domingo, 2 de octubre de 2016

FEMINISMO IGUALITARISTA


Feminismo igualitarista y de género

En un artículo anterior, hemos hablado del Feminismo de Equidad  siguiendo el capítulo del mismo nombre del libro “Alteridad Sexual. Razones frente a la Ideología de Género” 2014 de María Calvo Charro

Si bien el Feminismo en sus orígenes era una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”. Como afirmó Sigrid Undsted (Kalundborg, Dinamarca, 1882-1949), «El movimiento feminista se ha ocupado tan solo de las ganancias y no de las pérdidas de la liberación».

Y en esta evolución hacia una Ideología de Género, -que pretende cambiar la naturaleza de la mujer y por tanto también del hombre-, los medios para conseguirlo también han cambiado y se han vuelto coactivos. El control de las Instituciones Nacionales e Internacionales, el uso de partidas presupuestarias públicas y la creación de unas industria del aborto que mueve cantidades ingentes de fondos explican por qué se extiende una ideología que repugna por sí misma. La ONU, las organizaciones Mundiales dependientes de esta y la Comisión Europea, condicionan las ayudas a la implantación de políticas, medidas y leyes que permitan y promuevan el aborto y la ideología de Género.

La evolución hacia el Feminismo de Género nos la cuenta con maestría María Calvo Charro (2014) en el capítulo Feminismo Igualitarista y de género del libro mencionado

“En la década de los 70, una vez alcanzada cierta igualdad, al menos formal, en derechos y deberes, comenzó un nuevo movimiento feminista de corte igualitarista, cuya pretensión no era ya solo la igualdad jurídica, sino la identidad con el varón en todas las facetas de la vida. En expresión de Burgraff, reclamaban una «igualdad funcional de los sexos» . Así, de las vindicaciones limitadas al ámbito público (derecho al voto, a la educación ...) se pasó a la exigencia de igualdad también en el ámbito de la vida privada, referido a facetas tan íntimas como las relaciones sexuales, la maternidad, la crianza de los hijos o el matrimonio. Comienza en este momento histórico una nueva etapa del movimiento feminista, en la que se exige la eliminación del tradicional reparto de papeles entre varón y mujer, para lo cual es imprescindible rechazar la maternidad, el matrimonio y la familia.

La dirección ideológica de este movimiento debemos atribuirla básicamente a Simone de Beauvoir (1908- 1986), en cuya obra, «El segundo sexo » (1949), con una enorme difusión en la sociedad del momento, y más tarde en los movimientos feministas de los años setenta, profundamente emparentados con la «revolución sexual», mantenía de forma radical que la mujer (y, en consecuencia, el varón) «no nace, sino que se hace».

Sobre la base de este feminismo igualitarista las mujeres renunciaron a su esencia, negando radicalmente la existencia de una feminidad o de ciertos rasgos femeninos innatos. Por vez primera el movimiento feminista iba contra sí mismo, contra su propia razón de ser, y se desnortaba autolesionando a las mujeres a las que en un principio defendió. La mujer asumió de forma espontánea, y sin queja alguna, que los roles masculinos eran los justos y oportunos, que debía imitarlos para lograr la igualdad y adoptando un comportamiento y, en ocasiones, un aspecto varonil, se traicionó a sí misma, sacrificando el alma femenina, a cambio de ser aceptada en el universo masculino.

Actualmente, nos hallamos plenamente sumergidos en la tercera etapa. Nos referimos al denominado feminismo de género. El término feministas de género fue acuñado por Christina Hoff Sommers, en su libro Who Stole Feminism? con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de 1960, del anterior movimiento feminista de paridad (que cree en la igualdad legal y moral de los sexos). El feminismo de género ha encontrado favorable acogida en un buen número de importantes Universidades donde se pretende elevar los «Gender Studies» a un nuevo rango científico






El objetivo no es ya ser igual al hombre, porque la propia noción o concepto de hombre sería una construcción social inexistente en la realidad. Se trata ahora de destruir todo lo relativo a la naturaleza, negar cualquier influencia de la biología en nuestra configuración sexual, abstracción hecha de las diferencias fisiológicas externas, cuya importancia es minimizada hasta el extremo. Toda diferencia pertenece a la cultura o es una «Construcción social», liberarse de estas construcciones plenamente y asumir, ejerciendo una libertad absoluta, la tendencia sexual que se desee en cada etapa o momento de la vida es la máxima a cumplir por esta ideología. Es evidente que, de este modo, el feminismo (en sentido propio) está llegando a su fin, porque la liberación deseada comprende indiscriminadamente tanto a mujeres como a varones. Las feministas de género no buscan la mejora en la situación de la mujer, sino la anulación radical de las diferencias hombre-mujer, anulación de lo femenino y lo masculino y, en consecuencia, la desnaturalización extrema del ser humano (Burgraff, 2004).

Además, las feministas de género insisten en la deconstrucción de la familia, no solo porque, según ellas, esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural.

Queda claro que para los propulsores del género las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar, como «carga» que afecta negativamente los «proyectos profesionales» de la mujer. La meta de la perspectiva del género no es representar auténticamente la vida de la mujer, sino una estereotipificación inversa según la cual las mujeres que «Solo» sean esposas y madres nunca aparezcan bajo un prisma favorable.”
En la próxima ocasión analizaremos la esclavitud que el feminismo ha supuesto para la mujer y la forma en que esta puede liberarse y recuperar su esencia femenina.
 

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