jueves, 25 de agosto de 2016

EL BURKINI Y LA LIBERTAD RELIGIOSA


 

“El discurso de Mohamed VI a sus ciudadanos que viven en el extranjero, la carta del ayatolá Makarem Shirazi al Papa y la posición tomada por el gran muftí de Croacia: señales valientes desde el mundo musulmán”. Son titulares de prensa que definen la linea correcta en la lucha contra el terrorismo islámico. Que sea desde el propio mundo musulman desde donde se descalifique, se razone y se deje claro que el terrorismo no encaja con la religión islámica.

Sin embargo en Francia estamos viendo como en muchos municipios van en dirección contraria. Las multas y prohiciones a llevar el burkini es un atentado contra la libertad religiosa y el efecto que producen es de indignación y rabia. Precisamente en estos momentos en que de lo que se trata es de aislar al Estado Islámico. Los que quieren radicalizarse tendrán un pretexto fácil.

En la calle ha de prevalecer el derecho de todos a conocer la identidad de aquellas personas con las que nos cruzamos, el derecho a ver sus rostros, por lo que la prohibición del burka es razonable. Sin embargo el burkini y el velo islámico no plantean este problema. Decir que es una “manifestación ostentosa de adhesión a una religión en un momento en que Francia y los lugares de culto sufren atentados terroristas” no tiene sentido y puede ser intepretado como una revancha, una especie de vuelta al “ojo por ojo y diente por diente”. Parece como si el Laicismo, esta nueva religión de rabo de lagartija y orines de murciélago, dominante en Francia, y que promueve e impone el aborto y la ideología de género, no quisiera desaprovechar una magnífica oportunidad de imponer sus postulados en la sociedad.

Las mujeres que se bañan con burkini o llevan el velo islámico lo hacen porque les dá la gana, y ninguna autoridad legítima puede prohibirlo.

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