jueves, 29 de diciembre de 2016

SER PADRE ES COSA DE HOMBRES


SER PADRE ES COSA DE HOMBRES

 

Para situar el contexto en el que, con este artículo, vamos a hablar de nuevo de la figura Paterna, recordamos que, si bien el Feminismo en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.

Hemos visto como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.

En la otra cara de la moneda, el varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de encontrarse en una verdadera crisis.

En esta ocasión vamos a insistir de nuevo en la importancia de la función paterna. “El papel del padre no puede ser eliminado, ni desvalorizado, ni ignorado, ni tergiversado, sin consecuencias graves para el hombre que lo ocupa, para el hijo que lo necesita, para la mujer que lo complementa y, en general, para la familia y la entera sociedad. Por ello, es necesario y urgente recodar que ser padre es cosa de hombres

 

Y lo hacemos de nuevo de la mano de María Calvo Charro, que en su libro Alteridad Sexual. Razones frente a la Ideología de Género, lo describe de forma magistral en el capítulo

 

SER PADRE ES COSA DE HOMBRES

 

UNO

A pesar de la devaluación de la función paterna, debida a la crisis de identidad que actualmente sufren los varones, las estadísticas muestran cómo, por regla general, van en aumento las cifras de hombres que desean implicarse junto a su mujer y que, además de trabajar fuera de casa, han asumido con responsabilidad y compromiso la tarea de criar a sus hijos y colaborar en las tareas del hogar


El Informe de la Fundación de la Obra Social de la Caixa (2010) demuestra que, en casi la mitad de los hogares, los hombres participan corresponsablemente en estas actividades, ya sea porque lo hacen de una manera equitativa con su pareja o bien porque toman ellos la iniciativa. Por ejemplo, un 43% de los padres se distribuyen equitativamente con la madre la tarea de leer cuentos a sus hijos y un 16% de los padres lo hacen con carácter preferente. En los hogares donde el progenitor tiene estudios primarios el grado de corresponsabilidad es menor. Un 29% de padres participa equitativamente en esta tarea y solo un 8,9% la asume como principalmente propia


DOS

En la misma línea, un informe reciente de la Oficina del Censo Estadounidense revela que el 32% de los padres con esposas que trabajan fuera de casa se ocupan ahora de modo habitual de sus hijos menores de 15 años, mientras que en 2002 esa cifra estaba en un 26%. A partir de un análisis de la National Survey of Family Growth (2006-2008) basado en entrevistas a 13.495 adultos estadounidenses, el Pew Research Center calcula que el 98% de los padres casados que viven con sus hijos menores de 5 años juegan con ellos varias veces a la semana. Con la misma frecuencia, el 95% come con ellos o les da de comer; el 89% ayuda a bañarles y vestirles; el 60% les lee algún cuento. Entre los padres casados que viven con sus hijos de entre 5 y 18 años, el 93% habla con ellos de sus asuntos varias veces a la semana; también con esa frecuencia, el 63% ayuda a sus hijos con los deberes; y el 54% los lleva a actividades lúdicas o deportivas.

TRES

Sin embargo, muchos de ellos, aunque manifiestan una clara preocupación por el bienestar y por la educación de sus hijos, no saben cómo ejercer correctamente su papel, muchas veces porque las mujeres les exigen un comportamiento según las pautas femeninas, lo que les genera frustración, desánimo e incomprensión. La sospecha que recae sobre sus atributos masculinos les obliga a imitar los modelos maternales de conducta, sin ser conscientes de la importancia de mantener su identidad masculino-paternal y su estilo propio de actuación para el correcto y equilibrado desarrollo de los hijos. Estos varones ignoran qué significa exactamente ser padre, qué es la función paterna y cómo deben ejercerla, ya que la sociedad les muestra una imagen borrosa, eclipsada y poco definida de lo que realmente significa ser padre.

La creencia de que el padre debe ejercer su función imitando los modelos de conducta femeninos, como si de una madre-bis se tratara, es absolutamente errónea porque, precisamente al contrario, el padre debe ser la no-madre.

CUATRO

Ser padre, en sentido estricto, es un proceso gradual que comienza con la decisión de tener y hacerse cargo de un niño. La paternidad puede ser definida como: «... el proceso psicoafectivo por el cual un hombre realiza una serie de actividades en lo concerniente a concebir, proteger, aprovisionar y criar a cada uno de los hijos, jugando un importante y único rol en el desarrollo del mismo, distinto al de la madre» (Oiberman, 1994: p. 21).

Como afirma Sullerot, la paternidad procede de la voluntad y del corazón (Sullerot, 1993). Padre es aquel que se ocupa del hijo, con el que crece y se identifica. El padre concede al hijo un sentimiento de seguridad y de alteridad frente a la madre. La función paterna es indispensable para que el niño asuma su propia individualidad, identidad y autonomía psíquica necesaria para realizarse como sujeto. Todo ello sin olvidar que la perspectiva y la educación típicamente materna resultan también imprescindibles, ya que le complementan y equilibran.

CINCO

El hecho de ser padre conlleva un tipo de responsabilidad diferente de la que implica ser un marido y requiere un compromiso adicional. Este cambio afectará a las elecciones, el comportamiento y las prioridades del hombre en su vida cotidiana. Esto lleva tiempo; la paternidad es un papel en el que los hombres crecen gradualmente. La paternidad es verbo (fathering), no sustantivo. Ser padre es por encima de todo, en palabras de Benedicto XVI, ser «Servidor de la vida y del crecimiento» (Benedicto XVI, 2009).

El papel del padre no puede ser eliminado, ni desvalorizado, ni ignorado, ni tergiversado, sin consecuencias graves para el hombre que lo ocupa, para el hijo que lo necesita, para la mujer que lo complementa y, en general, para la familia y la entera sociedad. Por ello, es necesario y urgente recodar que ser padre es cosa de hombres.

SEIS

El padre, con su natural propensión a la firmeza, permite al hijo adquirir el sentido de los límites, marca las prohibiciones, le sitúa en el lugar que le corresponde, le impone el orden de filiación frente a sus pretensiones de omnipotencia y le ayuda a madurar integrándose en el universo del adulto y así en la realidad, incluso con sus aspectos más duros y desagradables. La firmeza del padre robustece el carácter moral del hijo (Tierno, 2011, p. 133).

El padre es el intermediario entre el hogar y el mundo, «hace comprender los mecanismos de la ciudad, el juego de la civilización» (Pons, 1955). El padre es «el instrumento de la transmisión cultural y de la orientación general que debe permitir que el niño se ajuste a las normas sociales y que desempeñe papeles sociales fuera de la esfera familiar» (Parsons, 1955).

SIETE

Como señala Poli, «el padre introduce al hijo en la complejidad del mundo social, en la vida fuera de la familia. Le muestra horizontes más vastos y estimulantes; le hace partícipe de conversaciones de mayores ... El padre suscita en los hijos la capacidad de pensar filosóficamente, refiriéndose a principios universales. El padre ayuda al hijo a estructurar el razonamiento de manera adulta» (Poli, 2012: pp. 91 y 98).

En ausencia de padre, los jóvenes no encuentran el límite a su psicología que impone la presencia de la función paterna, que les ayuda a interiorizar el sentido de la ley y, en consecuencia, como no saben «Cómo pertenecer» , roban, agreden y son violentos para ocupar, a la manera primitiva, un territorio (Anatrella, 2008, p. 24). El muchacho sin padre, falto de esas referencias sobre el tiempo social que el hombre transmite a sus descendientes, y en ausencia de límites claros, tendrá mayor tendencia que los demás a pasar al acto impulsivamente y sin remordimientos (Sullerot, 1993, p. 235). La negación de la función paterna pone en peligro a toda la sociedad.

En los próximos artículos hablaremos de la importancia de la figura paterna en la identidad sexual de los hijos. Tema que ya hemos tratado en otro artículo con un contenido más filosófico: El pato feo, el vuelo de los Gansos y la Identidad del Niño Varón.


 

domingo, 25 de diciembre de 2016

AMS y SÍNDROME DE DOWN


AMS y SÍNDROME DE DOWN.  ¿TRASTORNOS PSICOLÓGICOS o GENÉTICOS?

Es tan evidente que el hombre y la mujer se complementan que a algunos les puede parecer que no necesita demostración. Y así es. En circunstancias normales es una evidencia que no necesita demostración, porque lo evidente está hecho para ser mostrado y no para ser demostrado. Pero cuando se niega la evidencia no queda más remedio que demostrar lo evidente.

Toda la argumentación con la que bombardea la Ideología de Género es una argumentación coherente y razonada. Pero son razonadas sin razones porque parte de premisas falsas. Muchas veces, para desmontarlas, deberemos acudir, además de al sentido común, a la lógica de los silogismos. Aquellas reglas, que algunos estudiamos en el bachillerato, y que permiten detectar cuándo las conclusiones de un razonamiento son verdaderas o falsas en función de las premisas con las que se ha construido. Otras veces corremos el riesgo de “tragarnos” sus argumentos.

Se suele decir que una falsedad repetida mil veces se acepta como una verdad. Y en un contexto de relativismo, con esta consigna se convierte a los ciudadanos en “mules”. “Mules” son esos peces que hay en la desembocadura de los ríos, -en concreto en el río Pas en Cantabria-, que se alimentan de la porquería que trae la corriente, mucha de ella procedente de las cloacas. Los lugareños afirman que hay que practicar pesca sin muerte, y que si pretendes cocinarlos lo has de hacer con vinagre para quitarles el extraño sabor amargo que tienen. Como los “mules”, a fuerza de “tragar”, nos acostumbramos al aborto como derecho y a la ideología de género como otra forma de ser. Pero la naturaleza es la que es y no admite engaños, y el resultado final no son mayores cuotas de bienestar y felicidad sino mayores cuotas de Orfidal.

Si la pregunta clave en el problema del aborto es ¿cuándo empieza la vida humana? en el problema de la Ideología de Género la pregunta clave es si ¿es un trastorno la AMS? (atracción por el mismo sexo) Y si lo es, ¿es un trastorno físico, psíquico o genético?

El síndrome de Down (SD) es un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma 21 (o una parte del mismo), en vez de los dos habituales, por ello se denomina también trisomía del par 21. Se caracteriza por la presencia de un grado variable de discapacidad cognitiva y unos rasgos físicos peculiares que le dan un aspecto reconocible.

Así define Wikipedia la enfermedad conocida como síndrome de Down. Una enfermedad localizada en los cromosomas y que nadie duda en definir como trastorno, hasta el punto de que cuando es detectado en el embarazo, el que la padece, por desgracia, tiene muchas posibilidades de morir abortado. Alguien podría afirmar que es otra forma de ser, una raza distinta de las demás, aunque no se transmita necesariamente de padres a hijos; pero nadie tiene interés en sostener esta afirmación. Siendo un trastorno genético el Down es aceptado como una enfermedad.

Sin embargo con la AMS, se ha buscado hasta la saciedad el gen “gay” y no se ha encontrado ni rastro. Tampoco es algo que se transmita necesariamente de padres a hijos y permita admitirlo de forma análoga a las razas.

“Fue en 1973 cuando, en medio de una fuerte polémica, la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) decidió retirarla del catálogo internacional de enfermedades psiquiátricas, el DSM.

Hasta ese momento, la homosexualidad había sido considerada como un trastorno psíquico. El Centro de Congresos de San Francisco, donde tuvo lugar la reunión de la APA, fue literalmente tomado por activistas de la comunidad gay que impidieron el curso normal de las sesiones. Psiquiatras de reconocido prestigio que se dedicaban al estudio y tratamiento de la homosexualidad vieron boicoteadas sus intervenciones. El cambio de criterio no estaba tan claro, y de hecho no obtuvo más que el 58% de los votos. Fue una decisión política tomada bajo presiones, no la conclusión de un análisis científico”. (aquí).


El interés porque la AMS no se considere un trastorno, y la actitud beligerante hacia las terapias de curación, es de hecho el punto de partida para “cerrar bocas” y emprender una huida hacia adelante. Prueba de ello es que, pese a ser un atentado grave contra el derecho a la libertad -recogido en la constitución-, el art.70.4.c de la Ley LGTBI de 21-07-16 de la CCAA de Madrid diga: “Son infracciones muy graves: c) La promoción y realización de terapias de aversión o conversión con la finalidad de modificar la orientación sexual o identidad de género de una persona. Para la comisión de esta infracción será irrelevante el consentimiento prestado por la persona sometida a tales terapias”. La redacción puede parecer confusa: ¿aversión?, ¿conversión?. El problema que tenían es cómo explicar que las únicas terapias prohibidas son las curativas y todas las demás están permitidas, sin que esto "sonara" a "por cojones". Ante la imposibilidad de cuadrar el círculo, finalmente les ha salido este “churro”, pero no les quepa duda que lo interpretarán según sus intenciones, o sea que las terapias de curación son infracciones muy graves, aunque haya consentimiento del afectado. El principal perjudicado es la persona que padece AMS al que se cierran todas las puertas. 

Pero, ¿por qué tanta obstinación en esta huida hacia adelante? ¿Por qué no hay voluntad de rectificar? La promiscuidad seduce, y a eso se añaden razones ideológicas promovidas desde determinados ámbitos, unas veces con la excusa de reducir la supuesta superpoblación mundial y otras con el soterrado empeño por cambiar el orden moral. “Si Dios no existe todo está permitido”, dijo Dostoyevski en los Hermanos Karamazov; y algunos entienden esta frase por su lado “oscuro”: ¡Eliminemos a Dios y haremos lo que nos dé la gana! Pero ¿a qué precio? A precio de frustración y sufrimiento. Y con estas razones no se tiene ningún escrúpulo en utilizar el colectivo gay, al que se financia de diversas formas con generosas subvenciones.

Y en esta huida hacia adelante, en los momentos actuales muchos niños mueren abortados y otros, a los que se permite vivir, son sometidos a experimentos de género. Se les cambia su hábitat natural y se espera que su psicología no se resienta. Y cuando se resiente se dice que son otros modos de ser y de comportarse y se olvida que los contravalores producen frustración y sufrimiento.

Como afirma el psiquiatra Joseph Nicolosi, cuerpo mente y espíritu deben trabajar juntos en armonía para que el hombre y la mujer estén a bien consigo mismo y maduren en su potencial como persona.

jueves, 22 de diciembre de 2016

FUNCIÓN PATERNA







FUNCIÓN PATERNA

 
En otras ocasiones hemos comentado el devenir del Feminismo desde la Equidad hacia el Género. Hemos apuntado que si bien el Feminismo en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.

Hemos visto como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.

Y hemos visto también, la otra cara de la moneda, el varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de encontrarse en una verdadera crisis. En esta ocasión vamos a hablar de aquellas ocasiones en las que la Mujer, a consecuencia de la influencia del feminismo de género en la sociedad, no permite el ejercicio de la función paterna. Y lo hacemos de nuevo de la mano de María Calvo Charro en su libro Alteridad Sexual. Razones frente a la Ideología de Género con el capítulo.

 
CUANDO LA MUJER NO PERMITE EL EJERCICIO DE LA FUNCIÓN PATERNA
 

Actualmente, muchos padres se hallan distanciados de sus hijos por la interposición materna; padres que han sido desplazados de su paternidad por la propia mujer, que desconfía abiertamente de la sensibilidad educativa masculina, debido a su presunta falta de calidad en la relación con los hijos. Madres que sienten que compartir los espacios integrales de la crianza es ver debilitado su rol materno y, en consecuencia, un pilar fundamental de su feminidad y autoestima (Sinay, 2012).

Algunos padres describen a sus hijos como «Secuestrados» por su mujer, con el objetivo de evitarles su supuesta influencia negativa. Como señala Poli, en estas circunstancias, se crea una alianza madre-hijo: «están siempre de acuerdo, se respaldan y defienden el uno al otro, ateniéndose a un pacto no escrito de defensa recíproca ... Mujer e hijo se mueven como perfectos aliados ... Progresivamente el padre queda encasillado en la figura del perdedor y queda encerrado en el estereotipo del malo, de persona con un carácter insoportable... Se sentirá generalmente en minoría hasta acabar recluyéndose definitivamente en sí mismo» (Poli,2012: pp. 29-30).

En estos supuestos, el padre es el inoportuno, el no deseado, aquel que no tiene espacio entre la madre y el hijo. Debe ser el espectador benévolo de la pareja madre/hijo»(Anatrella, 2008).

Muchos padres que no son valorados o tenidos en cuenta, calificados de patosos o torpes, criticados o considerados estorbos en la educación de sus hijos por sus propias mujeres, optan por apartarse y dejar esta competencia en manos de la madre. Cuando esta prefiere hacerlo todo ella sola, cuando no desea la intervención del hombre, al que considera poco fiable, cuando infravalora la figura masculina en el hogar, el padre acaba cediendo toda la responsabilidad educativa a la madre y, al no sentirse necesario ni querido, busca en el trabajo o fuera de casa la valoración que precisa como persona.

Muchos hombres se sienten como héroes en un trabajo donde son altamente valorados y admirados como personas eficaces y virtuosas. Sin embargo, al llegar a sus casas, pasan a un segundo plano, prácticamente son ignorados o resultan poco significativos para su mujer e hijos. Al volver al hogar experimentan sensaciones de vacío y soledad, por lo que optan por aislarse o refugiarse en el trabajo.

Esta ausencia, física o psíquica, del padre es nefasta para el desarrollo equilibrado de la personalidad de los hijos, ya que la relación madre-hijo funciona como un universo cerrado, una relación de pareja que se repliega sobre sí misma y que perjudica el equilibrio psíquico de ambos. En estas circunstancias, el padre no juega su papel de «Separador» que es el que, precisamente, permite al niño diferenciarse de la madre, y se produce una insana mutua interdependencia madre-hijo. La relación madre­ hijo es una relación de fusión. «El hijo no es más que un pedazo de la madre y el padre no es nada» (Sullerot, 1993, p. 221).

Además, el hijo varón que ha tenido una relación excesivamente estrecha con su madre acaba sintiéndose «devorado» por esta, y en la adolescencia la ve como un impedimento a sus deseos de autoafirmación y masculinidad y suele reaccionar contra ella con desprecio y agresividad. Es probable que en la pubertad el chico utilice la violencia-transgresión para afirmar su propia existencia. Una vez adolescentes, muchos de aquellos niños no tienen otro medio de probar su virilidad más que el de oponerse a la mujer-madre, incluso por medio de la violencia. En palabras de Anatrella: «cuando el padre está ausente, cuando los símbolos maternales dominan y el niño está solo con mujeres, se engendra violencia» .

Las madres no logran hacerse obedecer e incluso, en ocasiones, llegan a ser agredidas por un hijo al que no han puesto límites. En este sentido, señala Cordes que quien busca los motivos de la predisposición hacia la violencia solo o principalmente en factores socioeconómicos se queda en la superficie del problema. Se queda satisfecho con una teoría de socialización de cortos vuelos (H. D. Koning); infravalora el influjo de la familia y el enorme efecto del comportamiento paterno, pasando por alto la influencia decisiva de las relaciones intrafamiliares (Cordes, 2004). Gurian advierte de la sólida relación estadística existente entre los niños problemáticos y violentos y los niños sin padre (Gurian, 1999).

Cuando las madres no valoran a los padres, no los tienen en cuenta, no son significativos para ellas, los recluyen en un segundo plano y no les permiten ejercer como padres estricto sensu, acaban provocando en los hijos personalidades narcisistas, egoístas, individuales, ajenos a las necesidades de la familia y la sociedad, niños tiranos con todos los derechos y ningún deber, pues la madre y su función materna no es, por lo general, capaz de limitar los deseos de omnipotencia del niño. En palabras de Poli, «Se crean las condiciones psicológicas de insaciabilidad típicas del hijo que siempre quiere más, que no está nunca contento con lo que tiene y no valora lo que posee» (Poli, 2012, p. 116).

Estos niños luego, en la edad adulta tendrán dificultad para ejercer debidamente la paternidad por falta de ejemplos masculinos equilibrados.

Según el sociólogo Peter Karl, los niños que pasan más del 80% del tiempo con mujeres, en la madurez no saben cómo actuar como hombres. Estos jóvenes crecen como padres deformados porque a ellos mismos se les privó de un comportamiento paterno ejemplar. Y es absolutamente erróneo pensar que la función materna puede llenar ese vacío. El padre es la «no-madre» que ha de mostrar al hijo cómo funciona el mundo y cómo ha de encontrar su lugar en él.

En próximas ocasiones hablaremos del papel del padre en la Identidad Sexual de los Hijos. Un tema que hemos tratado ya en el artículo La identidad del Niño Varón desde un punto de vista más filosófico.

 

viernes, 2 de diciembre de 2016

COFRADÍAS


COFRADÍAS Y CABALGATAS DE REYES
Si me preguntaran quién fue el primer costalero o Cófrade de Semana Santa, sin ninguna duda respondería que fue el Buen Ladrón. Supo captar el valor Redentor de la Muerte de Cristo y asociar a Él su propia muerte, hasta el punto de que le valió aquel “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Y con su petición transformó el castigo merecido por el mal que había hecho, en sufrimiento Redentor gracias a Cristo. Qué duda cabe de que hay una analogía con las Cofradías y los costaleros, que son capaces de vivir en cada Semana Santa el Misterio Redentor de la Muerte y Resurrección de Cristo y mostrarlo a la sociedad.
Pues si esta vivencia es una realidad que vivimos cada año, ¿por qué no habrían de ser las mismas Cofradías las que se encargaran de vivir y transmitir a la sociedad  la realidad de un Niño Dios que nace, organizando ellos las Cabalgatas de Reyes?
Cuando Dios me vio tocando ante Él, me sonrió, ropo pom pom, ropo pom pom” Esta es la Magia de la Navidad y esta es la Magia que queremos transmitir a nuestros hijos, y no la magia de la Guerra de las Galaxias o cualquier otra historia. Carmena está en su derecho de organizar un acto similar, pero pagándolo de su bolsillo y en otra fecha que no sea la Fiesta de Reyes, que es una fiesta religiosa y ya está pillada.
Quizá Dona Manuela Carmena podría disfrazarse de Capitán Garfio con un parche en el ojo y una pata de palo; y descolgarse del Reloj de la puerta del Sol en un Galeón, acompañada de sus bucaneros podemitas y los que se adhieran de C’s, PP y PSOE. Podría completar el acto un duelo de espadachines con Albert Rivera, y así hasta completar la película de Peter Pan que seguro que encontrará políticos que encajen en todos los personajes. No le quepa duda de que sería un éxito total.
Pero, como muy bien dice Iribas en su blog, los Reyes son los padres y se trata de una realidad que debemos interiorizar. Así que, por favor, señores políticos dejen en paz (y en libertad) las ilusiones de nuestros hijos pequeños y, si quieren hacer magia, desaparezcan.
Y para que esto sea realidad, que las cofradías de Semana Santa den un paso al frente y empiecen a organizar las Cabalgatas de Reyes. Los padres pondremos nuestros hijos y cantaremos los Villancicos. Y entre todos encontraremos la Paz de un Niño Dios que nace.

martes, 22 de noviembre de 2016

AT THE FOOT OF THE HORSES



AT THE FOOT OF THE HORSES

Cristina Cifuentes se inventa odio donde no lo hay y lo persigue con odio y con saña. Por si hubiera quedado algún cabo sin atar con las dos leyes Trans y LGTBI de la Asamblea de Madrid, Cifuentes, en un “come y calla sin rechistar”, amenaza con amordazar a los ya amordazados madrileños con una nueva ley más virulenta, si cabe, que las dos anteriores.

En el preámbulo de la ley LGTBIfobia de Julio de 2016 se menciona que El informe de delitos de odio en España sitúa los incidentes que tienen que ver con la orientación sexual y/o expresión de género de la víctima a la cabeza del ranking, por delante del racismo o la xenofobia.” y sin embargo, cuando cuándo consultas dicho informe del 2015 en la web del Ministerio del Interior observas que los incidentes por Discriminación por sexo/género son un 1,8% del total, los de Orientación o identidad sexual un 12,73% (habiendo descendido respecto al 2014 un -67,1%), mientras que los de Racismo/Xenofobia son un 38,03% en el 2015 y los de Ideología con un 23,19%.

El mismo informe asegura en su página 49 que son los únicos que no incrementan: “A excepción de los ámbitos delictivos “antisemitismo” y “orientación e identidad sexual”, todos los demás recogidos en el SEC han experimentado un incremento en relación al año anterior” .  O sea que se crean problemas donde no los hay.

Si algo está aflorando es el lado más oscuro de Cifuentes que parece llena de odio contra la libertad y en concreto contra la libertad religiosa y que se manifiesta como un “dime de que presumes y te diré de que careces”.

Esta señora nos está colocando leyes que vienen ya precocinadas en los “antros” del Nuevo Orden Mundial de aborto e Ideología de Género que han tomado la ONU y gran parte de las Instituciones de Bruselas.

Si algún asambleario, de Podemos o de Ciudadanos, se pensó que habían hecho unas leyes “sui generis” o made in Spain, sepa que les han metido un gol por toda la escuadra. Son leyes predefinidas y prefabricadas y que sólo necesitan un “tonto útil”, con perdón, que haga su ensamblaje final.

Pero en todo este lío, los grandes perjudicados precisamente son las personas que padecen AMS, que pierden su libertad y quedan a expensas, “At the foot of the horses”,  del colectivo Gay. Colectivo cuyo principal error es haber emprendido la huida hacia delante de la Ideología de Género. Y todo esto regado con abundancia de liquidez asignada mediante subvenciones o partidas presupuestarias con los motivos más pintorescos, que en este país nunca ha faltado imaginación.

Cuando las Ideologías se introducen en un problema nunca solucionan nada, sino todo lo contrario. Tienen un efecto multiplicador. Así ocurrió cuando se utilizó el marxismo para resolver los problemas laborales de los siglos pasados. Así ha ocurrido con la Ideología de Género aplicada a resolver el problema de la violencia doméstica, ahora llamada violencia de género, que no para de aumentar. Así ha ocurrido con el problema del aborto que no sólo aumenta sino que degenera con la píldora del día después, con en el tráfico de órganos de niños abortados, con la investigación con la vida humana, con los vientres de alquiler y un largo etcétera porque esto es un pozo sin fondo.

Y así va a ocurrir con el problema de la AMS (Atracción por el mismo sexo) que teniendo su origen en la desestructuración familiar, se pretende que sea aceptada como algo natural. Cuando se imponen actos que, por su condición contra-natura, producen aversión o repugnancia en el buen sentido de la palabra, -repugnancia a los actos, no a las personas-, y se utilizan mecanismos jurídicos perversos como romper la presunción de inocencia, el efecto que se consigue es justamente aquel que se dice querer evitar. La ley contra la violencia de género fabrica violencia de género. Las leyes que se han hecho contra el odio son leyes que por sí mismas producen indignación, rabia, cabreo, rebelión….

En fin, que cuando los madrileños no sepan cómo protegerse o dónde refugiarse, pueden remontar la meseta hacia a las montañas astur-cántabras, como ya ocurriera en el año 711. Hoy por hoy los madrileños están amordazados, pero en el Norte todavía se puede respirar y hablar.

 


jueves, 17 de noviembre de 2016

LA MUERTE SOCIAL DEL PADRE


LA MUERTE SOCIAL DEL PADRE
En otras ocasiones hemos comentado el devenir del Feminismo desde la Equidad hacia el Género. Hemos apuntado que si bien el Feminismo en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.
Hemos visto como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.
En la otra cara de la moneda, el varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de encontrarse en una verdadera crisis. Hemos hablado de esta crisis en los artículos CRISIS, WHAT CRISIS?, en THE RISE OF WOMEN Y en THE END OF MEN.
Ahora estamos viendo cómo esta crisis afecta a la función de paternidad. Lo hemos visto en el artículo PADRES EN CRISIS y lo vamos a ver en este LA MUERTE SOCIAL DEL PADRE. más adelante veremos cómo, en consecuencia, los hijos son los grandes perjudicados.
María Calvo Charro, en el Capítulo “Padres en Crisis. La muerte social del padre” de  su libro “Alteridad Sexual. Razones Frente a la Ideología de Género 2014 lo expone con maestría.
 
LA MUERTE SOCIAL DEL PADRE


En este ambiente, intentan sobrevivir toda una generación de padres que no saben muy bien cómo desenvolverse en este panorama que les ha privado de su esencia, que les obliga a ocultar su masculinidad y que no les permite disfrutar de su paternidad en plenitud. Se sienten culpables y no saben exactamente de qué o por qué. Esta falta de identidad masculina les hace tener poca confianza en sí mismos, una autoestima disminuida que conduce a muchos de ellos a la frustración y que se manifiesta de diversas maneras en su vida: esforzándose por ser más femeninos; quedándose al margen de la crianza y educación de los hijos; convirtiéndose en espectadores benévolos y silenciosos de la relación madre-hijo; refugiándose en el trabajo, donde encuentran mayor comprensión y valoración que en el ámbito familiar.

 

La sociedad ha devaluado progresivamente la función paterna, hasta el punto de que la presencia y el papel del padre en la procreación resultan prescindibles. Las técnicas de laboratorio han logrado que el origen y dependencia de un padre se esfumen definitivamente. También hay madres solteras que instrumentalizan a los padres biológicos, a los que no permiten participar luego en su vida y que no tienen ningún derecho sobre el niño. Estas mujeres, puesto que ellas han decidido solas el momento de su fecundidad, ocultándolo al padre, consideran al niño como un bien propio y exclusivo, fruto de su narcisismo y del egoísmo. Estas decisiones de maternidad en soledad se basan en muchas ocasiones en el denominado «emotivismo», corriente de pensamiento asentada durante la segunda mitad del siglo XX y que justifica cualquier decisión «SÍ sale del corazón».

Para el «emotivista» no hay nada más allá de su experiencia personal, ignorando absolutamente el efecto que su decisión pueda tener en terceros o en el ámbito público (Chinchilla y Moragas, 2011). «El instinto maternal me llamaba cada vez más y no estaba dispuesta a esperar más tiempo a encontrar el hombre adecuado». Esta es la respuesta que ofrecen la mayoría de las madres que han recurrido a la adopción, la inseminación artificial o han tenido relaciones sexuales que han dado como fruto un hijo y no han avisado al padre de la situación. Estas mujeres degradan la paternidad y al hombre al colocarlo en el lugar de un semental. Y condenan a sus hijos (huérfanos antes de nacer) a una dolorosa carencia de por vida, la ausencia del padre.

Por otra parte, son asimismo frecuentes las interrupciones voluntarias del embarazo llevadas a cabo por mujeres en nombre de una veleidad personal, sin que el padre lo sepa o comparta su decisión; acto de máximo egoísmo que desgarra la necesaria y sagrada armonía entre los sexos.

 
Las feministas de género han logrado que el modelo social ideal y dominante ahora sea el consistente en la relación madre-hijo. La cultura psicológica actual parece confabularse con la sensibilidad femenina. Se ha difundido la convicción de que la proximidad emotiva constituye la variable decisiva para ser buenos padres. La cultura educativa que exalta exclusivamente la sensibilidad típica del código materno infravalora a los padres obligándoles a desconfiar de su instinto masculino, sintiéndose equivocados o poco adecuados. Reina la idea roussoniana de que la dirección y el consejo paterno impiden el crecimiento corporal y anímico del niño. El padre solo es valorado y aceptado en la medida en que sea una especie de «segunda madre»; papel este exigido en muchas ocasiones por las propias mujeres que les recriminan no cuidar, atender o entender a los niños exactamente como ellas lo hacen. Los hijos captan estas recriminaciones y pierden el respeto a los padres, a los que consideran inútiles y patosos en todo lo que tenga que ver con la educación y crianza de los niños.

 
Los padres se hallan llenos de confusión respecto al papel que desempeñan: cualquier elevación del tono de voz puede ser calificada de autoritarismo, cualquier manifestación de masculinidad es interpretada como un ejercicio de violencia intolerable, el intento de imponer alguna norma como cabeza de familia le puede llevar a ser tachado de tirano o maltratador. En este clima social imperante el padre siente su propia autoridad como un lastre y su ejercicio le genera mala conciencia.



martes, 15 de noviembre de 2016

PADRES EN CRISIS


PADRES EN CRISIS

En otras ocasiones hemos comentado el devenir del Feminismo desde la Equidad hacia el Género. Hemos apuntado que si bien el Feminismo en sus orígenes era “una batalla por la justicia y la dignidad de la mujer”, en esta lucha, “la mujer, sin apenas percibirlo, comenzó a renunciar a su propia feminidad, sin ser consciente del menoscabo que esto implicaría a largo plazo para su libertad y su pleno desarrollo personal”.

Hemos visto como el Aborto y la Ideología de Género se entronizaban en el Feminismo en un supuesto Nuevo Orden Mundial que ya no se expone sino que necesita ser impuesto por sus connotaciones contra-natura; mientras que surge también un NEOFEMINISMO liberador para la mujer y también para el hombre, y capaz de volver las aguas a su cauce.

En la otra cara de la moneda, el varón no es inmune a toda esta simbiosis de una sociedad feminizada, sino que padece en mayor medida los efectos del Feminismo de Género hasta el punto de encontrarse en una verdadera crisis. Hemos hablado de esta crisis en los artículos CRISIS, WHAT CRISIS?, en THE RISE OF WOMEN Y en THE END OF MEN.

Ahora vamos a ver cómo esta crisis afecta a la función de paternidad y más adelante veremos cómo, en consecuencia, los hijos son los grandes perjudicados.

Recurrimos de nuevo a María Calvo Charro, que en el Capítulo “Padres en Crisis. La muerte social del padre” de  su libro “Alteridad Sexual. Razones Frente a la Ideología de Género lo expone con maestría.

 

PADRES EN CRISIS.

Como señala Anatrella, la revolución del 68 fue en realidad una «revuelta contra el padre y contra todo lo que él representaba» (Anatrella, 2008). Desde entonces y hasta ahora la sociedad ha desprovisto de valor la función del padre, no les tiene en cuenta, su autoridad ha sido ridiculizada, las mujeres prescinden de ellos de forma manifiesta, lo que provoca que los hijos les pierdan absolutamente el respeto.

La actual devaluación de la función paterna, motivada por el convencimiento social generalizado e impuesto por la ideología de género de que el padre y la madre son intercambiables, de que no hay diferencias biológicas entre los sexos y de que las mujeres pueden sacar adelante a sus hijos en soledad, ha provocado en los últimos años que muchos niños crezcan en ausencia absoluta de un modelo paterno, con los devastadores efectos que tal omisión tiene sobre el equilibrado desarrollo personal, social y académico de estos niños

National Center for Fathering


Muchos de los problemas actuales de niños, adolescentes y jóvenes tienen su origen en una falta de atención o deficiente implicación por parte de sus progenitores, en especial del padre. Varios estudios demuestran que la ausencia del padre, física o simplemente psíquica, puede tener efectos devastadores sobre los hijos, incluyendo problemas de salud serios, ya que su sistema inmunológicos se ve afectado por el estrés que genera tal situación de desamparo, y ello a pesar de los esfuerzos de las madres en estos casos para compensar las carencias afectivo-educativas desde el ángulo paterno



Al negar al padre se niega la función de la paternidad. Antes, en épocas pretéritas, los padres faltaban del hogar por causas de fuerza mayor (trabajo, guerra...) pero la sociedad creía en la figura paterna. La cultura, la noción, el espíritu de la función paterna seguía latente en el hogar y era transmitido a los hijos por las madres a pesar de la ausencia física del padre. Las mujeres la respetaban y los hijos crecían conscientes de su importancia, admirando a sus padres, a los que sabían fuera sacrificándose por su familia. Además las madres asumían, junto a la función materna, parte de la función del padre ausente, convirtiéndose de algún modo en bicéfalas, en una labor titánica, compleja y agotadora, a sabiendas de que ambas funciones, materna y paterna, son imprescindibles para el correcto y equilibrado desarrollo y madurez de los hijos. El padre ausente físicamente estaba, sin embargo, presente simbólicamente.

Ahora es distinto, existe una cultura que ha desacreditado la sensibilidad del padre para educar a sus hijos. Lo que el código masculino consideraba decisivo para el crecimiento de los hijos se presenta como peligroso o no apto. Asimismo han quedado implícitamente prohibidas las palabras que caracterizaban la educación paterna: prueba; renuncia; disciplina; esfuerzo; fortaleza; compromiso; autoridad... En estas circunstancias, muchos padres, incomprendidos y desplazados, abandonan el hogar por propia voluntad o las mujeres prescinden absolutamente de ellos y desprecian su papel. Así, los hijos no pueden respetarlos y a la vez no quieren llegar a ser como ellos, renunciando a su futura paternidad. Si la paternidad ha sido devaluada, ¿cómo podemos esperar que nuestros hijos quieran convertirse en padres responsables en un futuro?

La gran pérdida cultural no es del padre en sí mismo, sino de la paternidad como función insustituible y esencial. Sufrimos actualmente lo que el psicólogo David Gutmann denomina la «desculturización de la paternidad». Cuyo principal y más patente resultado es la fragmentación de la sociedad en individuos atomizados, aislados unos de otros, y extraños a las necesidades y bienestar que demanda la familia, la comunidad, la nación. En una sociedad en la que los ideales de la emancipación femenina son prioritarios, son los hombres, y muy especialmente los padres, los que salen perdiendo. Como señaló Alexandre Mitscherlinch, «cada vez más, los procesos sociales han privado al padre de su importancia funcional» (Sullerot, 1993).