Si una característica ha tenido el Orgullo Gay en
Madrid ha sido el amedrentamiento de la población. Toda una ciudad
asiste indefensa a unos actos en los que se mezcla el desenfreno y la burla de
los valores de un pueblo, muchos de ellos recogidos en la Constitución. La
prostitución en la calle, en sus múltiples y variadas formas. Unos actos que
poco tienen de interés nacional y mucho de ideología promovida y financiada
por esferas internacionales que no se preocupa precisamente del bien común. Las
mismas esferas que promueven el aborto en el mundo como método anticonceptivo.
Las personas que padecen atracción por el mismo sexo son
personas que sufren, y sufren porque tienen una profunda contradicción
interior; y este dolor, este sufrimiento es fácilmente polarizable hacia
la sociedad, hacia el que opina distinto, hacia el que habla de terapias de
curación, -que existen y son eficaces-. El miedo se mete en el cuerpo
del ciudadano, y en mayor grado, el miedo se mete también en el cuerpo de la
clase política dirigente, que muchas veces no tienen argumentos para decir no,
a algo que no cuadra, que no acaba de ver claro, pero que es una ola que
arrastra. Así nos encontramos con políticos que hablan de regeneración y sin
embargo se meten de lleno en esta celebración que desarma en valores a toda una
ciudad y a toda España. Hay que ir contracorriente pero siempre tendremos a
favor el viento de la naturaleza de las cosas, de los valores, del bien y
de la verdad.
Los valores producen bien y felicidad, los
contravalores producen frustración y sufrimiento. Los contravalores no soportan
los valores porque en el contraste los contravalores se ven como lo que son,
contravalores. El afán de los contravalores es siempre eliminar los valores,
hacerlos desaparecer y una vez que hayan sido eliminados presentarse ellos
como valores. Pueden conseguirlo, pero no pueden dar amor y felicidad
que es lo que necesita el ser humano.
Una sociedad en la que los valores han sido eliminados
es una sociedad que padece frustración, que sufre, pero no sabe por qué sufre.
No lo sabe porque los valores que le permitirían ver y entender, han sido
eliminados, ocultados, tapados, denostados… y no hay contraste. No sabemos la
raíz de nuestros males. Y sin la cultura del esfuerzo no recuperaremos la
capacidad de identificar los valores.
¿Qué creen ustedes que pasaría si se hiciera un
Referendum y se preguntara a los madrileños, a todos los empadronados en
Madrid, si quieren que Madrid acoja la celebración del Orgullo Gay? La
naturaleza de los valores y contravalores no se configura por mayorías ni por
Referendum, pero a veces los Referendum nos pueden permitir salir del pozo. En cualquier ciudad en la que
se plantee acoger un acto de este tipo con una carga ideológica tan fuerte debe preguntarse a sus ciudadanos.
Señora Cifuentes, Señora Carmena, si tuvieran el coraje suficiente para
organizar un Referendum que permitiera cerrar las puertas a esta
barbarie, habrían dado los primeros pasos para ser gobernantes de Estado. En
una democracia no es la calle la que toma decisiones ni impone ideologías.
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