Cristina Cifuentes se inventa odio donde no lo hay y lo
persigue con odio y con saña. Por si hubiera quedado algún cabo sin atar con
las dos leyes Trans y LGTBI de la Asamblea de Madrid, Cifuentes, en un “come y
calla sin rechistar”, amenaza con amordazar a los ya amordazados madrileños con
una nueva ley más virulenta, si cabe, que las dos anteriores.
En el preámbulo de la ley LGTBIfobia de Julio de 2016 se
menciona que “El informe de delitos de odio en España sitúa los incidentes que
tienen que ver con la orientación sexual y/o expresión de género de la víctima
a la cabeza del ranking, por delante del racismo o la xenofobia.” y sin embargo, cuando cuándo consultas dicho
informe del 2015 en la web del Ministerio del Interior observas que los
incidentes por Discriminación por sexo/género son un 1,8% del total, los de
Orientación o identidad sexual un 12,73% (habiendo descendido
respecto al 2014 un -67,1%), mientras que los de Racismo/Xenofobia
son un 38,03% en el 2015 y los de Ideología con un 23,19%.
El mismo informe asegura en su página 49 que son los únicos
que no incrementan: “A excepción de los
ámbitos delictivos “antisemitismo” y “orientación e identidad sexual”, todos
los demás recogidos en el SEC han experimentado un incremento en relación al
año anterior” . O sea que se
crean problemas donde no los hay.
Si algo está aflorando es el lado más oscuro de Cifuentes que
parece llena de odio contra la libertad y en concreto contra la libertad
religiosa y que se manifiesta como un “dime de que presumes y te diré de que
careces”.
Esta señora nos está colocando leyes que vienen ya
precocinadas en los “antros” del Nuevo Orden Mundial de aborto e Ideología de
Género que han tomado la ONU y gran parte de las Instituciones de Bruselas.
Si algún asambleario, de Podemos o de Ciudadanos, se pensó
que habían hecho unas leyes “sui generis” o made in Spain, sepa que les han
metido un gol por toda la escuadra. Son leyes predefinidas y prefabricadas y que
sólo necesitan un “tonto útil”, con perdón, que haga su ensamblaje final.
Pero en todo este lío, los grandes perjudicados precisamente
son las personas que padecen AMS, que pierden su libertad y quedan a expensas, “At the foot of the horses”, del colectivo Gay. Colectivo cuyo
principal error es haber emprendido la huida hacia delante de la Ideología de
Género. Y todo esto regado con abundancia de liquidez asignada mediante
subvenciones o partidas presupuestarias con los motivos más pintorescos, que en
este país nunca ha faltado imaginación.
Cuando las Ideologías se introducen en un problema nunca
solucionan nada, sino todo lo contrario. Tienen un efecto multiplicador. Así
ocurrió cuando se utilizó el marxismo para resolver los problemas laborales de
los siglos pasados. Así ha ocurrido con la Ideología de Género aplicada a
resolver el problema de la violencia doméstica, ahora llamada violencia de
género, que no para de aumentar. Así ha ocurrido con el problema del aborto que
no sólo aumenta sino que degenera con la píldora del día después, con en el tráfico
de órganos de niños abortados, con la investigación con la vida humana, con los
vientres de alquiler y un largo etcétera porque esto es un pozo sin fondo.
Y así va a ocurrir con el problema de la AMS (Atracción por
el mismo sexo) que teniendo su origen en la desestructuración familiar, se
pretende que sea aceptada como algo natural. Cuando se imponen actos que, por
su condición contra-natura, producen aversión o repugnancia en el buen sentido
de la palabra, -repugnancia a los actos, no a las personas-, y se utilizan
mecanismos jurídicos perversos como romper la presunción de inocencia, el
efecto que se consigue es justamente aquel que se dice querer evitar. La ley
contra la violencia de género fabrica violencia de género. Las leyes que se han
hecho contra el odio son leyes que por sí mismas producen indignación, rabia,
cabreo, rebelión….
En fin, que cuando los madrileños no sepan cómo protegerse o
dónde refugiarse, pueden remontar la meseta hacia a las montañas
astur-cántabras, como ya ocurriera en el año 711. Hoy por hoy los madrileños
están amordazados, pero en el Norte todavía se puede respirar y hablar.