gracias, Juan Pablo II!

 

jueves, 1 de agosto de 2013

EL PRECIO A PAGAR



"En un régimen de libertad religiosa y libertad de expresión el Islam da paso al Cristianismo como la noche al día con los primeros rayos de sol."
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Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra

Estas palabras del Evangelio son una realidad viviente en Mohammed convertido en Josep Fadelle. EL precio a pagar es una historia verídica que “engancha”. Un libro que testimonia la vivencia de la Fe Cristiana conocida en la edad adulta y permite ver desde fuera algo que has vivido siempre desde dentro. Un libro que permite conocer la sociedad islámica, su forma de vivir la religión y proporciona las claves para entender los últimos acontecimientos producidos en la mezquita ceutí de Benzú.

“Durante el servicio militar, Mohammed, un joven musulmán iraquí miembro de una importante familia chiíta, descubre con espanto que su compañero de cuarto es un cristiano llamado Massoud. Entre ambos surge una relación paradójica, de la que Mohammed saldrá transformado”.

Los prejuicios de Mohammed contra el cristianismo se van desmoronando a medida que va conociendo a Massoud a quién intenta convertir a la religión islámica para obtener la recompensa celestial prometida a los valientes: mujeres hermosas como sirenas, y leche y miel en abundancia y también por la buena reputación que se ganaría entre los suyos. La personalidad de Massoud le va cautivando poco a poco, pero Massoud no manifiesta ningún interés en convertirle ni en transmitirle su Fe cristiana. Se limita simplemente a pedirle que lea el Corán en profundidad antes de acceder a dejarle los Evangelios que Mohammed le pide para demostrarle la superioridad del Corán.

Mohammed es consciente de que los maestros le han enseñado siempre que, antes que la comprensión del texto, lo que se premia es la lectura completa del Corán: basta descifrar las letras para avanzar en la piedad y ganar indulgencias, aun cuando no se comprenda el sentido completo de las palabras. De ahí que cualquier musulmán pueda estar seguro, fuera de toda duda, de llegar al paraíso.

Mohammed se sumerge en el Corán y es entonces cuando empiezan los problemas. Debería haber sido menos confiado y recordado el versículo del Corán que aconseja no ahondar en nada capaz de trastornar la propia fe. En la segunda sura, llamada de la Vaca o Al-Baqara las cosas se complican. No entiende que versículo tras versículo, Alá se rebaje a dictar las leyes de repudio, los plazos de los pleitos y tantos otros detalles que a su entender, carecen de valor religioso. Otro de los puntos que Mohammed considera conflictivo es la insistencia con que el Corán determina la superioridad y el poder de los hombres sobre las mujeres, consideradas casi siempre seres inferiores, con la mitad de cerebro que el hombre, cuando no impuras si están menstruando. El versículo 34 de la sura An-Nisâ o de las mujeres ordena, por ejemplo, amonestar a aquellas cuya infidelidad sospechéis y a encerrarlas en habitaciones apartadas y ve necesario golpearlas.

Cuando lee que Mahoma contrae matrimonio con Aisha una niña de siete años o que después de casar a su hijo adoptivo, Zaïd, hace de la mujer de éste –es decir, de su nuera- su séptima esposa, se siente aún más decepcionado. 

Las consultas a Jeques y ayatolás no le satisfacen. Su fe en el islam se resquebraja y se ve obligado a cambiar de estrategia y llevar a Massoud hasta el mismo lugar en que se encuentra él. Convencerle de que también su religión es una engañifa para estar en una posición de igualdad y confiarle con tranquilidad sus dudas sobre el islam.

El día de su conversión Mohammed tiene un sueño que le sitúa junto a un río no demasiado grande, de apenas un metro de ancho. En la otra orilla ve a un personaje más bien alto, de unos cuarenta años, hacia el que se siente irresistiblemente atraído, y experimenta un fuerte deseo de cruzar al otro lado para reunirse con él. Empieza a atravesar el rio y se siente suspendido en el aire. El hombre que tiene enfrente tiende su mano para ayudarle  y pronuncia una frase enigmática: “Para cruzar el río tienes que comer el pan de vida”.

Al despertar no da mayor importancia a su sueño y posteriormente se encuentra con Massoud que casualmente le presta el Evangelio. Contra toda lógica, Mohammed empieza a leer por el evangelio de San Juan en vez de hacerlo por el principio y termina leyendo las mismas palabras “pan de vida” que acababa de oír hace unas horas en su sueño. Dentro de él sucede algo extraño, como una explosión que lo arrastra todo a su paso y va acompañada de una sensación de bienestar y calor; una pasión casi violenta y cargada de amor hacia ese Jesucristo del que hablan los Evangelios. Tiene la certeza de que su vida nunca volverá a ser como antes.

De vuelta a la vida civil, Mohammed es casado por su padre con una mujer que no elige pero a la que después ama y es correspondido, y con la que tiene dos hijos. Tiene una única idea: bautizarse y recibir el “pan de vida”. ¡Una auténtica locura, algo impensable para familiares y allegados! En el islam el cambio de religión constituye un crimen. Su familia es capaz de todo con tal de hacerle desistir, aunque en vano. A las amenazas y los golpes les suceden la prisión durante dieciocho meses y las torturas; y felizmente la conversión de su mujer. Mohammed, convertido en Joseph una vez bautizado, vive un largo calvario, pero no cede un milímetro. Se dicta una fatwa contra él, y sus hermanos le disparan en plena calle en Jordania saliendo con vida milagrosamente”.

Finalmente consiguen abandonar el país y huir a Francia y aquí . Actualmente Joseph es una persona obligada, por prudencia, a cambiar de residencia cada poco tiempo y que siente la necesidad de ayudar a través de la red a sus compatriotas musulmanes que se encuentran en circunstancias parecidas a las de él.

Muchas otras cosas muy interesantes se cuentan en este libro que no procede aquí transcribir. Cuando te sumerges en su lectura hay momentos en que la indignación te domina, pero entras en conflicto contigo mismo cuando consideras el encuentro de Asís promovido por Juan Pablo II o sus palabras sobre el Islam en “Cruzando el Umbral de la Esperanza: "La Iglesia mira también con afecto a los musulmanes que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra" (n. 3). Gracias a su monoteísmo, los creyentes en Alá nos son particularmente cercanos.. En este libro encuentras la clave para entender. En un régimen de libertad religiosa y libertad de expresión el Islam da paso al Cristianismo como la noche al día con los primeros rayos de sol.