THE RISE OF WOMEN
Hemos
visto cómo el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo
en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser
impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que simultáneamente surge
un NEOFEMINISMO liberador, capaz
de volver las aguas a su cauce.
El
varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que
padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de
encontrarse en una verdadera crisis ante un avance de la mujer en la sociedad.
Recurrimos
de nuevo a María Calvo Charro, que en el Capítulo Crisis del varón,
crisis de paternidad de su libro Alteridad Sexual. Razones Frente a
la Ideología de Género lo expone con maestría.
THE RISE OF WOMEN
Plantear una posible crisis de los
varones es algo atípico e incorrecto políticamente en la
actualidad. Al fin y al cabo, el mundo
sigue dominado principalmente por hombres, aunque esta es una realidad más que cuestionable en los países desarrollados, donde las
mujeres están comenzando a ocupar los puestos de liderazgo antes copados
por varones. Así lo expone en su libro The End of Men: and the Rise of Women,
la periodista Hanna Rosin, donde aporta algunos datos -sobre todo de
EE.UU. que muestran el ascenso económico de las mujeres frente al
estancamiento de los hombres
Desde principios de 2010,
ellas ocupan el 51,4% de los puestos profesionales y administrativos del país, mientras
que en 1980 ese porcentaje se situaba en el 26%. En 2006, la OCDE, en un
estudio en el que se analizó el poder económico y político de las mujeres en
162 países, concluyó que, cuanto mayor era el poder económico y político
de las mujeres en un determinado país, mayor era el éxito y desarrollo económico
del mismo. En la misma línea, a nivel empresarial, a mayor participación
de las mujeres en órganos de decisión, mayores beneficios. Investigadores de la
Escuela de negocios de la Universidad de Columbia junto con la Universidad de
Maryland analizaron los datos de las 1.500 mejores empresas entre 1992 y 2006,
llegando a la conclusión de la estrecha
relación entre la eficacia de la
empresa, la generación de beneficios y la presencia de mujeres en los altos cargos de dirección
(Rosin, 2010).
Echando un vistazo a las Universidades y centros de postgrado
pronto nos damos cuenta de que una revolución silenciosa está teniendo
lugar. Actualmente casi un 20% más de mujeres que de hombres adquiere un título
universitario, requisito imprescindible en la actualidad para acceder a la
clase política y lograr estatus social y económico http://www.ine.es/prensa/np712.pdf
Y
demográficamente podemos ver con absoluta claridad que en las
décadas próximas estos puestos de relevancia estarán
copados por mujeres. Además, el sector público y privado se inclinan
por líderes con dotes típicamente femeninas, como: capacidad de resolución
pacífica de conflictos, inteligencia emocional, colaboración y empatía,
autocontrol, aptitudes verbales... Los puestos de liderazgo comienzan a estar
dominados por mujeres, muchas de las cuales no encontrarán un hombre de su
nivel para formar una familia.
La ESTADÍSTICA UNIVERSITARIA Curso 2008/2009 indica una Mayor presencia
de las mujeres en los estudios universitarios, incluidos los posgrados. Fuente:
Eustat.
La realidad es que, por primera vez
en la historia de la humanidad, en los países desarrollados, el hombre ha pasado
a un segundo plano, cediendo todo el protagonismo a la mujer, cuyas pautas
de comportamiento, exigencias, gustos, preferencias y habilidades son
consideradas prioritarias e ideales en una sociedad que sospecha de la masculinidad
y la presume malvada y nociva para el correcto desarrollo de la persona.
Hasta la
segunda década del siglo XX, toda la estructura
social y política se regía por estilos masculinos de actuación. Sin embargo, desde entonces y hasta la actualidad la «Cultura femenina», respaldada por las feministas
de género, se ha ido imponiendo hasta suprimir y reprimir como
intolerable cualquier posible atisbo de expresión de masculinidad. Estas
posturas feministas, radicalizadas y dogmáticas, como afirma Sinay, «solo tienen diferencias de forma con el machismo:
proponen un dogma basado en la supuesta superioridad de un accidente biológico
(el sexo) sobre otro y elaboran desde allí su propio modelo de competencia,
intolerancia, descalificación y resentimiento»
(Sinay, 2006).
Los hombres son hoy, como hace tiempo
adelantó Chesterton, «... una
clase incomprendida en el mundo moderno».
Mayo del 68 significó para ellos el
inicio de una mutación en su propia esencia que ha culminado actualmente con la
negación de la alteridad sexual, el repudio a
la masculinidad y la exaltación de una feminidad empobrecida,
deconstruida y deforme, carente de la
dimensión maternal, lo que ha provocado una alteración de las relaciones
paterno-filiales, de pareja y familiares
El gran énfasis que durante años se
ha puesto en conseguir la emancipación de
la mujer ha provocado un fenómeno colateral con el que nadie
contaba: un oscurecimiento de lo masculino,
cierta indiferencia, cuando no desprecio, hacia los varones y una inevitable
relegación de estos a un segundo plano. Una cultura que ya no espera que la
mayoría de los hombres sean padres y maridos fiables promueve una visión
degradada de la masculinidad, profundamente en desacuerdo con la dignidad humana
de los hombres y de las mujeres, y contraria a las necesidades de los niños. Esta
situación, si bien puede ser lógica -han sido muchos los siglos de
dominación masculina-, no debe ser ignorada o minusvalorada, pues una crisis del varón nos conduce -igual
que si se tratase de la mujer a una crisis
de la sociedad entera.
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