El que paga manda. Es un dicho que se cumple siempre, o casi
siempre. Y se observa cuando compramos algo, porque tenemos derecho a decidir cómo
ha de ser aquello que compramos.
Las cosas cambian cuando la persona que recibe el bien o
servicio es distinta del pagador. Aceptamos que “a caballo regalado no se le
mira el diente” y asumimos, sin quejarnos, que no hayan acertado con nuestros
gustos cuando nos hacen un regalo.
Esta disociación entre el que paga y el que consume es frecuente
en nuestra forma de vida actual. Y es frecuente también, que la “bondad” y el “respeto”
del que paga, no se mantenga como en el caso de un regalo.
Ocurre cuando compramos un diario, porque el importe que
pagamos no cubre la totalidad del coste; y, en vez de subir precios, se acude a
otras fuentes de financiación como subvenciones o anuncios de contactos. Los anuncios
de contactos degradan la sociedad desde hace más de 30 años y las asociaciones
feministas y los gobiernos han hecho poco o muy poco para evitarlo. La financiación mediante
subvenciones otorga al subvencionador una posición de privilegio que le permite,
decidir cómo ha de ser la información subvencionada. Nada más claro que el caso
de Cataluña en el que la prensa “baila sardanas” cuando lo manda el Independentismo.
Ocurre también en la enseñanza cuando es el Estado el que
paga, aunque sea a través de nuestros impuestos. Tanto si es pública como
concertada, la tentación de manipular ideológicamente las nuevas generaciones
está siendo una tentación irresistible para la clase política, que ve la forma
de perpetuarse.
Ocurre en general cuando se otorgan subvenciones. Se
subvencionan actividades persiguiendo intereses ajenos, cuando no
contradictorios, con el bien común, y los subvencionados conforman su actividad
de acuerdo con los criterios que interesan a la administración que subvenciona.
Cuando no nacen ya de forma corrompida o buscando cautivar votos. Son muchos
los ejemplos que están en la mente de todos.
Y ocurre en la financiación de los partidos políticos y de
los sindicatos; y en el caso de estos últimos se añade, con frecuencia, el hecho
de que olvidan los fines para los que fueron creados y se dedican a actividades
puramente ideológicas que no pueden “vender” por el convencimiento del
ciudadano y el uso de la palabra, y necesitan agarrarse a las instituciones y a
los fondos públicos. Son estas ideologías las que, a su vez, les permiten
perpetuarse en sus puestos privilegiados.
Cabría preguntarse ¿para qué sirven los sindicatos?, o al menos algunos de ellos, si su
actividad de defender a los trabajadores ha sido sustituida por actividades
ideológicas dirigidas a sus afines, a repartirse los fondos que reciben o a cautivar
votos. La sección de Educación de CCOO de Cantabria se gasta los fondos que
recibe en elaborar calendarios de mesa en los que ridiculiza al anterior
Consejero de Educación con dibujos ideológicos o religiosos, ajenos a cualquier
problema pedagógico o educativo.
Hoy da la impresión de que más que sindicatos, necesitamos
asociaciones potentes de defensa de los consumidores; y que los sindicatos
pertenecen ya al pasado.
Sin embargo hay mecanismos que puede restablecer la conexión
entre el que paga y el que consume, y revitalizar entidades, devolviéndolas a
aquellos fines para los que fueron creadas. Un mecanismo es el Cheque Escolar
en la Enseñanza, y otro mecanismo es que la financiación y subvenciones a Entidades
se realice marcando la X en la renta. El ciudadano no está para financiar de su
bolsillo muchas entidades o ONG’s y sin embargo, estas son necesarias.
Un desplegable en la renta que permita asignar fondos a
Partidos Políticos, Sindicatos, ONG's y Entidades definidas de utilidad Pública,
tanto a nivel internacional, como nacional, autonómico o local, devolvería al
ciudadano la capacidad de decidir, y fusionaría de nuevo el pagador con el
consumidor, cerrando puertas a la manipulación y mejorando nuestras libertades.
Creo que fue Alfonso Guerra el que inventó el sistema de
marcar la X. Debió pensar que con esto la Iglesia desaparecería en poco tiempo.
Me pregunto si sobreviviría la sección de Educación de CCOO de Cantabria si
tuviera que financiarse con la X de la Renta.
Rafael Ruiz
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