sábado, 30 de julio de 2016

EL PROBLEMA DE LAS FRONTERAS



La Unión de los Pueblos para construir un Estado, Unión de Estados o, en general, una Comunidad Mayor, no sólo es un enriquecimiento para todos, sino que además soluciona muchos problemas como el de las fronteras. Y para que esto sea posible hay algunos requisitos necesarios como el respeto a la cultura, la identidad y los valores de cada pueblo. Esta Unión de los Pueblos, y las Naciones se ha de construir sobre el Bien Común y la Subsidiariedad de las Instituciones Mayores sobre las Menores.

La Organización de las Naciones Unidas con su Declaración Universal de los Derechos Humanos hizo una gran aportación al Bien Común de toda la humanidad después de la devastadora guerra mundial. El inicio de la Unión Europea fue también otro paso hacia adelante, no sólo para prevenir conflictos, sino también para alcanzar mayores cuotas de prosperidad.

El afán de poder y la propagación de ideologías han hecho que muchos grupos de presión y sociedades secretas hayan visto en el control de la ONU y la Unión Europea una golosa herramienta para propagarse, ignorando los medios legítimos como el uso de la palabra, la persuasión, el ejemplo y el respeto a la libertad. En concreto el Aborto y la Ideología de Género, vistos inicialmente como una herramienta para afrontar los supuestos problemas de superpoblación, se extienden hoy día de forma coactiva desde la ONU y la Comisión Europea como una herramienta de opresión. Esta realidad tiene mucho que ver con el desencanto en la Unión y el Brexit de Inglaterra.

Si los beneficios de la Unión no son tales, los costes se convierten en algo inaceptable, entre ellos la pérdida de soberanía. Que el Reino Unido quisiera en su día, mantener la Libra y no formar parte del euro, en estos momentos puede verse como una decisión acertada. Que España no lo vea así con la peseta, es comprensible, pero hay que hacer notar que la explosión de la burbuja Inmobiliaria que tanto daño ha hecho, es fruto, entre otros, de una mala configuración del Euro. Que el Reino Unido quiera hacer un Brexit puede no verse ya con tanto acierto, porque ha cogido de sorpresa a todos sus actores. Parecía una maniobra del Primer Ministro David Camerón para fortalecerse políticamente; y se esperaba que la jugada le saldría bien, como el Referendum de Escocia. Muchos errores se han visto en este Referendum de Cameron; quizá el más importante es que no se haya previsto que una decisión de este calibre debe tomarse con algo más que una exigua mayoría simple. La confusión que se ha generado es importante, sin embargo este hecho, de entrada, favorece a España porque desmonta al independentismo catalán.

Pero aun así, cuando las ventajas de la Unión Europea han quedado diluidas por su utilización ideológica, comprendo que haya muchos británicos que prefieran el Brexit porque en el momento actual, el mayor problema que se resuelve con la Unión Europea es el de las fronteras; fronteras que tantas guerras han propiciado a lo largo de la historia. Fronteras artificiales que pueden ser movidas arbitrariamente. Sin embargo las fronteras del Reino Unido son naturales y la Unión Europea más bien le crea un problema al Reino Unido. La libre circulación de personas puede implicar que los refugiados se acaben concentrando en los países más desarrollados, como Alemania e Inglaterra sin que ellos puedan evitarlo porque son  competencias cedidas.

Al Reino Unido le interesa el Mercado Único Europeo pero no le interesa, ni la moneda única ni la libre circulación de personas, que supone abrir las puertas de forma descontrolada a los refugiados. Esto tampoco implica que el Reino Unido rechace la solidaridad con los refugiados, sino simplemente que no quiere que este tema, que puede controlar fácilmente, lo decidan en el continente.

En España nos enfrentamos al independentismo catalán desde hace ya algunos años, pero no somos muy conscientes de que con una supuesta independencia de Cataluña, el primer problema que aparecerá será el de las fronteras.

Los valores unen, los contravalores dividen. No se construye un Estado ni una Unión Europea sobre contravalores. La corrupción económica no es la corrupción más corrosiva. El aborto y la ideología de género introducidos en el derecho, torrente circulatorio de la sociedad, no sólo corrompen, sino que destruyen la convivencia y descomponen los Estados.

Y el primer valor que hay volver a recomponer es la existencia de Dios. Vivir como si Dios no existiera, cuando no sabemos dónde estaremos cada uno de nosotros dentro de cien años, tiene poco de racional y mucho de estupidez. Como decía Cervantes en boca de Don Quijote Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. (…) Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra”.
 

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