miércoles, 10 de junio de 2015

THE SHOOTER


"Me pregunto si no son hilos que se mueven, desde estancias externas, para iniciar el proceso de “desalojo” de determinadas personas. O sea, lo que en alguna ocasión se ha llamado diezmar las “legiones malditas” del Partido Popular"

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La decisión del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco de imputar a Lucía Figar y Salvador Victoria citándoles a declarar el día 26, es una decisión con repercusiones políticas directas, inmediatas y claras. Repercusiones políticas que se producen como consecuencia de la acción de imputar, sin que haya ninguna ley que lo impida; aprovechando un vacío legal. Es además una imputación de la que el contenido que se conoce es “inmaterial”.  Aparentemente Imputar por imputar.

Ahora no tiene competencias sobre ellos, porque están aforados, bajo la jurisdicción del Tribunal Supremo. El día 26 las tendrá, pero para ello tiene que hacerles caer.  Y nada mejor para que caigan que “disparar” ya. Una imputación con efectos retardados, una especie de “pre-imputación”. Imputar hoy para que comparezcan el día 26.

¿Qué se busca con esta astuta jugada? ¿Que el partido popular no forme gobierno en Madrid? ¿Cobrarse dos “sabrosas” piezas?  Probablemente ambas cosas a la vez.  Me pregunto si no son hilos que se mueven, desde estancias externas, para iniciar el proceso de “desalojo” de determinadas personas. O sea, lo que en alguna ocasión se ha llamado diezmar las “legiones malditas” del Partido Popular.

Si no caen por su propia voluntad, caerán porque Albert Rivera ha hecho promesas precipitadas de no apoyar ninguna candidatura donde haya imputados y ahora se ve obligado a cumplirlas. Susana Diaz y Pedro Sánchez también hicieron promesas similares, pero luego con “bochorno” salieron del atolladero con un “donde dije digo, digo Diego” o “de lo que dije no me acuerdo”. Es preferible un “bochorno” a tiempo a dar a los jueces la facultad de decidir arbitrariamente quiénes son o quienes van a ser los candidatos de una lista electoral. 

Tan sucio es que un político meta la mano en la caja como que un juez haga estas filigranas con repercusiones políticas directas, claras y palpables.

Baltasar Garzón inició la senda de los jueces estrella. El Juez Castro sigue con ahínco la posibilidad de cobrarse una pieza real y Eloy Velasco ha visto en esta imputación su gran jugada maestra. Su momento de gloria.

EL editorial de El Mundo del día 5 pasado recordaba acertadamente una afirmación de Napoleón de que la mejor forma de cumplir con las promesas es no darlas jamás. Y esta es una lección que debe aprender Albert Rivera. Lo cómodo y lo fácil es tener un recetario en el que ampararse cuando hay que tomar decisiones difíciles e impopulares. Aplicar el recetario y escudarnos en él ante la opinión pública y que caiga quien caiga, tanto culpables como inocentes. Lo que hay que hacer y lo que tiene mérito es decidir en cada momento en función del caso en cuestión y en pro de la justicia y la equidad y no comprometer decisiones futuras con afirmaciones imprudentes del pasado.

Albert Ribera debería deshacer la jugada maestra de este cazador de la Audiencia Nacional, de lo contrario se asemejará a la promesa de aquel político que dijo: “Aprobaré todo lo que salga del Parlament de Cataluña” o de aquel rey de la antigüedad que, tanto disfrutó con la danza de una joven, que le dijo delante de sus invitados: “Aquello que me pidas te concederé aunque sea la mitad de mi reino” Y esta, después de consultar con su madre, le pidió “la cabeza de un preso en una bandeja”. Y aunque el tal rey tenía aprecio por el preso, por temor al bochorno ante sus invitados, le cortó la cabeza sobre la marcha. Un rey de decisiones rápidas. El día 24 celebraremos la festividad de este ejecutado.
 

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