“Usted afirme que cree en la igualdad jurídica de todas las razas, no en la igualdad racial, se lo suplico señor. Contemporice o lo arriesga todo.”
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El 24 de marzo de 2004 la prensa
se abría con titulares como estos: “La Familia Real al completo presidió hoy en la Catedral
de La Almudena de Madrid los funerales de Estado por las 192 víctimas mortales
de los sangrientos atentados del 11 de marzo. En un ambiente de dolor contenido,
los Reyes, el Príncipe, las infantas, sus maridos y la prometida de don Felipe
dieron el pésame uno a uno a los familiares de los fallecidos…. Una de las imágenes más emotivas ha
sido cuando la Infanta Cristina, después de dar el pésame a las familias de las
víctimas, ha pasado de las lágrimas al llanto teniendo que ser consolada por su
marido.” ….. "Gracias
por su consuelo", le dijo un hombre a la infanta Cristina, deshecha por lo
que veía. "Espero que les sirva de algo", le respondió. Al final,
doña Cristina no pudo más y se abrazó a su esposo. "Es terrible...",
se le oyó decir.”
Si algo hay que destacar de la
Infanta Cristina es su carisma y sensibilidad con el dolor de la gente. Y si
hay algo a destacar hoy, diez años más tarde del atentado en Madrid del 11 M,
es la pérdida para España de unos de los valores más emblemáticos de nuestra
casa Real. Justas y acertadas las palabras del presidente del Gobierno Mariano
Rajoy cuando ha afirmado que la Infanta Cristina también tiene derecho a la
presunción de inocencia, de que estaba convencido de su inocencia y de que le
iría bien, y de que no debía renunciar a sus derechos reales. También fueron
acertadas las palabras del ex defensor del Pueblo Enrique Múgica que al ser
entrevistado recientemente en un medio de comunicación, ha afirmado que lo que
le causa tristeza es el morbo con el que se ha llevado todo el proceso de la
Infanta Cristina. Lamentables las filtraciones constantes a la prensa que se
han producido desde el inicio del proceso y la forma en que se ha ventilado
toda la intimidad de los duques de Palma con un ensañamiento que rompe la
igualdad ante la ley por el lado contrario. Cada vez que se apela a la igualdad
ante la ley en el caso de la Infanta, lo que de hecho se produce es
precisamente lo contrario, un ensañamiento en ella y su familia por el sólo
hecho de ser miembros de la familia real.
El “paseíllo” a pie para ir a
declarar no lo ha de dar la Infanta, precisamente porque todos somos iguales
ante la ley. Si para un ciudadano desconocido ese “paseíllo” no supone
exposición a insultos o agravios para la Infanta tampoco lo ha de suponer y
para eso la entrada en el Juzgado ha de ser de otra forma.
El tema de fondo es si todos somos
iguales ante la Ley; y esta igualdad admite muchos matices. En el debate
político de la película Lincoln de Spielberg, se plasma muy acertadamente la
importancia de estos matices trasladándose el debate desde la igualdad en todas
las cosas hasta centrarlo únicamente en la igualdad jurídica: “Usted
afirme que cree en la igualdad jurídica de todas las razas, no en la igualdad
racial, se lo suplico señor. Contemporice o lo arriesga todo.” Es la
recomendación que se da a uno de los diputados del partido republicano para que
no entorpezca y facilite el proceso de aprobación de la decimotercera enmienda
que aboliría la esclavitud.
El aforamiento de los diputados y
cargos públicos rompe también la igualdad jurídica así como la potestad de
indulto que recae en el gobierno. Y como hemos dicho antes la igualdad jurídica
se rompe sobre todo cuando desde un juzgado se producen filtraciones que
inician un proceso paralelo de enjuiciamiento en la prensa, que sólo se produce
en personajes de relevancia pública. En los medios de comunicación, el tamaño y
el impacto de un titular nunca guarda proporción con la gravedad del delito.
Sorprende que sobre estas filtraciones no se produzcan investigaciones ni se
exijan responsabilidades a los titulares de los Juzgados ni a los medios que
las publican, y si no hay base legal para ello, sorprende que no la haya.
Podríamos encontrar muchas otras situaciones de hecho en que la igualdad
jurídica se rompe en un sentido o en otro.
Centrándonos en el caso de la Infanta
la pregunta es si una persona que nace Infanta, que nace con una condición
social, con un “para”, podemos decir que nace en situación de igualdad al resto
de los ciudadanos; o más bien abríamos de afirmar que nace con una distinción,
para bien o para mal. ¿Puede la Infanta ejercer una profesión de médico,
abogado, economista…etc. con la misma normalidad que cualquier ciudadano, o su
condición de Infanta hará que todo lo que haga tenga una relevancia susceptible
de tener una repercusión mediática y ser enjuiciado por los medios?
En medicina se ha hablado mucho del
bebé medicamento. Es el bebé que viene al mundo con un “para”; para ser
donante a un hermano enfermo. A parte delos problemas bio-médicos que se
plantean, subyace también el problema ético de si una persona puede nacer con
un “para” que sea compatible con su libertad.
Cuando Iñaqui Urdangarín y doña
Leticia toman la decisión de casarse con la Infanta y con el Príncipe Felipe no
es una decisión del mismo “calibre” que la de cualquier ciudadano que contrae
matrimonio. Y probablemente Iñaqui Urdangarín no estaba preparado para ser miembro
de la Casa Real y en estos años de bonanza que tanta frivolidad y manga ancha
han producido en la sociedad no ha tenido criterios de conducta claros ni ha
habido una normativa adecuada, que marcara cuál y cómo debía ser su vida
profesional.
Me alegré cuando Mario Pascual vives,
abogado de Iñaqui Urdangarín afirmó que los veía unidos en la adversidad. Las
personas se curten en la dificultad. La rectificación en nuestros errores nos
permite mejorar y esperemos que el “pueblo” no sea tan cerril ni tan corto
de miras que se obstine en destruir el carisma de los duques de Palma ni lo que
representan en la casa Real. En mi opinión, otros pensarán distinto, la
categoría humana y el “saber estar” de nuestra casa Real, incluidos los duques
de Palma, está muy por encima del resto de la realeza europea.
Como Rajoy, yo también estoy
convencido de que a la Infanta le irá bien con la justicia y les deseo a
los dos que les vaya bien ¿por qué? Por todo lo que he dicho hasta ahora, y
porque el calvario que han venido soportando me parece que ya es suficiente.
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