lunes, 17 de agosto de 2015

PATRIOTISMO







 
 
 
 
"cuando en ese patrimonio espiritual de valores y elementos inmateriales que integran la cultura de una nación se incluyen contravalores, el concepto de patria se corrompe. Ya no es el mismo para unos y para otros, ni es consensuable a base de diálogo, y la unidad se rompe. No se construye la patria ni se edifica el bien común sobre contravalores como el aborto como derecho y la ideología de género "
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La propuesta del partido Popular de reformar la Constitución ha abierto “un melón” sobre cuya necesidad empieza a haber consenso, pero este consenso ya no es tanto cuando se trata de su contenido. Reformar la Constitución para mejorar el funcionamiento de nuestro derecho, de nuestra democracia y de nuestra convivencia es un paso adelante pero si se aprovecha la reforma para introducir contravalores, estaremos dando un paso atrás y caminaremos hacia la fragmentación social y la ruptura de la convivencia.

El  pasado 13 de Agosto en un interesante artículo, Roberto de Guezala hace unas certeras reflexiones sobre el patriotismo afirmando que “es una palabra en desuso que habría que rescatar para actualizarla. Según el diccionario de la RAE es el sentimiento de amor a la patria procurando su bien. No como actitud patológica sino como una adhesión práctica a los valores constitucionales. Considera que es “Mucho más práctico ser generosos para que sea justo lo que posteriormente recibamos. Al hacer la vida agradable a los demás, sin darte cuenta estás consiguiendo la felicidad”. Y afirma  que “las personas desinteresadas se llegan a apasionar y hasta a emocionar con los proyectos colectivos, con el bien común, pero lamentablemente para la colectividad son escasas”. Recuerda que Ortega y Gasset “nos advertía de que los nacionalismos eran insaciables y nos pedía que tuviéramos un ilusionante proyecto que justifique nuestra vida en común, una convivencia en prosperidad que garantice el bienestar de todos.

Juan pablo II en su libro Memoria e Identidad trata en profundidad tanto el concepto de patria como el de nación “La patria es en cierto modo lo mismo que el patrimonio, es decir, el conjunto de bienes que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados. (…) esto se refiere ciertamente a la tierra, al territorio. Pero el concepto de patria incluye también valores y elementos espirituales que integran la cultura de una nación”. Considera que en el concepto mismo de patria hay unengarce profundo entre el aspecto espiritual y el material, entre la cultura y la tierra. Afirma también que “el Evangelio ha dado un significado nuevo al concepto de patria orientando todo lo que forma parte del patrimonio y de las patrias y culturas humanas hacia la patria eterna”.  Se pregunta ¿cómo se ha de entender el patriotismo? Y sostiene que “es parte del cuarto mandamiento, que nos exige honrar al padre y a la madre. Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración geográfica. Un amor que abarca también las obras de los compatriotas y los frutos de su genio. Cualquier amenaza al gran bien de la patria se convierte en una ocasión para verificar este amor.(…) La patria es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber.

Se pregunta si la tendencia al incremento de estructuras supranacionales no comporta también que las naciones pequeñas deberían dejarse absorber por estructuras política más grandes para poder sobrevivir y responde que “parece que, como sucede con la familia, también la nación y la patria siguen siendo realidades insustituibles”. Afirma que la identidad cultural e histórica de las sociedades se protege y anima por lo que integra el concepto de nación, pero se debe evitar “que la función insustituible de la nación degenere en el nacionalismo.” Se pregunta ¿cómo se puede evitar este riesgo? Y responde que con el patriotismo. “En efecto, el nacionalismo se caracteriza porque reconoce y pretende únicamente el bien de su propia nación, sin contar con los derechos de las demás. Por el contrario, el patriotismo, en cuanto amor por la patria, reconoce a todas las otras naciones los mismos derechos que reclama para la propia y, por tanto, es una forma de amor social ordenado. El patriotismo, como sentimiento de apego a la propia nación y a la patria, debe evitar transformarse en nacionalismo”.

De Guezala concluye de forma constructiva en su artículo que “Nuestra vieja España unida y sin carcoma destructora es capaz de conseguir los objetivos que se proponga asombrando al mundo entero, pero si lo que impera son los egoísmos aldeanos estaremos condenados al fracaso. La izquierda bueno será que se olvide de su tic nervioso antipatriótico y la derecha será mejor que no abuse de su actitud patriotera en beneficio de la España común de 2015; los experimentos asamblearios y populistas dejémoslos para otra ocasión”. Mantengamos todos un sereno patriotismo; con orgullo de nuestras raíces, con la idea de que la fuerza de la unión nos traerá buenos beneficios. Y se sonroja al leer en la encuesta del CIS de 2015 “que solo el 16% de los españoles está dispuesto a defender a su  nación. Afirmando que “Son absolutamente lícitas las aspiraciones particulares pero será más fácil conseguirlas en una España potente, ilusionada y unida, aunque esto no guste a alguna minoría egoísta que engaña para tocar poder.

Muchas otras ideas ha expuesto Roberto de Guezala que me he atrevido a resumir. Por mi parte quiero añadir que el hecho de que sólo el 16% de los españoles esté dispuesto a defender a su nación lo atribuyo al olvido del bien común. Cuando en esa herencia que se recibe o que se quiere transmitir, cuando en ese patrimonio espiritual de valores y elementos inmateriales que integran la cultura de una nación se incluyen contravalores, el concepto de patria se corrompe. Ya no es el mismo para unos y para otros, ni es consensuable a base de diálogo, y la unidad se rompe. No se construye la patria ni se edifica el bien común sobre contravalores como el aborto como derecho y la ideología de género como identidad del hombre y la mujer. Si estos no sólo no se eliminan de nuestra legislación sino que se intentan llevar a la Constitución, no podremos evitar que España se convierta en poco tiempo en reinos de Taifas. El bien convence y se abre camino cuando no se le aprisiona, pero el mal disfrazado de bien puede engañar durante un tiempo, pero necesita de los resortes del Estado para imponerse y posteriormente de la violencia para mantenerse. Todas las ideologías del siglo XX han dado buena cuenta de ello.

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