sábado, 22 de agosto de 2015

CHICAS INGENIERAS



 
Niños y niñas, hombres y mujeres, son iguales en derechos y deberes, humanidad y dignidad, sin que haya diferencias significativas en el coeficiente intelectual, precisando que con la educación se trata de conseguir “una sociedad más justa en la que...."
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Por qué las chicas no quieren ser ingenieras, planteaba Olga R. Sanmartín en El Mundo el pasado 27 de Julio, a raíz de los últimos datos del Ministerio de Educación que han mostrado que mientras en las universidades españolas el 54% son mujeres, por cada ocho ingenieros hay dos ingenieras. La OCDE observa que a los 15 años las chicas ya han decidido que no van a ser ingenieras ni informáticas y que no es cierto que se les den peor las disciplinas técnicas. Se alega que “La falta de referentes femeninos, los estereotipos o lo poco que se resalta la utilidad social de las carreras técnicas llevan a esta situación.

Señalaba también Olga R. Sanmartín que, Juan Julián Merelo, -catedrático de Arquitectura y Tecnología de Computadores-, promotor desde hace dos veranos del Campus Tecnológico para Chicas en la  Universidad de Granada, recibe numerosas críticas por el hecho de que el campus sea sólo para mujeres “Nos dicen que discriminamos, pero ésta es una iniciativa concreta para un colectivo que lo necesita más que otro. Si el campus fuera mixto, se llenaría de chicos. Y no lograríamos aumentar la diversidad en las carreras técnicas, que es lo que pretendemos»

Por su parte Maria Calvo Charro, en su libro Educando para la Igualdad estudia esta problemática y señala que “Décadas de investigación en neurociencia, en endocrinología genética, psicología del desarrollo, demuestran que las diferencias entre los sexos, respecto a las aptitudes, formas de sentir, de trabajar, de reaccionar, no son solo el resultado de unos roles tradicionalmente atribuidos a hombre y mujeres, o de unos condicionamientos histórico-culturales, sino que en gran medida vienen dadas por la naturaleza”.

Las aportaciones del Dr. Hugo Liaño, Jefe de Neurología de la Clínica Puerta de Hierro; de Lawrence Cahill doctor en Neurociencia y profesor del Departamento de Neurobiología de la Universidad de California son concluyentes en demostrar que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes tanto en su arquitectura como en su actividad sin que estas diferencias impliquen términos de superioridad-inferioridad. Determinadas regiones del cerebro no participan por igual, ni del mismo modo, en los procesos cognitivos de ambos sexos. Existe un dimorfismo sexual cerebral que requiere una respuesta adecuada en el ámbito del aprendizaje y la educación.

Estas variaciones estructurales y funcionales básicas de los cerebros constituyen el fundamento biológico de muchas diferencias cotidianas en el comportamiento y experiencias vitales de hombres y mujeres.

“También se ha demostrado científicamente que la velocidad en la maduración, cerebral y física, de niños y niñas es distinta. Las diferencias cerebrales que se dan desde el seno materno determinan que ellas maduren antes biológica y psicológicamente. Esta diferente velocidad en la maduración de niños y niñas provoca a su vez diferencias palpables en el rendimiento académico de unos y otras. Sólo siendo conscientes de estas diferencias se les puede dar un tratamiento justo y adecuado, permitiendo su aprovechamiento para conseguir una auténtica igualdad de oportunidades.” Y son diferencias fácilmente salvables con técnicas pedagógicas adecuadasEs necesario despertar del letargo aquellas zonas del cerebro masculino o femenino cuyo desarrollo madurativo esté más atrasado, hasta que alcancen el mismo nivel que las del sexo opuesto. Para ello sólo hace falta comprender las peculiaridades masculinas y femeninas del cerebro y darles el tratamiento adecuado”.

La neuróloga Sandra Witelson sostiene que el cerebro actúa utilizando los mecanismos de aprendizaje que le resultan más sencillos. Si no se potencia su uso con técnicas pedagógicas adecuadas, nunca alcanzará su verdadero potencial. En relación con los chicos si potenciamos sus actividades lingüísticas estaremos potenciando que el hemisferio izquierdo de su cerebro salga de su letargo y en relación con las niñas si potenciamos con métodos docentes adecuados las matemáticas y las ciencias estaremos ayudándolas a desarrollar su hemisferio derecho.

La reforma de los métodos educativos puede compensar en cierta medida las diferencias comparativas entre los sexos. Por ejemplo se ha demostrado que las niñas perciben mejor el lenguaje verbal que el de los símbolos, de manera que la transformación de símbolos matemáticos en palabras les ayuda a la mejor asimilación y comprensión de la material. Afirma Michael Gurian que “si la clase de matemáticas se imparte utilizando objetos el cerebro femenino lo encuentra más fácil”.

Maria Calvo  señala también que “Los ritmos de maduración cognitiva de niños y niñas en estas materias están desacompasados, no coinciden. Ignorar este hecho en el ámbito docente está provocando incomprensiones, frustraciones, conflictos y fracaso escolar. Llega un momento vital en el que estos ritmos madurativos coinciden, pero en el interín, hasta que se igualan, estamos desaprovechando unos periodos cognitivos esenciales, estamos perdiendo un tiempo precioso ya que muchas vocaciones quedan frustradas y muchas potencialidades son arrinconadas por el camino. “ (…) Del mismo modo, para favorecer que nuestros muchachos accedan más a carreras ahora copadas por mujeres, como las relativas a la literatura, enfermería o arte, sería conveniente dotarles, en infantil y primaria de un apoyo específico en estas materias, que supla la lentitud de su ritmo cognitivo en las primeras etapas escolares.

María Calvo Charro establece objetivos claros de igualdad definiéndolos como: “Niños y niñas, hombres y mujeres, son iguales en derechos y deberes, humanidad y dignidad, sin que haya diferencias significativas en el coeficiente intelectual, precisando que con la educación se trata de conseguir “una sociedad más justa en la que los muchachos se involucren a fondo en las labores domésticas y responsabilidades familiares, sin menoscabar por ello su masculinidad; y en la que las niñas sean capaces de convertirse en las líderes profesionales, políticas y sociales del mañana, sin renunciar por ello a su esencia femenina, especialmente a la maternidad, favoreciendo así la labor humanizadora de la sociedad como solo ellas, con su peculiar forma de sentir y vivir, pueden hacerlo”;

Maria Calvo habla también de la incomprensión hacia los varones en la escuela y de las grandes aportaciones que realiza en este campo la educación diferenciada así como su mayor extensión en otros países.
 

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