sábado, 27 de junio de 2015

CARENCIA Y DESAHUCIOS





La banca cambió créditos para cobrar por viviendas para vender pero no recuperó su liquidez. Nadie supo ver que esto era un “negocio de tontos” y un drama de dimensiones colosales para el que se quedaba sin trabajo y después sin techo.
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Cien mil familias perdieron su vivienda habitual en los dos últimos años mientras que el 30% de las viviendas vacías de Europa se encuentran en nuestro país, según fuentes de A.I. apoyadas en estadísticas del CGPJ publicadas recientemente.

La ley 1/2013 de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, establece una suspensión (carencia) en los lanzamientos sobre la vivienda habitual para determinados supuestos de especial vulnerabilidad, pero lo que se necesita es una Carencia opcional en el pago de la hipoteca de la vivienda habitual protegida por la Constitución, para después retomar el tema dónde se había dejado junto con sus intereses, cuando la crisis amaine para todos. Jurídicamente no entra en conflicto con ninguna otra ley y se trata de conseguir fondos en el BCE para financiarla. Era la mejor solución desde el inicio de la burbuja.

Hagamos un poco de memoria. Debía ser el primer semestre del 2008 cuando los tipos empezaron a subir dando un aviso de la explosiva combinación: pago de hipoteca, caída del precio de la vivienda, crisis económica y crecimiento del desempleo. La caída de la actividad económica hizo también caer fuertemente el precio del crudo y la gasolina, dando un respiro. Posteriormente los intereses bajaron y el precio de la gasolina subió atenuándose entre sí ambos efectos. Pero lo que no se atenuó fue la caída del precio de la vivienda, la paralización del mercado inmobiliario, la crisis económica y el incremento del paro. El drama de los desahucios flotaba ya en el horizonte y no había que ser un lince para verlo venir. Vender dejaba de ser una opción posible. La puerta de la ratonera se estaba cerrando. ¿Hasta dónde llegaría la caída de precios de la vivienda? ¿Hasta cuándo se prolongaría la crisis? Zapatero afirmaba que no había crisis.

A nadie se había obligado a pedir una hipoteca para comprar su vivienda pero la prolongación de la burbuja inmobiliaria en el tiempo durante más de siete años y la existencia de una burbuja anterior de escasas consecuencias como la que se extendió en España desde 1989 a 1992, generó la sensación colectiva de que aquí no va a pasar nada. Únicamente en Japón teníamos un referente que podía indicar el peligro que nos acechaba, ¿pero el ama de casa, el trabajador podían saber lo que había pasado y pasaba en Japón? ¿No debían ser las instituciones las que alertaran de forma eficaz y efectiva de la gota fría que se estaba acumulando en las altas capas de la atmósfera y los efectos devastadores que iba a tener? Se controló la inflación pero no se incluyó en la inflación el incremento del precio de la vivienda.

La crisis en su origen fue financiera y las soluciones eran también financieras antes de que se dañara la economía real. En Bruselas no se aclaraban, no se daban cuenta de que la mala configuración del euro acabaría destrozando la economía real. El 26 de julio de 2012 Draghi afirmó que «bajo nuestro mandato el BCE hará todo lo que esté en su mano por proteger al euro. Y créanme, será suficiente», asegurando que «ningún país saldrá de la zona euro». Fueron palabras tan mágicas para resolver la crisis financiera como evidenciadoras de que la raíz del problema de nuestros males estaba en el diseño del euro, en los Estatutos del Banco Central Europeo y en la obstinación germánica de Merkel. El mercado, las economías domésticas, necesitaban dinero. Había que financiar la pérdida de valor del mercado inmobiliario y eso sólo podía hacerlo el Banco Central Europeo.

En España se entendió que había que rescatar las Cajas de Ahorros y que no estábamos en ninguna Champions League, pero no se entendió que había que rescatar a las economías domésticas. La solución era tan sencilla como mágicas las palabras de Draghi. “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”, dice la Constitución. Y para garantizar este derecho bastaba con dar la opción de acogerse a una Carencia opcional en el pago de la hipoteca.

La Banca debía poder traspasar ese crédito a la SAREB que en vez de recibir viviendas para vender recibiría créditos para cobrar. Y la SAREB debía conseguir financiación en el BCE de la misma forma que se consiguió para financiar el rescate de la banca y sólo utilizamos la mitad. Merkel le “vendió” a Rajoy la necesidad de un recorte en el gasto público, pero Rajoy no supo “venderle” a Merkel la necesidad de financiar la pérdida de valor del mercado inmobiliario durante un plazo de tiempo.

La banca cambió créditos para cobrar por viviendas para vender pero no recuperó su liquidez. Nadie supo ver que esto era un “negocio de tontos” y un drama de dimensiones colosales para el que se quedaba sin trabajo y después sin techo. Gente en la calle, viviendas vacías y negocio para los especuladores.

La ley 1/2013 de protección de los deudores hipotecarios es insuficiente, restrictiva y compleja. Ha de ser completada con una Carencia opcional en el pago de la hipoteca. La forma de instrumentarla es sencilla. Cuando el prestatario solicita la carencia en función de determinadas circunstancias objetivas, la SAREB procede a efectuar el pago de la cuota hipotecaria por cuenta del prestatario, generándose una nueva deuda, pero esta vez con la SAREB y al mismo tipo de interés o a tipos reducidos del BCE para colectivos especialmente vulnerables. No se trata ofrecer “chollos”, sino de proteger la vivienda habitual de las turbulencias del mercado inmobiliario y financiero. Tampoco se trata de ofrecer banderas a los radicales antisistema, sino de quitárselas. Hace falta un gran pacto de Estado para conseguirlo, y ahora, antes de las elecciones, es un buen momento. Hay que vendérselo a Bruselas como un Plan Marshall para Rescatar a las Economías Domésticas afectadas por la Burbuja Inmobiliaria. “El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) fue el plan más importante de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo”. Wikipedia
 

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