"El electorado del Partido Popular requiere un discurso con valores, unos valores con raíces y un programa electoral como el vigente y que se lleve a cabo. El que ofrezca esto con garantías se llevará los votos."
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Parece que la consigna que se ha
utilizado en muchos municipios y Comunidades Autónomas de España para formar
gobierno es “Todos contra el Partido Popular”. Casos como el de Badalona, donde
parece que no había otra forma de derrotar a Albiol, hay muchos. Esto era
precisamente lo que Mariano Rajoy quería evitar a toda costa cuando aparcó la
Reforma Gallardón alegando que requería más consenso.
Si hubiera llevado a cabo su
programa electoral estaría en la misma situación, pero tendría un montón de
gente que le apoyaría. Gente ilusionada con un mundo mejor y esperanzada en que
España sea el punto de inflexión y el inicio de la marcha atrás de la cultura
de la muerte y la ideología de género. Los recortes, la subida de impuestos no
es ningún problema cuando se ha hecho lo importante, incluida una política más
audaz contra los desahucios, por ejemplo, concediendo una carencia opcional de
varios años en el pago de la hipoteca de la vivienda habitual.
Sin embargo, Rajoy, ha dejado de
cumplir su programa y tiene igualmente a todos los partidos en contra, y no
tiene a nadie que le defienda, nadie que crea en él. Ha desperdiciado o está
desperdiciando la legitimidad que le dieron las urnas con mayoría absoluta para
llevar a cabo su programa electoral. Ha consumado la obra de Zapatero. Ha sido
su mejor sucesor. Si ahora hay alguien a quien hay que apoyar, es a los
amotinados de su partido, a los que no votaron su reforma de la ley del aborto.
Ha convertido el Partido Popular
en su cortijo, y no acaba de entender la raíz de sus problemas. Problemas que
han pasado de las encuestas de intención de voto al voto en las urnas. Se ha
decidido a poner en puestos clave, gente joven como Pablo Casado y Andrea Levy,
pero el cambio es él. Es él el que se ha de ir. Cambios de caras, caras
jóvenes, caras de buena persona, caras con buena presencia, imitando lo
que hace el PSOE, y que tan buenos resultados le ha dado desde los tiempos de
Felipe González. Pero esto sólo no funciona con el electorado del Partido
Popular. El electorado del Partido Popular requiere un discurso con valores,
unos valores con raíces y un programa electoral como el vigente y que se lleve
a cabo. El que ofrezca esto con garantías se llevará los votos.
Se las promete muy felices en las
Generales. Abriga la esperanza de que Podemos enseñe la “pata” por debajo de la
puerta, y espante al electorado; y que la recuperación económica esté ya viento
en popa y pueda vendernos no se sabe qué. Pero nadie le va a comprar nada,
porque nada es creíble. El que ha perdido su trabajo, su casa, su patrimonio no
votará a Rajoy aunque le felicite la “flor y nata” de Bruselas y nos digan una
y otra vez que Rajoy es el mejor candidato, el más guapo, el mejor partido. Y el
que estaba ilusionado con un mundo mejor, tampoco le votará. Al contrario,
Rajoy se ha convertido en un lastre para el Partido Popular, una persona a
desahuciar de la Presidencia del Partido para evitar el desahucio en la
Moncloa.
En noviembre, previsiblemente se
producirá el abrazo del oso. PODEMOS devorará al PSOE y CIUDADANOS devorará al
PARTIDO POPULAR. Pocos quedarán de los que votaron la Ley del Aborto de
Zapatero o la Reforma de Rajoy. Me atrevería a decir que ninguno.
Albert Ribera no está hipotecado
por ideologías extrañas. Razona y atiende a razones. Tendrá que olvidarse del
discurso social-demócrata y profundizar más en la idea del Bien Común, la
libertad y la justicia.
En las últimas elecciones cometió
un error con la enseñanza diferenciada. No entendió que es un problema de
libertades, y un problema de igualdad, pero igualdad en la diversidad. Los
niños y las niñas tienen procesos de maduración distintos. Las niñas maduran
física y psicológicamente antes que los niños y estos tienen mayor habilidad
espacial con base cerebral y neurológica. La falsa neutralidad sexual plantea
serios problemas ya que las diferencias biológicas entre sexos tienen una base
cerebral ya desde el desarrollo uterino.
La enseñanza diferenciada tiene
en cuenta estas diferencias y presenta claras ventajas para alcanzar objetivos
de igualdad en la sociedad. Objetivos que consisten en que niños y niñas,
hombres y mujeres, son iguales en derechos y deberes, humanidad y dignidad, sin
que haya diferencias significativas en el coeficiente intelectual. Se
trata de conseguir una sociedad más justa donde los hombres se involucren en
las labores domésticas y responsabilidades familiares, sin menoscabar su
masculinidad y las niñas sean capaces de convertirse en líderes profesionales,
políticas y sociales sin renunciar a su esencia femenina ni a su maternidad,
favoreciendo así la labor humanizadora de la sociedad. Y esto se entiende
fácilmente con buena voluntad, pero, por más voluntad que se ponga, no se
entiende que se afirme que separar es discriminar. Es la obstinación por la
obstinación, y no juzgo intenciones.
Un humorista afirma de los maños
que “son testarudos, son cabezotas, son erre que
erre,… Yo digo, no hombre no. Lo que pasa es que tienen razón. Y si no tienen
razón se la tienes que dar porque te pueden poner la cabeza como un bombo. Son
gente que para decir No, dicen Sí por los cojones.” De igual manera,
para algunos, en su obstinación, diferenciar es discriminar por cojones, y
nunca mejor dicho.
Faenar en los caladeros demagógicos
de la izquierda radical no es el camino para llegar a la Moncloa. A la Moncloa
se llega con la verdad y por el Bien Común; con la igualdad en la diversidad,
la justicia y la libertad. Cuando entienda esto, Albert Ribera estará a
un paso de la Presidencia del Gobierno.
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