viernes, 18 de marzo de 2016

VALORES Y CONTRAVALORES






Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es
abrir una ventana en la mañana y respirar
La sonrisa del aire en cada esquina
Y trabajar y trabajar
Uniendo vida, vida
el ladrillo en la esperanza,
mirando al frente y sin volver la espalda. (De la canción Un Pueblo es, de Maria Ostiz, durante la Transición Española)
 Algún político ha afirmado que mientras él esté en el gobierno no se romperá España. Sin embargo lo que cimienta la unidad de un Pueblo no son las personas sino los valores. Las personas, lo hacen ocasionalmente, cuando transmiten valores verdaderos, pero son los valores los que unen. Los contravalores dividen.
Nuestra constitución está llena de valores, aunque muchos de ellos han sido denostados, malinterpretados tergiversados, fraudulentados,… pero todavía están ahí. Son estos valores los que han permitido la transición y la convivencia durante estos años. En el momento en que se abra la Constitución y se empiecen a introducir contravalores, entraremos en una Torre de Babel de la que difícilmente saldremos, suponiendo que no estemos ya en ella.
Dudo mucho que en el momento actual seamos capaces de tener un gobierno estable, y si no recuperamos los valores, la convivencia se deteriorará drásticamente. El fuerte dominará al débil. No se podrá salir a la calle o habrá que huir como en Irak.
Los valores producen bien y felicidad, los contravalores producen frustración y sufrimiento. Los contravalores no soportan los valores porque en el contraste los contravalores se ven como lo que son, contravalores. El afán de los contravalores es siempre eliminar los valores, hacerlos desaparecer y una vez que hayan sido eliminados presentarse ellos como valores. Pueden conseguirlo, pero no pueden dar amor y felicidad que es lo que necesita el ser humano.
Una sociedad en la que los valores han sido eliminados es una sociedad que padece frustración, que sufre, pero no sabe por qué sufre. No lo sabe porque los valores que le permitirían ver y entender, han sido eliminados, ocultados, tapados, denostados… y no hay contraste. Es lo que ya está pasando en España y en las civilizaciones Occidentales. No sabemos la raíz de nuestros males. Hemos destrozado la familia. Cuantas personas hay en edad de tener nietos que no pueden disfrutar de la paz y la alegría que transmite un niño. No saben que les falta esa alegría y necesitan la alegría de un Orfidal. Y a eso se le llama Progreso y Estado del Bienestar. Del Bienestar y del Orfidal, añadiría yo.
¿Me pregunto si hemos superado a las sociedades Yihadistas en contravalores? Porque una tasa de más de 120.000 abortos al año sin que ninguna ley se pregunte ¿cuándo empieza la vida humana? y ¿qué valor tiene? son muchos contravalores.
Todo esto sin contar con a) La píldora abortiva del día después, b) La investigación con embriones -¿qué se estará haciendo en este campo? poderoso caballero es don dinero- c) Los vientres de alquiler –en el PP de la asamblea de Madrid, Luis Peral voto en contra, Regina Pañiol y David Pérez no votaron, Juan Segovia del PSOE pidió que se diese voto libre, (recuerden sus nombres para votarles siempre que puedan); d) Las leyes de protección a los transexuales que lejos de dar solución a sus problemas los lanzan en una loca huida hacia adelante que los mete en una espiral de frustración y sufrimiento; y para que nadie pare la rueda, se invierte la carga de la prueba; y se arrastra a los niños, que ya vienen afectados por la carencia de un referente, -normalmente el paterno- de los dos referentes que necesitan para saber lo que son y comportarse como tales. Hay muchos homosexuales que han dejado de serlo y van dando conferencias y aportando soluciones paliativas con comportamientos heroicos, porque, como hemos dicho, los contravalores no soportan los valores, porque en el contraste se descubre lo que son.
Y en esta sociedad que se desquicia por momentos, usted que me entiende, y yo, hemos de poner nuestro grano de arena para construir valores y frenar el deterioro legislativo, por que no son tiempos de paz los que corren.
Con una frase no se gana un pueblo
ni con un disfrazarse de poeta,
a un pueblo hay que ganarlo con respeto,
un pueblo es algo más que una maleta
perdida en la estación del tiempo,
esperando sin dueño a que amanezca
 
 
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