martes, 15 de noviembre de 2016

PADRES EN CRISIS


PADRES EN CRISIS

En otras ocasiones hemos comentado el devenir del Feminismo desde la Equidad hacia el Género. Hemos apuntado que si bien el Feminismo en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.

Hemos visto como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.

En la otra cara de la moneda, el varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de encontrarse en una verdadera crisis. Hemos hablado de esta crisis en los artículos CRISIS, WHAT CRISIS?, en THE RISE OF WOMEN Y en THE END OF MEN.

Ahora vamos a ver cómo esta crisis afecta a la función de paternidad y más adelante veremos cómo, en consecuencia, los hijos son los grandes perjudicados.

Recurrimos de nuevo a María Calvo Charro, que en el Capítulo “Padres en Crisis. La muerte social del padre” de  su libro “Alteridad Sexual. Razones Frente a la Ideología de Género lo expone con maestría.

 

PADRES EN CRISIS.

Como señala Anatrella, la revolución del 68 fue en realidad una «revuelta contra el padre y contra todo lo que él representaba» (Anatrella, 2008). Desde entonces y hasta ahora la sociedad ha desprovisto de valor la función del padre, no les tiene en cuenta, su autoridad ha sido ridiculizada, las mujeres prescinden de ellos de forma manifiesta, lo que provoca que los hijos les pierdan absolutamente el respeto.

La actual devaluación de la función paterna, motivada por el convencimiento social generalizado e impuesto por la ideología de género de que el padre y la madre son intercambiables, de que no hay diferencias biológicas entre los sexos y de que las mujeres pueden sacar adelante a sus hijos en soledad, ha provocado en los últimos años que muchos niños crezcan en ausencia absoluta de un modelo paterno, con los devastadores efectos que tal omisión tiene sobre el equilibrado desarrollo personal, social y académico de estos niños

National Center for Fathering


Muchos de los problemas actuales de niños, adolescentes y jóvenes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación por parte de sus progenitores, en especial del padre. Varios estudios demuestran que la ausencia del padre, física o simplemente psíquica, puede tener efectos devastadores sobre los hijos, incluyendo problemas de salud serios, ya que su sistema inmunológicos se ve afectado por el estrés que genera tal situación de desamparo, y ello a pesar de los esfuerzos de las madres en estos casos para compensar las carencias afectivo-educativas desde el ángulo paterno



Al negar al padre se niega la función de la paternidad. Antes, en épocas pretéritas, los padres faltaban del hogar por causas de fuerza mayor (trabajo, guerra...) pero la sociedad creía en la figura paterna. La cultura, la noción, el espíritu de la función paterna seguía latente en el hogar y era transmitido a los hijos por las madres a pesar de la ausencia física del padre. Las mujeres la respetaban y los hijos crecían conscientes de su importancia, admirando a sus padres, a los que sabían fuera sacrificándose por su familia. Además las madres asumían, junto a la función materna, parte de la función del padre ausente, convirtiéndose de algún modo en bicéfalas, en una labor titánica, compleja y agotadora, a sabiendas de que ambas funciones, materna y paterna, son imprescindibles para el correcto y equilibrado desarrollo y madurez de los hijos. El padre ausente físicamente estaba, sin embargo, presente simbólicamente.

Ahora es distinto, existe una cultura que ha desacreditado la sensibilidad del padre para educar a sus hijos. Lo que el código masculino consideraba decisivo para el crecimiento de los hijos se presenta como peligroso o no apto. Asimismo han quedado implícitamente prohibidas las palabras que caracterizaban la educación paterna: prueba; renuncia; disciplina; esfuerzo; fortaleza; compromiso; autoridad... En estas circunstancias, muchos padres, incomprendidos y desplazados, abandonan el hogar por propia voluntad o las mujeres prescinden absolutamente de ellos y desprecian su papel. Así, los hijos no pueden respetarlos y a la vez no quieren llegar a ser como ellos, renunciando a su futura paternidad. Si la paternidad ha sido devaluada, ¿cómo podemos esperar que nuestros hijos quieran convertirse en padres responsables en un futuro?

La gran pérdida cultural no es del padre en sí mismo, sino de la paternidad como función insustituible y esencial. Sufrimos actualmente lo que el psicólogo David Gutmann denomina la «desculturización de la paternidad». Cuyo principal y más patente resultado es la fragmentación de la sociedad en individuos atomizados, aislados unos de otros, y extraños a las necesidades y bienestar que demanda la familia, la comunidad, la nación. En una sociedad en la que los ideales de la emancipación femenina son prioritarios, son los hombres, y muy especialmente los padres, los que salen perdiendo. Como señaló Alexandre Mitscherlinch, «cada vez más, los procesos sociales han privado al padre de su importancia funcional» (Sullerot, 1993).
 


 

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